lunes, 31 de mayo de 2021

Dogmas hay de muchas clases.

     Domingo tranquilo el de ayer, con tiempo para descansar y relajarnos para la que será sin duda una semana intensa, como suelen ser todas las que anteceden a una “aventura”. 

Pasamos el día cumpliendo con nuestros pequeños compromisos sociales y cambiando impresiones con la ayuda inestimable del café. No es que seamos adictos, buen un poco si, a la cafeína, sino que se encuentra de alguna manera en la gran mayoría de mis tertulias. No es tampoco una condición necesaria para que una conversación transcurra con soltura, pero sí que ayuda, y mucho.

Y si que me ayudo cuando en el café de media tarde surgió lo que para muchos es casi un insulto, la utilización de la palabra dogma. Pues se habla de postura dogmática o se califica a una persona de dogmática cuando se pretende expresar que es un testarudo y obstinado. Se dice, además, con indignación que en la época actual no queda ya lugar para dogmas. Aunque el mayor reproche va dirigido a las iglesias, acusándolas de dogmatismo extremado en sus doctrinas.

Sin embargo, un dogma no es otra cosa que el fundamento o el punto capital de un sistema, ciencia o doctrina. Dogmas hay de muchas clases.

Veamos, si alguien nos enseña que dos por dos son cuatro, lo que está haciendo es ensañarnos un dogma aritmético. Naturalmente que soy muy libre de desconfiar de esa persona por considerarla un testarudo y un obstinado. Pero si quiero llegar a algún lugar en aritmética, no tendré más remedio que aceptar su dogma globalmente. Claro que en este caso resulta fácil de comprobar. En otros terrenos es a veces más difícil.

Pero el concepto de dogma no se termina ni se agota con la traducción de la palabra griega. Un dogma es un artículo de fe o de doctrina, que es obligatorio aceptar si se desea pertenecer al credo o doctrina correspondiente, y la aceptación del dogma o de los dogmas es lo que constituye la calidad de esa pertenencia. Y no existe ninguna doctrina -tanto si es religiosa como política o científica- que no tenga dogmas: No existe, ni puede tampoco existir, pues la falta de dogmas sería la libertad sin límites, y la libertad sin límites es la anarquía, es decir, lo contrario de una doctrina. Toda doctrina establece límites. El liberal tiene que creer en los principios del liberalismo, pues de lo contrario no será liberal. El cristiano, cualquiera que sea su confesión, deberá creer en Cristo, pues de lo contrario no será cristiano.

Los cristianos, los judíos y los mahometanos creen en el dogma: «NO hay más que un solo Dios». Quien cree en quince dioses o en dos o en setecientos, no podrá ser ni cristiano, ni judío, ni mahometano. En todas las doctrinas existen cuestiones voluntarias, que pueden aceptarse, pero que no es obligatorio aceptar. Los dogmas son simplemente aquellas cosas que estamos obligados a aceptar si queremos «pertenecer a ello», son la parte central, los pilares del edificio.

Un ejemplo que me gusta es el del cuerpo humano: la sangre es líquida, los tendones y músculos son elásticos, los tejidos son blandos, pero los huesos tienen que ser duros, si queremos caminar derechos.

Buenos días.

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