domingo, 14 de noviembre de 2021

Volver.

 “Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos” (G. K. Chesterton) 

Ir a recoger el dorsal para la carrera de hoy a Gandía puede ser, a pesar de ser un recorrido mil veces realizado, una experiencia inesperada y motivadora, y es que recorrer y volver a lugares que nos son familiares también debería ser una opción cuando buscamos un objetivo.

 Cuando buscamos un sueño, un proyecto que nos ilusione por lo general lo intentamos localizar en lugares y en experiencias que nos resulten nuevas, casi nunca nos detenemos en buscar dentro de nuestros recuerdos y experiencias pasadas.

Es interesante tener, y si no se posee hay que buscarla, una imaginación capaz de ver como nuevas todas las cosas, todas nuestras experiencias y recuerdos, porque todas las cosas, todas nuestras experiencias y recuerdos han sido una vez nuevos. Se trata de una facultad mental, un gran don que nos hace ver todo lo que ha sucedido como si estuviera sucediendo o estuviera a punto de suceder.

Admirar ese lugar que tanto nos impresiono como algo del pasado es casi estúpido, es tonto. Pero admirar ese lugar como una novedad sería una visión autentica y una recreación del pasado. Pues es un hecho que advertimos algo que nos hizo sentir que estábamos viviendo un momento maravilloso, y no creo que sea cometer una injusticia con ese momento si tratamos de comprender algunos de los sentimientos que nos llevaron allí, y así aprender a verlos otra vez como si fueran nuevos. Esos sentimientos no se hacen añejos; sólo nosotros nos hacemos añejos, lo que es excusable como comprenderéis, por eso no tenemos por qué jactarnos de su antigüedad.  

No podemos decir que tenemos imaginación a la hora de buscar nuestros objetivos si no somos capaces de imaginar algo diferente de nuestra imaginaria favorita. Tampoco nos podemos considerar libres para elegirlos si no podemos caminar hacia atrás lo mismo que hacia adelante, sino no somos capaces de volver a donde ya estuvimos o ir a donde no hemos estado nunca.

Muchas veces tomamos decisiones pensando solamente en lo que tenemos delante, en como nos sentimos en ese momento y, no nos podemos considerar tolerantes a menos que podamos aceptar nuestras opiniones cuando teníamos un estado de ánimo diferente a nuestro estado de ánimo actual.  

No somos audaces o fuertes o poseedores de una visión clara de la realidad a menos que seamos lo bastante fuertes para resistir los efectos neuróticos de nuestro cansancio y poder seguir viendo las cosas tal como son más o menos, los grandes paisajes como grandes, las grandes personas como grandes, los actos y las aventuras notables como notables, aunque otras personas se hayan cansado de ellos, y aunque yo mismo me haya cansado de ellos. Mantener las proporciones de las cosas en la mente es lo único que nos libra de la intolerancia. Y una persona puede mantener las proporciones de las grandes cosas en su mente, aunque no sucedan en este momento, ni nuestros sentidos estén tranquilos o nuestros nervios alterados.

En fin, no me importa que se adoren las cosas nuevas ni las novedades, pero me opongo a que se adore la novedad. Me opongo a esa clase de concentración que se da en considerar ese instante imborrable como único e irrepetible, porque estrecha nuestra mente, lo mismo que al contemplar una cosa muy pequeña que se va acercando estrecha nuestro campo de visión.

Buenos días.

https://www.instagram.com/?hl=es

No hay comentarios: