“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
26 han sido los kilómetros con los que ha contado el
primer capítulo de nuestro viaje a los Montes Universales, los que ha tardado el
núcleo de la Giant en romperse y aunque hemos llegado al nacimiento del río
Tajo, lo hemos hecho con la ayuda de la Berlingo.
Hemos decidido volver a casa para que le cambien el
núcleo a la bicicleta, pues pensamos que era la más rápido y mejor para no
tener problemas con la garantía de la bicicleta y así poder volver lo más
rápidamente posible.
En fin, el núcleo, una pieza que no queda más remedio que
cambiar, pues se puede solucionar un poco para salir del paso sin eliminamos la
rueda libre con unas bridas, pero al ir cargado con alforjas no se pueden hacer
muchos kilómetros y menos aún con las subidas.
El núcleo, siempre hay algo que es el punto central, en
la bicicleta son varios los puntos que no se pueden reparar en un viaje, y que
nos obligan a darlo por finalizado o pararnos durante unos días, y otros muchos
que nos van a impedir continuar y que con una pequeña reparación es suficiente
para proseguir el viaje.
En nuestra vida nos sucede lo mismo, prestamos mucha
atención a los problemas cotidianos que se nos presentan en el trabajo, en
nuestra afición y otras obligaciones secundarias que con un poco de esfuerzo
solucionamos y continuamos adelante y nos olvidamos de lo principal, lo dejamos
de lado.
Dejamos de lado el núcleo, el cuadro, la horquilla, el
manillar, una llanta e incluso el sillín pues pensamos, porque es verdad, que no
se van a estropear y que si tenemos la desgracia de que se nos estropeen ya
veremos. Nos fascinan las reparaciones fáciles, tenemos todas las herramientas
y recambios en las alforjas y así terminamos nuestro viaje y olvidamos lo
esencial, aquello que nos va a impedir seguir con nuestro viaje. Es así, no
hace falta calentarnos la cabeza con aquellas reparaciones que no vamos a poder
solucionar durante el viaje, pero en la vida no es igual.
Nuestra vida pasa demasiado rápido y la muerte nos llega
de sorpresa, inesperadamente. No podemos dejar lo esencial para el final, no es
buena conducta dejar lo principal para el final de la vida, o para momentos que
no quede más remedio que acometerlos, como siempre el problema se encuentra en
averiguar cuáles son los motivos esenciales y principales de nuestra vida, cuáles son esas piezas que si se rompen nos van a amargar la vida y que no vamos a
poder arreglar. Hay que estar preparados, tenemos aún tiempo.
Vamos a volver, solucionaremos esa parte esencial de
nuestra bicicleta y continuaremos a partir del próximo fin de semana, antes de
que el covid-19 y el final de las vacaciones nos lo impida.
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