miércoles, 27 de mayo de 2020

Saber algo y decirlo.


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).


No me cansaré de valorar los esfuerzos de tantas personas, de médicos, sanitarios, personal de residencias de mayores, policías, militares y demás componentes que se encuentran en primera línea de esta lucha contra el covid-19.
Valoro mucho esa lucha de tanta gente y los esfuerzos que se están haciendo para encontrar pronto una vacuna que remedie y pare la propagación del virus. Sin embargo, es necesario, otra vez, no olvidar en estos días que el ser humano no es solo cuerpo, sino que es un espíritu, que tiene alma, que necesita de la medicina de la esperanza para frenar el desaliento espiritual, el pesimismo existencial y la arrogancia egoísta.
Es necesario, es vital encontrar razones para la confianza, razones que nos hagan sentir que la enfermedad y la muerte no pueden tener la última palabra en esta historia. Por qué de ser así, tendríamos que aceptar que con el covid-19 nos ha llegado y están entre nosotros todos los males del mundo y que sólo tenemos la engañifa de la esperanza para que nos consolemos, porque al fin y al cabo nadie puede cambiar nuestro destino, morir.
Sin embargo, hay que resistirse a ese feo planteamiento, pues a mí entender, existe en nosotros un anhelo de eternidad, de felicidad y perfección que forman las esperanzas que tiene toda persona en su vida. Ahora bien, mi forma de ver y entender la vida me lleva a mirar por encima de las esperanzas materiales que sé que son caducas como la misma vida. De forma que, desde mi libertad, voluntad y acción necesito poner mi confianza interior más allá de la vida, de la vida natural o sea en la vida sobrenatural, la que se encuentra más allá de la muerte. Esta esperanza, no invalida, de ninguna manera, las esperanzas materiales por efímeras que sean, sino que bien encauzadas me pueden llevar a vislumbrar aquí en la vida natural la sobrenatural.
Tal cómo yo lo veo, si la vida natural entra en contacto con la vida sobrenatural, la vida natural está perdida, pues esa tendencia que tenemos todos lo hombres hacia algo que no esta aquí se agranda y nos sentimos inquietos en cualquier sitio que no sea el eterno, al darnos cuenta de que somos seres inacabados.
Esta confianza que se tiene en que vamos a poder ser por fin “acabados” es la que produce alegría frente a la tristeza, seguridad ante los desalientos, ilusión cuando nos alcanza la desesperación, vida cuando se nos condena a la muerte.
En esta situación de pandemia, no me queda más remedio que intentar contagiar este tipo de esperanza, la que se tramite de corazón a corazón. Ya sé que no se trata de una fórmula mágica que hará desaparecer el problema. No, es una solución que no pasa por encima del sufrimiento y de la muerte, sino que los traspasa, abriendo un paso entre todo este caos, ayudándonos a transformar lo malo en bueno.
Si esta idea no consigue ayudar a nadie al menos espero que lo acompañe, veo a si las cosas y lo digo, de lo que se trata es de saber algo y decirlo, y ahora que cada cual recorra su camino.
Buenos Días.

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