“Dicen
que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K.
Chesterton).
Etapa
24: domingo 1 de agosto de 2021.
Saint
Saturnin de Lenne – Chanac.
Como
va siendo habitual por esta zona, día con un recorrido perfecto para la
bicicleta pero con una climatología complicada.
Después
de toda la noche lloviendo un descanso de las 6 a los 8 de la mañana que
aprovecho para embalar todo el material y esperar a ver si las previsiones
aciertan y a partir de las 10 cesan las lluvias.
No
he esperado tanto, a las 9 con una ligera llovizna y con 15 grados he puesto a
rodar a la bicicleta. La verdad, me encontraba más caliente pedaleando que
esperando.
Para
los amantes de los números diré que llevo pedaleados 1277 kilómetros, aquellos
que les interesen es estos datos les diré además que intento no pasar de los 70
kilómetros diarios y que hoy por ejemplo he recorrido 43 y mañana con un poco
de suerte un poco menos.
Aunque
es verdad que tengo una programación de todas las etapas con los lugares donde
quedarme a dormir y que carreteras utilizar, es verdad también que solo es una
guía.
Muchas
personas tienen el deseo de controlar todo lo que hacen y hacen todo lo posible
para lograr esa meta.
Preparar
bien los detalles de un viaje es un acto que hay que realizar para que no nos
sorprenda un imprevisto o alguna situación que quisiéramos ver lo más lejos
posible de nuestro quehacer cotidiano.
Pero
la vida nos sorprende. Escapa y corre mucho más allá y más rápido que nuestras
previsiones.
No
se trata, desde luego, de ver problemas por todas partes, ni de dejar de tomar
las precauciones que sean necesarias para evitar problemas, que con un poco de
atención, podemos alejar.
La
previsión y el análisis atento de un viaje como este, al igual que estudiar tranquilamente
la realidad son parte fundamental de la prudencia, esa virtud que muchos
consideran la reina de las virtudes, pues todo lo demás depende de ella.
Pero
también es parte de la misma prudencia y como no del realismo de la vida el
reconocer que hay una enorme cantidad de cosas que escapan a nuestro control.
También
es realismo olvidarse de toda obsesión que nos paralice precisamente porque
queremos tener todo bajo control.
Esta
claro que no podemos tener todo bajo control. La vida, por su misma naturaleza,
nos lleva al riesgo y a la aventura, a lo imprevisible, a lo inesperado.
Detrás
de lo imprevisible, detrás de las mil sorpresas de la vida, sigue para los católicos
la mano de Dios.
Solo
nos queda poner lo que esté de nuestra parte para que todo salga de la mejor
manera posible, y poner toda nuestra confianza en Él.
En
fin, vamos a ver como preparamos la cena con una temperatura de 16 grados, que
con el viento que hace me parecen muchos menos.
Buenas
noches.
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