Mucho se está hablando de indultos por todas partes y por eso es interesante que revisemos nuestra forma de verlos y entenderlos, pues se mezclan con el perdón y como no con la misericordia y su relación con la justicia.
Indultar
es perdonar a alguien total o parcialmente la pena que tiene impuesta, o
conmutarla por otra menos grave. Esto es lo que nos dice el diccionario y que
implica la acción de perdonar y es aquí donde el tema se complica.
Hay
una frase que se usa bastante: “Comprender todo significa perdonarlo todo”, que
tiene bastantes seguidores y que viene bien para centrar el tema en los
indultos que parece que se van a promulgar por parte de nuestro gobierno.
Esa
frase, aunque también es muy cristiana no la puedo aceptar sin más. Ya sé que Jesús nos ha mandado que perdonemos a nuestro hermano no siete veces, sino setenta
veces siete, es decir siempre. Y que perdonó el mismo Jesús a los que le
clavaron en la cruz. Exacto. Es verdad, es así.
Pero,
y se trata de un pero importante, el perdón a nuestro hermano nos dice
expresamente, “si él se arrepiente”, y cuando le clavaron en la cruz, pidió
perdón para sus torturadores, “porque no saben lo que hacen”.
En
el caso del hermano existe arrepentimiento, y en el otro caso ignorancia. Y
estas son indudablemente circunstancias atenuantes Un hombre que cometió un
crimen terrible, que sabía muy bien lo que hacía y sin embargo no se
arrepiente, no puede encontrar perdón. De otro modo tendríamos desde un
principio carta blanca para todos los crímenes. De todas formas, Dios perdona
siempre.
Pero
es que Dios no sólo es misericordioso, sino también justo. Precisamente porque
lo comprende todo, no puede perdonarlo todo sin más. Y existen cosas
imperdonables. De todas formas, insisto, Dios si puede.
Hay
otra frase que sin duda muchos estarán pensando y suele salir a esta altura de
la conversación: “El amor perdona siempre”. Perfecto, muy bien, pero no el
verdadero amor, sino el amor ciego como el de algunos padres que jamás castigan
a sus hijos, aunque hayan cometido la crueldad o la acción más vil.
No
es fácil perdonar, todos los sabemos muy bien, y a veces confundimos el perdón
con la disculpa. Ya que se disculpa al inocente y se perdona al culpable.
Cuando nos disculpamos estamos realizando un acto de justica, se disculpa porque
la persona que ha realizado algo mal o ha ofendido merece que se le reconozca
que no es culpable, tiene derecho a la disculpa, en cambio el perdón trasciende
la estricta justicia, porque el culpable, no tiene derecho al perdón; si se le
perdona es por un acto de amor, de misericordia.
Cuando
descubrimos que alguien es culpable de un acto, lo normal, es reaccionar y
hacer algo que este inspirado por el sentido de la justicia, que exige que esa
persona cargue con las consecuencias de su acción, que pague el daño cometido.
El perdón implica ir en contra de esa primera reacción espontánea, hay que
superarlo con la misericordia. Lo que, en cambio, no tiene sentido, porque se
trataría de un esfuerzo estéril, es perdonar lo que merece una simple disculpa.
Está
claro que deberíamos perdonar a todos y siempre. Es obvio que una exigencia tan
grande de perdonar no anula las neutrales exigencias de la justicia. La
justicia rectamente entendida constituye por así decirlo la finalidad del
perdón. En ningún caso el perdón, y ni siquiera la misericordia como su fuente,
significan una indulgencia para con el mal, para con el escándalo, la injuria,
el ultraje cometido. En todo caso, la reparación del mal o del escándalo, el
resarcimiento por la injuria, la satisfacción del ultraje son condición del
perdón.
Es
imposible perdonar (como se desprende del significado de la palabra) al que
piensa que no tiene nada de qué arrepentirse, podría incluso sentirse agraviado
y no sería la primera vez que se da ese malentendido.
Los
que van a ser indultados ¿son iguales a los que les ofrecen esa posibilidad?
¿Cómo evitar el escándalo de convertirlos en héroes si admitimos que sus
acciones fueron necesarias? Cuando se pide el arrepentimiento, no es por una
dureza de ánimo inoportuna, ni por falta de ilusión por los bienes que
acompañan a la solución del problema, sino porque si ellos han realizado unas
acciones heroicas quebrando la legalidad, completamente ajenos a ninguna
responsabilidad imaginable, entonces el gravísimo daño moral que se hace a una
comunidad o a un pueblo con ese escándalo sería históricamente imposible de
limpiar.
Buenos
días.
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