“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Descansamos ayer, la lluvia,
después de avisar varios domingos, por fin cumplió y acudió a una cita a la que
no estaba invitada y a la que insistía en acudir desde hacía tiempo. Nos
quedamos en casa viendo como se pasó el día “pegados” al “google maps”.
Y, es que mirar mapas y
planificar excursiones o viajes es uno de los pasatiempos más divertidos y
entretenidos que encuentro.
Cualquiera de nosotros sabe,
cuando prepara un viaje, que cuando se mira un mapa ya sea en papel o en el
móvil u ordenador, incluso si se usa para más precisión el “street view” siempre
lo ve, digamos, “desde arriba”, no tocamos el suelo por el que nos vamos a
mover. Y sólo cuando podemos tocar, con nuestros pies o con las ruedas, en lo
que se refiere al mapa podemos decir que sí, que conocemos de verdad la tierra
que ahí se muestra.
Y eso es lo que hacemos cuando
habiendo preparado, seguramente, durante mucho tiempo ese viaje tan esperado y
mirado y remirado el mapa del sitio al que vamos, nos damos cuenta de que
nuestras ansias han quedado colmadas cuando vemos que sí, que la tierra que
podíamos mirar existe es verdadera y, no es que antes no lo fuera, pero, para
nosotros, estaba en “espera de ser verdad”. Y, entonces, podemos decir que
somos verdaderamente felices cuando se han unido anhelo, sueños con realidad.
Sin embargo, hay lugares en
los que nos faltará siempre esa realidad: nunca podremos pisar todos los
lugares que ansiamos, pero, gracias a los increíbles adelantos de lo medios
digitales y a todos esos cicloturistas que nos graban y nos cuentan por
cualquier medio sus viajes y experiencias que, de hecho, bien podemos decir que
también nosotros estamos allí.
En realidad, hay cicloturistas
que nos muestras tan bien sus viajes que esos lugares nos parecen como algo
cercano, algo que conocemos más o menos bien pero que, en el fondo, lo que nos
llena por dentro es, digamos, como un mundo que para nosotros es nuestro, es
“nuestro” mundo por más que sea de quien es su autor, pero al que supongo la
voluntad de que también lo sea nuestro. Y así lo entiendo yo.
Puedo decir, a lo menor
equivocadamente, que esos videos que suelo ver con avidez, no son como un mapa
al uso. Y es que, a diferencia de los que solo nos muestras los datos y características,
aquí todo está relacionado con una historia particular, o con varias, o, en
fin, con algo que a sucedido allí mismo, entre los ríos, los caminos, las
montañas o las ciudades más o menos grandes o todo aquello que podemos ver en
el mismo.
Todo nos sirve para imaginar las
subidas, las curvas, los caminos, el frío, el viento…, que se encuentran en
cada reportaje, aunque haya podido cambiar mucho desde que pasaron por allí,
todo nos ayuda a comprender mejor lo que vemos en nuestro mapa sentados en
nuestro caliente y cómodo sofá.
Ciertamente, el mapa que
tenemos delante, las imágenes y comentarios de Instagram, los videos de YouTube
nos ponen sobre la mesa todo aquello que nosotros anhelamos realizar, y nos
demuestra que sí, que es verdad y que hay un lugar que se llama Nordkapp y otro
Pamir y que un camino llamado de la Seda nos puede llevar junto a Marco Polo a
Oriente…
Así, por ejemplo, podemos decir que todos esos viajes se pueden realizar, que nosotros también podemos pedalear por esos lugares rodeados por todos lados de montañas, con frío, lluvia, calor y siempre acompañados de la amabilidad de la gente.
Y es que en los mapas encontramos ese lugar desde donde toda esperanza se hace posible, desde donde, tras subirnos a la bicicleta, el cicloturista se adentra en la gran experiencia personal de poder experimentar una aventura. Y queremos creer que podemos, que después de esta pandemia, vamos a viajar y que seremos capaces de encontrar esos lugares.
Aunque
esto, claro está, queda más allá de la primavera, exactamente, tan lejos como
queramos que llegue nuestra imaginación.
Buenos
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario