“Entrar en el mundo de la acción es entrar en el mundo de los límites” (G. K. Chesterton)
Muchas veces, por no decir todos los días, me gustaría, quisiera
ser capaz de averiguar el futuro. Me pregunto: ¿Cómo me irá el año que viene?
¿Dónde estaré dentro de cinco o seis años? Y muchas veces, por no decir todos
los días me respondo que no hay respuesta.
Y es que lo habitual es que no tengamos suficiente información
para saber cuál es el siguiente paso que dar: lo que sucederá o lo que tenemos
que hacer dentro de una hora o mañana. El arte de vivir consiste en gozar de lo
que podemos saber y no lamentarnos por lo que no sabemos. El acierto se
encuentra cuando somos capaces de dar el paso siguiente con la confianza de que
sabemos lo suficiente para el paso ulterior, podemos caminar por la vida con
alegría y sorprendernos al comprobar cuán lejos podemos llegar. Hay que
disfrutar con lo poco que sabemos del paso siguiente que vamos a dar y no nos
preocupemos demasiado en tener toda la información de lo que pasará en los
próximos años.
Si hacemos caso de nuestra experiencia, es verdad que
podemos prever algo de lo que sucederá. La seguridad en acertar depende de la
mayor o menor unión entre lo que conocemos del presente y sus efectos en el
futuro. Es así como se hacen por ejemplo las previsiones meteorológicas: se
estudia el presente teniendo en cuenta el pasado, y se sacan conclusiones más o
menos acertadas sobre el futuro.
Sin embargo, no quiero terminar esta mañana sin nombrar
algo que, sí que conocemos del futuro, nuestra muerte, y para los católicos el
saber que tenemos la posibilidad de una vida eterna en el paraíso, aunque hay
que decirlo todo, también tenemos la posibilidad de pasarla en el infierno. El
saber como tomar un camino u otro nos hace ser más felices en la tierra.
Buenos días.
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