“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto
hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Hace un par de semanas que me canse de estar todos los
días escuchando las opiniones más extrañas y peregrinas de quienes pertenecen a
la chismografía de los medios de comunicación social. Opiniones extravagantes e
insólitas hasta el extremo.
Decidí no perder más el tiempo en considerarlas y
dedicarme a visitar solo la web del ministerio de Sanidad y atender sus recomendaciones
para hacer frente al covid-19. En los demás temas me encuentro con muchas
opiniones e informaciones que vienen de quienes menos valoro y no pienso que
por estar recogidas por muchos medios de comunicación social las revalorice y
les dé más valor.
En realidad, todos nosotros enfrentamos la vida y
escuchamos a los demás con un criterio, con una postura, con algún prejuicio
que nos hace apartar multitud de cosas que oímos y a las que no concedemos
importancia, prescindimos de ellas sin más.
Es así, con la educación que hemos recibido a lo largo
de la vida hemos ido estableciendo un sistema de ideas, de sentidos y valores
que han formado nuestra personalidad. Por eso, doy valor a lo que creo que lo
tiene y desecho todo lo que es improcedente, vacío y sin sentido o tengo como
tal. Y eso es la educación que vamos adquiriendo en nuestra vida. Formamos
nuestra persona a lo largo de la vida.
Pienso que eso es también una madurez espiritual, si, voy
madurando espiritualmente a lo largo de mi vida. Y es así, como voy cubriéndome
de una protección que me permite desechar tantas insensateces como tengo que
oír todos los días a mi alrededor o ver tantos comportamientos que nunca se me
ocurriría imitar.
Esa, podría decir, autoeducación es una defensa contra
tanto sinsentido como tengo que sufrir en esta vida. Porque la vida, que sin
duda está llena de momentos maravillosos y cosas dignísimas, tiene también
cosas insufribles y sin duda desechables.
No espero que cada día venga alguien a solucionarme todos
esos momentos fastidiosos ni que me dé un remedio para toda clase de males
sociales, físicos o psíquicos. Nadie da más de lo que tiene. Y pienso que el
encuentro con la verdad muchas veces sucede en medio de tantas sandeces como
hay que oír a diario, el hallazgo de esta joya ocurre en medio de mucho barro.
Hay que “estar a la escucha” en medio de tanto ruido vacío e insensato y saber
responder como se merece ante ese momento en que encontremos la verdad.
Buenos Días.
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