miércoles, 12 de mayo de 2021

¿Ponemos en peligro nuestra salud y seguridad?

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

En alguna ocasión en la que he realizado un gran esfuerzo físico me he cuestionado si es bueno para mi cuerpo llevarlo hasta tales extremos. A veces nos encontramos o creemos que tenemos la necesidad de realizar un gran esfuerzo para llegar a un lugar, para terminar una etapa en un sitio determinado, un esfuerzo que nos puede conducir a la extenuación.

La duda de hasta donde puedo llevar a mi cuerpo me surge muchas veces, ya que soy de la opinión de que debemos estimarlo y honrarlo, por lo que no debería maltratarlo. Por tanto, debo evitar también todo tipo de vicios y malos hábitos que puedan hacer mal a mi salud y por lo tanto perjudicarlo.

Muchas veces hemos comentado que la gran mayoría por no decir todas las formas de vicios terminan por afectar a la salud y que es necesario utilizar esa rara virtud, por ausente hoy en día, de la templanza que es la que nos ayudara a evitar toda clases de excesos.

¿Controlamos la dureza o la longitud de nuestras etapas en un viaje? ¿Ponemos en peligro nuestra salud y seguridad? Hay que pensar que no es lícito poner la vida y la salud en riesgo sin necesidad, sólo por el deseo excesivo de la aventura.

Quisiera recordar que la vida y a salud física son bienes que tenemos y que debemos cuidar de ellos racionalmente. Lo que nos lleva a que conjuntamente es necesario cuidar de la salud mental. Pues si no tenemos una vida lo suficientemente equilibrada podemos buscar, para compensar nuestras frustraciones y carencia afectivas, retos o esfuerzos demasiado grandes para nosotros.

 Si por un lado es necesario cuidar del cuerpo para poder disfrutar del cicloviaje, es importante también no concederle un cuidado exagerado. Y, si piensas como yo que tenemos alma, serás de la opinión de que el alma es más importante que el cuerpo; éste un día morirá, pero el alma es inmortal.

Cuidar del cuerpo y la salud es algo importante y necesario, pero caer en el error del culto exagerado del cuerpo, como si fuera más importante que el espíritu, es un error que pone al hombre patas arriba.

A partir de este criterio, las situaciones concretas se deben valorar en cada caso. Para eso está la prudencia, la sensatez, que permite juzgar cuándo estamos ante una cosa o la otra, ante lo razonable o ante lo que no lo es.

Sin embargo, sí que se pueden señalar algunos límites, cuyo traspaso significaría que no tenemos situada esta cuestión en su justo lugar. El primero podría ser que una etapa o un viaje deja de ser razonable cuando nos debilita en nuestro normal funcionamiento, de forma que se note ese debilitamiento. Supondría sacrificarnos más de lo razonable por un viaje, y quizás podría suponer un riesgo para la salud sin motivo que lo justifique.

Podríamos añadir un segundo, lo encontramos cuando no aceptamos a nuestro cuerpo como es. No se trata, evidentemente, de que no se quiera mejorarlo en el futuro; más bien consiste en que se rechace como se encuentra en el presente. Esta actitud es el origen de muchas obsesiones e incluso de algún trastorno serio al querer ponerse en un estado de forma determinado para emprender una aventura.  

Eso, claro está, no significa que, en la sociedad de nuestros días, que en general come mucho y se mueve poco, un moderado entrenamiento no venga bien a muchos cicloturistas para disfrutar más del viaje.

Y, en esto estamos.

Buenos días.

No hay comentarios: