Van pasando los días esperando de que se pase la pandemia, mientras, veo cada vez más frases de esperanza del tipo; “salimos más fuertes”, y ahora es tal vez el momento de preguntarme: ¿de verdad vamos a salir más fuertes de esto?
Recuerdo cómo en los primeros días de la cuarentena no se
paraba de decir aquello de «vamos a salir mejores» y sonaba como una arenga
contra el covid-19. Recuerdo cómo los aplausos a las 20:00 horas a los
sanitarios, era una forma de trasladar nuestro ánimo a quienes estaban en
primera línea. Pero han pasado los meses y no me está dando la impresión de que
seamos mejores ni más fuertes. Son muchos los que nos han abandonado, y todavía
no hemos llorado todo lo que tenemos que llorar. Y aunque estemos aguantando
bastante bien y algunos saquen lo mejor de sí mismos, hay cada día más muestras
de sectarismo y cortoplacismo.
Mientras tanto la crisis sanitaria continúa, la
incertidumbre de si el desconfinamiento traerá un repunte de contagios está en él
ambiente y, además nos enfrentamos a una crisis económica y social sin
precedentes. Todo esto nos conduce a experimentar un cambio en nuestras vidas
que podríamos clasificarlo como una gran transformación que surge por el miedo
a lo que sucederá. Transformación que jamás nos hubiéramos imaginado en nuestra
sociedad hace unos escasos meses.
¿Vamos a ser capaces de transformar nuestra sociedad? ¿Qué
costumbres vamos a tener que reducir o eliminar de nuestra sociedad? Ahora nos gustaría
que hubiera un nuevo orden mundial, que la política, la economía y el derecho dieran
un giro espectacular, para hacer del mundo un lugar más justo y equitativo. Disfrutaremos
de una vida más natural, con menos consumismo superfluo, pendientes de la contaminación
y de la protección de nuestros ecosistemas. Los medios digitales y la
inteligencia artificial se desarrollarán a tal nivel, que el ser humano será
dependiente absoluto de ellos (trabajo, ocio, salud, etc.) En cuanto a las
relaciones sociales serán más distantes, aunque la concienciación del
cuidado, afecto y ayuda a las personas, mejorará de forma considerable.
El mundo ha visto en estos días de reclusión, como
nuestro entorno natural ha mejorado considerablemente (el aire, la meteorología,
los árboles, los animales…), nuestra solidaridad se ha superado de forma
notable y hemos visto como profesiones de todo tipo, poco apreciadas hasta
ahora, han sido valoradas de forma significativa.
Vamos a preparar a nuestros jóvenes en la ética, como
principio básico, en la honradez, la responsabilidad, el esfuerzo, el deseo de
superación, el respeto a las leyes y por el derecho de los demás y en la
honestidad… pues nos hemos dado cuenta de que estos principios son el germen de
una mejora en la persona.
Pero ¿Qué nos ocurrirá cuando aparezca esa vacuna
salvadora? ¿Se nos olvidará todo lo sucedido? ¿Tendremos en cuenta esos hábitos
que harían que nuestra forma de vivir fuera más natural y solidaria?
El tiempo nos lo dirá y el ser humano decidirá.
Solo espero poder decir dentro de unos meses que, si al
menos no salimos mejores personas ni más unidos, por lo menos tampoco salgamos
más estropeados.