lunes, 3 de agosto de 2020

¿Alegres en estos días?

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).


Que estamos pasando una mala temporada no extraña a nadie, y creo que es normal que nos encontremos preocupados e intentar no reconocerlo no nos lleva a ninguna parte. Que nos encontremos serenos y tranquilos en medio de este desastre sanitario y económico no quiere para nada decir que debamos estar o sentirnos alegres.

La alegría no la podemos imponer, ni mucho menos exigir cuando vemos como cada día la situación no mejora como debería. La alegría de las personas es algo espontáneo que nace y se transmite cuando las circunstancias en las que nos encontramos nos llevan a ella.

Las personas no somos ajenos a todo lo que está pasando. Somos seres transparentes, contextuales, lo que ocurre a nuestro alrededor nos afecta y altera nuestro estado de ánimo. La desgracia, el sufrimiento y el dolor que esta causando esta pandemia nos afecta pues en eso consiste, precisamente, ser humano, en no ser indiferente al mal del prójimo.

Es muy difícil mantenernos serenos y tranquilos, y mucho más estar alegres cuando todo parece que se derrumba a nuestro alrededor y las expectativas de futuro son todavía oscuras a nivel social y económico.

Si pensamos un poco sobre la alegría, sobre cuando estamos alegres, seguramente llegaremos a la conclusión de que la generamos cuando percibimos un bien, cuando lo descubrimos. Estamos alegres cuando conseguimos alcanzar un objetivo, cuando recibimos una buena noticia, cuando logramos realizar un propósito.

Si experimentamos algo bueno, si vemos lo bueno que podemos conseguir, incluso en estos días negros, seremos capaces de estar alegres. También estaremos alegres si somos capaces de reconocer los bienes que nos han sido dados, los que hemos recibido de los demás sin merecerlo y los que somos capaces de generar.

Todos vemos cada día a personas que viven cómodamente, que no les falta de nada y, sin embargo, nunca están alegres. Vemos, en cambio, a otras que carecen de la gran mayoría de cosas y transmiten alegría por cada poro de su piel. No es curioso. No nos llama la atención que esto pueda ser así.

Esto sucede porque la alegría no es un sentimiento artificial, no se puede comprar, no lo podemos adquirir en una tienda. Aun así, el hombre es capaz, cuando toma conciencia de los bienes que posee, de los amigos que le aprecian, de las personas que le aman, incluso en estos días, puede conservar su alegría.

Por eso, si tomamos conciencia de que somos amados a pesar de todo lo que nos pueda suceder, vamos a experimentar una alegría tan intensa que saldrá de nosotros y será perceptible por los demás. Esta alegría nace de un convencimiento interior, pero, para conseguirlo, es preciso tenerlo. Y no todos lo tienen.

¿Cómo alentar a las personas de que estén alegres en estos días?

Es una tarea complicada. No sirve de mucho lo que pueda escribir, tampoco va a servir que le quite importancia al problema, es más, algunas veces con buena intención puedo decir o hacer cosas que generan el efecto contrario. Crean indignación y rabia.

No creo que existan fórmulas mágicas, no hay recetas que lo curen todo, ni caminos fáciles en estos temas.

Pero, no hacer nada es un fracaso a nuestra inteligencia. Tal vez, estar al lado de las personas que más están sufriendo en esta pandemia sea una buena solución. Pero, estar al lado y callarse, que es lo más difícil.

Más que decirles cosas, lo que hay que hacer es ponerse a disposición y escuchar para que puedan liberar todo su malestar, ya que escuchar ya es, de por sí una cura. Además de eso, se pueden buscar soluciones y alternativas juntos.

En fin:

Buenos Días.


No hay comentarios: