miércoles, 24 de marzo de 2021

“Valores democráticos”

     Viendo el camino que empieza a tomar la precampaña para las elecciones a la Comunidad de Madrid no queda más remedio que volver a hacer hincapié en la democracia, en lo que significa y lo que es. Ya se empieza a ver como hay partidos que intentan utilizar el término “democracia” como poseedora de unos valores que nada tienen que ver con ella.

Se confunde y confundimos, casi siempre con una buena intención que no niego, la democracia con una serie de valores morales que nos son deseables y que forman un conjunto más o menos aceptado por diversas ideologías: la no violencia, la solidaridad, la tolerancia con el prójimo que es distinto o fastidioso, el acuerdo amistoso, etc.

Si hacemos un poco de memoria nos daremos cuenta de que en más de alguna ocasión hemos hablado de “actitudes antidemocráticas”, cuando sería más propio habernos referido a “actitudes violentas”. Con frecuencia usamos el calificativo de “democrático” cuando mejor iría “bueno”, “ético”, “pacífico”. Un ejemplo que podemos recordar casi todos es el que se dio y aún continúa dándose en el llamado conflicto vasco, el término “partidos democráticos” se usa para referirse a todos aquellos que no apoyan abiertamente la violencia.

Si usamos así el término “democrático” nos resultará sumamente equívoco y obviaremos que pueden darse los casos de que, por ejemplo; un partido que apoya una causa inmoral (o que defiende medios inmorales para su consecución) puede, desde un punto de vista jurídico-formal, cumplir los requisitos del carácter democrático, o bien un partido que defiende la democracia se puede ver obligado a usar o justificar medios violentos de fuerza en casos extremos. No tiene, pues, porque existir una identificación entre democracia y no-violencia. De hecho, históricamente, las democracias se han tenido que armar y lanzarse a la guerra para defender su sistema y protegerse de sus enemigos con una acción que no podía ser sino violenta (caso del nazismo). Del mismo modo, cabría la posibilidad, no tan extraña como parece, que una doctrina no (o anti) democrática pudiese defenderse y difundirse por medios pacíficos.

Esta actitud es la que se resume en una expresión que es muy común, “valores democráticos”. Pues se considera la democracia como un conjunto de valores, lo que nos lleva, inevitablemente, al terreno de la ética. Si observamos el panorama político veremos que, en el fondo de este uso, está la concepción de buena parte del ala izquierda del pensamiento político de la democracia (es una expresión del primero) como “forma de vida”. Idea esta que intenta trascender una idea meramente jurídico-formal de la democracia, que no sólo es un conjunto de normas e instituciones, sino también una serie de actitudes y compromisos.

Esta idea, muy querida a la socialdemocracia europea, tiene, a mi entender, las dificultades que puedo resumir en dos: primera, el sistema puede quedar disuelto en un conjunto de buenas intenciones, en una moral voluntarista, ausente de articulación y formalización; y segunda, hablar de valores democráticos es problemático en el sentido en que, en el marco democrático, han de caber una pluralidad de valores (a fin de cuentas, la democracia es un intento de solucionar el problema de que somos diversos) que se enfrenten en una situación de seguridad y juego limpio.

Este segundo punto es importante y se olvida con demasiada frecuencia por parte de nuestros políticos que continúan dando a entender y en defender que la democracia es, sobre todo de izquierdas.

En fin, volveremos a hablar de democracia y sobre este último punto en otra ocasión.

Buenos días.

No hay comentarios: