Etapa 37, sábado 14 de agosto de 2021.
Desde:
Casale Monferrato a Pavía.
Día
tranquilo, por una carretera llana y siempre rodeado de arroz, mucho arroz el
que hay aquí.
Me
he encontrado con el primer contratiempo, un problema que no ha sido motivo de
preocupación ni de que cambie el comentario de día, a sido un día tranquilo.
Una
soldadura del porta-paquetes trasero se ha roto, ningún problema, he puesto una
abrazadera, y al pasar por una ferretería he comprado una con una medida más precisa
y al llegar al camping la he cambiado y asunto resuelto.
No
he visitado Pavía, al menos hoy, pues el camping se encuentra en San Lanfranco
que tiene lo que todos los pueblos italianos, una bonita plaza con su templo y
una cantidad variada de locales donde me he tomado una cerveza al llegar, un
café a media tarde y otra cerveza antes de hacerme la cena. Pues el camping no
tiene bar.
Mañana
por la mañana tengo que cruzar Pavía y creo que podre visitarla. Espero.
Con
sinceridad, no voy a ir en busca de ninguno de los numerosos monumentos que
tiene esta hermosa ciudad, si paso por delante, sin duda me detendré y si hay
un bar cerca me tomare el capuchino de la media mañana.
Aunque
sinceramente, la sinceridad es uno de esos últimos valores que aún tiene un prestigio,
y es que es el que permite que sean posibles todos los demás, y suele ocupar
muchas veces el lugar de ellos.
Aunque
tiene sus peros, hemos oído muchas veces, refiriéndonos, por ejemplo, a un
artista: “Es una obra básicamente pornográfica, pero es sincero…”, con un
acento lleno de indulgencia cercano a la aprobación…
No
estoy yo muy seguro de que todos estos “campeones” de sinceridad sean sinceros.
Muchas
trasgresiones aseguran el éxito, el exhibicionismo obsceno, los actos o relatos
de violencia, y es que la hipocresía puede muy bien consistir en fingir las
peores audacias al igual que antes consistía en salvar las apariencias de la
moralidad y del “buen tono”.
La
verdad es que si cada uno se dedicara a expresar, con palabras y actos todo lo
que piensa y siente, ninguna vida humana sería posible.
Si
yo hiciera de la sinceridad, a cualquier nivel y a cualquier precio, un valor
absoluto, estaría estropeando todas las virtudes sobre las que intento que
reposen mi forma de ser, ya sea individual o social, como el dominio personal,
mi disciplina interior, el pudor, etc… mi vida seria un caos.
Veamos,
solamente los animales y los niños muy pequeños, si lo pensamos un poco, son
total y continuamente sinceros: gritan, golpean, comen o se niegan a hacerlo
siguiendo el impulso del momento.
Cuando
el miedo se apodera de mí y tengo, sin embargo que dar ánimos y esconder mi
sentimiento de pavor, ¿dónde está la verdad más profunda? ¿en mi cuerpo que
tiembla o en mi voluntad interior que no cede ante el temblor?
En
fin, resulta que el hombre sincero es el que expresa con verdad lo que piensa y
siente. Si esto es así, sería la prueba que la sinceridad absoluta no existe.
Ya
lo dije antes, si cada uno se dedicara a exteriorizar todo lo que piensa y
siente este mundo no sería posible.
Mucho
se puede hablar de la sinceridad y sin duda que lo haremos.
Buenas
noches.
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