“Todo este lío actual está sustentado en el curioso principio de sacrificar los usos antiguos porque no encajan con los abusos modernos” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Ayer por la tarde estuve leyendo un artículo sobre la “era de la desconexión” que curiosamente y para mi asombro no
explicaba lo que, a mí, a primera vista me parecía. Resulta que vivimos tan
conectados que al final estamos desconectados.
Durante siglos nuestras relaciones e
intercambios se han realizado en el marco de un mismo ambiente, ahora, no solo hemos
desconectado de nuestros ambientes cotidianos, sino que la gran mayoría de
nuestros intercambios con otras personas se realizan por internet o por el móvil.
Cada una de nuestras pasiones del ánimo, como
la ira, el amor, el odio, etc., y especialmente el amor o el cariño, han
contado desde siempre con el rostro y con el contacto directo con las personas,
todo esto queda sustituido por relaciones que terminan en el anonimato, lo que
expande la sensación de soledad, de aislamiento. Esta frialdad en las
relaciones va a influir negativamente en nuestra forma de ser, cuando el abuso
de tecnologías informáticas nos conduce a algo tan grave como prescindir de la
comunicación personal con los compañeros, amigos…
Hay que intentar darnos cuenta y por lo
tanto ser conscientes de que la supremacía de la técnica sobre la ética equivale
al dominio de la materia sobre el espíritu, lo que dejaría al hombre a merced de
la tecnología, y las personas que somos conscientes de esto debemos proteger al
ser humano contra la destrucción de sí mismo.
Desde siempre, bueno desde Platón, para
entender y proteger al hombre no basta con observarlo fríamente, sino que es
necesario contemplarlo con amor, acercarnos para conocerlo y saber de su
voluntad, y entonces, surgirá la necesidad de cuidarlo, de interesarse por su
vida, porque lo consideraremos único y parte indispensable de nuestra vida.
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