Domingo tranquilo el de ayer, con tiempo para descansar y relajarnos para la que será sin duda una semana intensa, como suelen ser todas las que anteceden a una “aventura”.
Pasamos
el día cumpliendo con nuestros pequeños compromisos sociales y cambiando
impresiones con la ayuda inestimable del café. No es que seamos adictos, buen
un poco si, a la cafeína, sino que se encuentra de alguna manera en la gran mayoría
de mis tertulias. No es tampoco una condición necesaria para que una conversación
transcurra con soltura, pero sí que ayuda, y mucho.
Y
si que me ayudo cuando en el café de media tarde surgió lo que para muchos es
casi un insulto, la utilización de la palabra dogma. Pues se habla de postura
dogmática o se califica a una persona de dogmática cuando se pretende expresar
que es un testarudo y obstinado. Se dice, además, con indignación que en la
época actual no queda ya lugar para dogmas. Aunque el mayor reproche va
dirigido a las iglesias, acusándolas de dogmatismo extremado en sus doctrinas.
Sin
embargo, un dogma no es otra cosa que el fundamento o el punto capital de un
sistema, ciencia o doctrina. Dogmas hay de muchas clases.
Veamos,
si alguien nos enseña que dos por dos son cuatro, lo que está haciendo es ensañarnos
un dogma aritmético. Naturalmente que soy muy libre de desconfiar de esa
persona por considerarla un testarudo y un obstinado. Pero si quiero llegar a
algún lugar en aritmética, no tendré más remedio que aceptar su dogma
globalmente. Claro que en este caso resulta fácil de comprobar. En otros
terrenos es a veces más difícil.
Pero
el concepto de dogma no se termina ni se agota con la traducción de la palabra
griega. Un dogma es un artículo de fe o de doctrina, que es obligatorio aceptar
si se desea pertenecer al credo o doctrina correspondiente, y la aceptación del
dogma o de los dogmas es lo que constituye la calidad de esa pertenencia. Y no
existe ninguna doctrina -tanto si es religiosa como política o científica- que
no tenga dogmas: No existe, ni puede tampoco existir, pues la falta de dogmas
sería la libertad sin límites, y la libertad sin límites es la anarquía, es
decir, lo contrario de una doctrina. Toda doctrina establece límites. El
liberal tiene que creer en los principios del liberalismo, pues de lo contrario
no será liberal. El cristiano, cualquiera que sea su confesión, deberá creer en
Cristo, pues de lo contrario no será cristiano.
Los
cristianos, los judíos y los mahometanos creen en el dogma: «NO hay más que
un solo Dios». Quien cree en quince dioses o en dos o en setecientos, no
podrá ser ni cristiano, ni judío, ni mahometano. En todas las doctrinas existen
cuestiones voluntarias, que pueden aceptarse, pero que no es obligatorio
aceptar. Los dogmas son simplemente aquellas cosas que estamos obligados a
aceptar si queremos «pertenecer a ello», son la parte central, los pilares del
edificio.
Un
ejemplo que me gusta es el del cuerpo humano: la sangre es líquida, los
tendones y músculos son elásticos, los tejidos son blandos, pero los huesos
tienen que ser duros, si queremos caminar derechos.
Buenos
días.