“Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos” (G. K. Chesterton)
Ya he empezado a trasformar
la Diverge en una bicicleta ciclo- viajera y, lo primero es empezar por la
seguridad; ver y ser visto.
Para ver, un espejo
retrovisor, y para ser visto unos reflectantes en los rayos de las ruedas. No
es normal ver ciclistas por la carretera con espejo retrovisor, aunque los
ciclo-viajeros la mayoría los solemos llevar, y los reflectantes suelen llevarse
los justos, los que van con la bicicleta o los que llevan las alforjas, pero a mí
me gusta que me vean un poco más y añado los de los radios.
No voy a enumerar las
ventajas tanto del espejo como de los reflectantes pues creo que son obvios, y
su uso siempre va a depender del nivel de seguridad con el que nos queramos
mover. Y los viajes en bicicleta siempre van a tener riesgos, y no me estoy
refiriendo solo a los problemas con otros vehículos a motor.
Es un tópico afirmar que el
riesgo va unido a cualquier actividad que realicemos. Y los que se creen que
poseen una seguridad alta, se encuentran, en realidad, ante numerosos riesgos y
están en una incertidumbre mayor de lo que piensan. Pues el mero hecho de
creerse seguro y sin problemas es ya un peligro. Como suele decirse; “la
confianza mata al hombre”.
Si estamos quietos, sin
movernos, si no esperamos nada en esta vida, podemos decir que estamos más seguros
y tranquilos. Por el contrario, si no paramos de movernos, si estamos
constantemente haciendo cosas, si estamos esperando que suceda algo, siempre
correremos un riesgo, y tanto más cuanto más seguros y a salvo nos creamos.
Para muchas personas, no esperar nada, no hacer nada es no desear, y no desear
es igual a no vivir. Vivir es desear y, por tanto, es normal asumir los riesgos
correspondientes.
Ahora bien, un poco de
riesgo es normal y aconsejable, pero debe tener su umbral psicológico y su límite.
Pues un riesgo excesivo produce angustia y nos arruina la vida.
Cuando viajamos en
bicicleta, de alguna manera, queremos una parte de riesgo, sin embargo,
queremos también un viaje seguro, en la medida de lo posible. Y es que la
seguridad también forma parte integrante del buen vivir.
Podríamos decir que riesgo y seguridad son dos puntos
opuestos muy humanos, que experimentamos psicológicamente y que podemos -de
modo reflexivo enfocar éticamente. Todo ciclo-viajero tiene la inclinación a convertir
su bicicleta, la tienda de campaña, sus utensilios de camping, en la medida de
lo posible, en un entorno habitable, en su "casa". Todo ello es
seguridad. Pero, al mismo tiempo, nos gusta poder viajar, con la aventura y el
riesgo consiguiente. Lo uno no se da sin lo otro.
Es decir, no queremos sólo el riesgo, sino que queremos
también tener un viaje y una vida segura, en la medida de lo posible. La
seguridad forma parte integrante del buen vivir humano.
Por ello, lo que siempre buscamos en el fondo es un buen
enlace de riesgo y seguridad.
De la misma forma que psicológicamente nos gustan y
necesitamos las dos dimensiones -aunque, según cada carácter, unos se inclinen
más al riesgo y otros a la seguridad-, éticamente es alabada la persona que
sabe encontrar el punto justo en cada caso. Sabe cuándo debe y puede arriesgar,
y cuando debe y puede buscar lo seguro.
Indudablemente, la dificultad, tanto psicológica como
ética, está en encontrar el punto exacto del riesgo y de la seguridad. Pero,
sobre todo, está en combinar las dos adecuadamente. Como decíamos antes, hay
quienes presumen de jugar a lo seguro, y probablemente, en la mayor parte de
los casos, son los que más riesgos corren, pues el que no tiene la tensión de
la aventura y de lo imprevisible está en permanente riesgo. Según el antiguo
adagio de San Agustín, el que no avanza, retrocede.
Tengo que decir también, y ésa es una realidad que veo
constantemente en muchos ciclo-viajeros, que los que más viajes largos realizan,
ya sean en kilómetros como en tiempo, en verdad, están jugando a lo seguro. Los
que parece que se arriesgan constantemente, se mueven, por lo general, con todo
tipo de seguros y formas de seguridad.
El "hombre común" no es nunca un
"héroe" que pueda llegar a amar el riesgo por encima de la seguridad.
El "hombre común" solamente está dispuesto a arriesgar un poco,
siempre que su seguridad mínima esté garantizada.
Y los ciclo-viajeros somos hombres comunes y normales.
Buenos días.
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