Curiosamente
en todos esos días en que las manifestaciones de apoyo a la libertad de
expresión, en apoyo a nuestro “famoso” rapero, estaban en su máximo apogeo no escribí
nada sobre el asunto, si sobre la libertad, pero no es lo mismo y, ahora cuando
todo está más calmado me parece que es hora de hacer una pequeña reflexión.
La
cuestión me parece que está en donde colocar los límites que debe tener el
derecho a la libertad de expresión. Ya se que mucha gente comenta que al fin y
al cabo son solo canciones y que los problemas que nos acucian son otros, y que
tenemos que entender que el arte debe ser libre y que nadie debe censurarlo.
Son opiniones que me parecen muy bien, pero con las que no estoy del todo de
acuerdo, al menos si no se matizan.
Mi
pregunta podría ser esta: ¿qué sentido tienen esas frases en una canción,
cuando son tan ofensivas? Supongo ahora, que más de uno me responderá; ¿Acaso
no se puede mostrar lo que esta mal? ¿No vemos asesinatos todos los días en las
películas? Por cierto, excelentes contestaciones, sin embargo, hay un gran
olvido que se tiene que recordar, dejan un espacio vacío que hay que llenar
para que esas respuestas estén completamente en lo cierto.
Veamos:
¿se puede hablar de lo que esta mal? ¿se puede hablar del mal? Claro que sí, el
mal existe, es una realidad que no hay que olvidar, pero, y aquí radica todo, no
se puede mostrar como algo bueno, ni como mejor que el bien. Esta es la
cuestión.
Si
se escribe, se dice o se canta un texto de denuncia sobre alguna acción que
esta mal hecha o es injusta no pasa nada, sin embargo, no sólo no reflejan la
superioridad del bien sobre el mal, sino que nos muestran el mal como si fuese
un bien, cambiando los valores reales, y esto según mi opinión no se debe
hacer. Y, además, me entra la duda de que solo se traten así temas tan
delicados para conseguir visibilidad. Se divierten “escandalizando”, sin
arriesgar nada por su parte, con la excusa de la libertad de expresión.
Ya
sé que existe la idea generalizada de que el arte es libre y nunca debe haber censura,
pero ya he dicho antes que la libertad de expresión es un derecho, claro está,
pero tiene límites. Una sociedad como la nuestra que esta basada en el respeto mutuo
no está permitido ofender y denigrar en nombre de la libertad.
El
respeto por los demás es un valor superior a la libertad absoluta del individuo.
Si no, en nombre de la libertad se podría justificar realmente todo, incluso
las acciones más reprobables.
Pero
si un cantante, por ejemplo, ve como bueno y apoya el asesinato de una persona,
esto no es auténtica libertad, esto no es arte, es violencia despachada por un
supuesto arte. Debemos tener en cuenta y recordarlo continuamente que, si lo permitimos
apoyándonos en una libertad de expresión injusta, la transformamos en tiránica,
porque no tiene en cuenta los sufrimientos ni los sentimientos de los demás.
El
arte tiene una gran responsabilidad: puede educar o confundir. En la antigua Grecia,
donde el teatro era un medio de gran importancia pedagógica, los mensajes que
se transmitían eran examinados cuidadosamente: si se consideraba que no eran
conformes a los valores de la ciudad, no podían ser representados, porque
podían corromper a los jóvenes. Se preocupaban de los jóvenes, sobre todo,
porque aún no están completamente formados, porque son más frágiles, pues se
encuentran en busca de un significado y de respuestas. Todavía están en esa
delicada fase de la “autoconstrucción”.
Este
concepto, muy importante hace más de dos mil años, ¿no puede ser tomado en
cuenta por nuestra sociedad?
No
hay duda de que el mundo está lleno de problemas sin resolver. Y, por supuesto,
que se cantan, se escriben o pintan y se deben combatir a todos los niveles, no
sólo en el ámbito del arte (hay que empezar por la educación familiar, por
acciones políticas creíbles, planes de formación específicos en los colegios o
en la Universidad). Es necesario ser coherentes con el objetivo de una
sociedad mejor, pidiendo también al arte que se ponga a favor de esta buena
causa.
No
hay derecho a que haya personas que remen contra el enorme trabajo que está
tratando de hacer la sociedad.
Otros
aspectos son; ¿A quiénes llegan esos mensajes? ¿A gente emocionalmente estable?
¿O a gente frágil? ¿Personas que se esfuerzan por autocontrolarse? Y, sobre
todo, ¿qué necesidad hay de hacer apología de la violencia? Los asesinatos
puede que no se produzcan, pero ¿aumentará el sentido del respeto a cada persona?
¿Hará el bien? ¿Hará pensar positivamente? Si las respuestas a estas preguntas
son “no”, ¿por qué se debe permitir?
Claro
que, en una época en la que se ataca, por demasiados medios, la dignidad de la
persona apoyando acciones y actos que van en su contra, hace falta valor para
decir que no todo está permitido. Hace falta valor, pero está en juego el
futuro de los jóvenes.
No
se puede permanecer en silencio cuando se ignora deliberadamente que existe un
bien que debemos defender a todos los niveles, explotando la fragilidad de las
personas que buscan modelos fuertes con los que identificarse.
Buenos
días.
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