viernes, 22 de mayo de 2020

Estar a la escucha.

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)


Hace un par de semanas que me canse de estar todos los días escuchando las opiniones más extrañas y peregrinas de quienes pertenecen a la chismografía de los medios de comunicación social. Opiniones extravagantes e insólitas hasta el extremo.
Decidí no perder más el tiempo en considerarlas y dedicarme a visitar solo la web del ministerio de Sanidad y atender sus recomendaciones para hacer frente al covid-19. En los demás temas me encuentro con muchas opiniones e informaciones que vienen de quienes menos valoro y no pienso que por estar recogidas por muchos medios de comunicación social las revalorice y les dé más valor.
En realidad, todos nosotros enfrentamos la vida y escuchamos a los demás con un criterio, con una postura, con algún prejuicio que nos hace apartar multitud de cosas que oímos y a las que no concedemos importancia, prescindimos de ellas sin más.  
Es así, con la educación que hemos recibido a lo largo de la vida hemos ido estableciendo un sistema de ideas, de sentidos y valores que han formado nuestra personalidad. Por eso, doy valor a lo que creo que lo tiene y desecho todo lo que es improcedente, vacío y sin sentido o tengo como tal. Y eso es la educación que vamos adquiriendo en nuestra vida. Formamos nuestra persona a lo largo de la vida.
Pienso que eso es también una madurez espiritual, si, voy madurando espiritualmente a lo largo de mi vida. Y es así, como voy cubriéndome de una protección que me permite desechar tantas insensateces como tengo que oír todos los días a mi alrededor o ver tantos comportamientos que nunca se me ocurriría imitar.
Esa, podría decir, autoeducación es una defensa contra tanto sinsentido como tengo que sufrir en esta vida. Porque la vida, que sin duda está llena de momentos maravillosos y cosas dignísimas, tiene también cosas insufribles y sin duda desechables.  
No espero que cada día venga alguien a solucionarme todos esos momentos fastidiosos ni que me dé un remedio para toda clase de males sociales, físicos o psíquicos. Nadie da más de lo que tiene. Y pienso que el encuentro con la verdad muchas veces sucede en medio de tantas sandeces como hay que oír a diario, el hallazgo de esta joya ocurre en medio de mucho barro. Hay que “estar a la escucha” en medio de tanto ruido vacío e insensato y saber responder como se merece ante ese momento en que encontremos la verdad. 
Buenos Días.

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