Ya empezamos, mejor dicho, ya empiezo a volver poco a poco a la normalidad, vuelvo a los cortados de por la mañana y a los cafés de media tarde, en resumen, vuelvo a las tertulias.
Ha
pasado más de un año desde que las conversaciones entorno a un café eran normales,
hay mucho de qué hablar para ponernos al día pues han sucedido algunas cosas
interesantes que necesitamos contar y que nos cuenten, necesitamos confrontar nuestras
opiniones, ver si hemos visto o entendido todos los acontecimientos de la misma
manera.
Hemos
observado, entre otras cosas, como nuestro tema favorito, la política y los
políticos, ha cambiado desde el principio de la pandemia, necesitamos empezar a
ponernos al día. Tendríamos que empezar, curiosamente, por el final, pues veo
como mucha gente ve con asombro de que la Comunidad de Madrid haya cambiado de
voto: donde ahora ganan los Populares hace dos años ganaban lo Socialistas, porque
donde se votaba Ciudadanos ahora se vota Populares o porque donde antes se
votaba Socialista ahora se vota Más Madrid.
Según
lo veo yo, ha sucedido lo más sano y lógico. Es más encuentro que todavía hay
demasiado poco cambio de voto, todavía el cambio de voto es demasiado tímido entre
los dos bloques de la derecha y la izquierda. La política no va de bloques, va
de lo variable, es decir de lo que sucede, de lo que puede suceder o no suceder,
afortunadamente para muchos de nosotros.
La
política no es un dios al que hay que adorar, va de solucionar problemas, de
enfrentarse con dificultades imprevistas como es la pandemia. El político y con
él la política y nuestras ideas políticas, por mucho que se empeñen algunos, no
es una forma de identidad, no es algo que se ha recibido como si fuera una
herencia, no es una opción que se hace para toda la vida y que necesitamos mantener.
Es, como todo en la vida, algo que tenemos que someter constantemente a la
prueba del ensayo y del error, a la comprobación diaria de que el partido que
hemos votado ha hecho lo que nos parece más conveniente o menos.
No
se si nos habremos dado cuenta, pero normalmente hablamos de votantes de
partidos de derecha o de izquierda, de votantes del PP, del PSOE, de
Ciudadanos, de Podemos, de Más País, o de cualquier otro partido. Y en realidad
los votantes no somos “de”, somos votantes. Nuestras ideas políticas tienen su
peso, como todo, pero deben de estar sometidas a prueba. Recuerdo que al
principio de esta etapa democrática se decía que seriamos maduros democráticamente
cuando tuviéramos la capacidad para cambiar de partido según cómo hubiera
actuado ese partido en el Gobierno o en la oposición. Y ese, siempre me ha parecido
un buen criterio. Y ahora, nos ha llegado la locura del llamado voto
identitario, de los votantes fascistas o antifascistas, de los votantes
partidarios de la libertad y de los votantes partidarios del totalitarismo. De
los votantes trumpistas y antitrumpistas.
En
fin, mucho de lo que continuar conversando, me voy a tomar un cortado.
Buenos
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario