“Entrar en el mundo de la acción es entrar en el mundo de los límites” (G. K. Chesterton).
Buena mañana para seguir filosofando, hace
fresco y casi llueve, día gris que invita a la reflexión y a “tomárselo con
filosofía”. Aunque esa frase tan utilizada de “¡Tómatelo con filosofía!" Bien merece
una aclaración.
Y es que esa frase puede entenderse
mal pues se utiliza como una llamada a la calma, a la reflexión, a la
consciencia y a la conciencia… pero no se trata de una invitación a la
pasividad, a verlas venir, al conformismo. “Tomárselo con filosofía” no es otra
cosa que ante una realidad, analizarla, investigarla, reflexionar para
conocerla y, en consecuencia, asumir y responder.
Si queremos conocer bien nuestra
realidad o la que tenemos a nuestro alrededor es necesario pasar por algunas
etapas que nos harán hacernos responsables y dueños de nuestros actos, para no
dejarnos manipular, para no enajenarse, para saber y tener conciencia del “por
qué”, del “para qué” y del “cómo” de nuestros actos, de nuestras respuestas. Sucede
que muchas veces cuando nos encontramos con la realidad de las cosas y tenemos
que tomar una decisión se presentan unas sensaciones, unos sentimientos, unos
deseos, dudas también, inseguridades y miedos que nos invitan a la huida, a
escapar.
Sin embargo, podemos encontrar
recursos, razones, motivaciones para decir o dar nuestra palabra, nuestra
opinión… Podemos recurrir al exterior cuando no tenemos suficientes datos,
experiencias o conocimientos en nuestro interior. Acudir y buscar experiencias
de otros, a teorías heredadas, a esos testimonios que enriquecen la vida y
hacen grande al ser humano. No se trata de copiar, para repetir, sino para
comprender y entender mejor lo que tenemos delante, lo que, en nuestro interior
nos llama la atención y está pidiendo una palabra, un gesto, una respuesta.
Es entonces cuando deberíamos recurrir
a la Sabiduría, con mayúscula, cuando se debería de investigar en las palabras
y los escritos que hay llegado hasta nosotros, en sus reflexiones y enseñanzas
que ya se han confrontado con parecidas situaciones o incluso con las mismas,
en fin, tengamos a nuestro alcance la filosofía.
Pero, la filosofía, entendida
como esa actividad por la que se busca de una forma lúcida y reflexiva
comprender la realidad y moverse en ella.
Tomar las cosas con filosofía,
ser libre, consciente de nuestro destino, ser dueño y conductor de nuestra vida.
Ser filosofo para tener amplitud de miras, abrir ventanas, divisar otros
caminos posibles… resituarse, reinventarse y realizarse desde los diferentes puntos
de vista. Y es que, como escribe María Zambrano: “El filósofo concibe la vida
como una continua alerta, como un perpetuo vigilar y cuidarse. El filósofo
jamás duerme, desecha de sí todo canto halagador que pudiera adormirle, toda
seducción, para mantenerse lúcido y despierto. El filósofo vive en su
conciencia, y la conciencia no es sino cuidado y preocupación”.
Pero claro, pensar por uno mismo
implica que si queremos lograrlo verdaderamente nos tendremos que apoyar en el
pensamiento de otros, especialmente en el de los grandes personajes del pasado.
Pensar y reflexionar no es solamente una aventura; es también un trabajo que no
puede llevarse a cabo sin esfuerzo, sin lecturas, sin herramientas. Y la
cuestión está en que no dejamos de hacernos preguntas, algunas son pura
curiosidad, otras las provocan las circunstancias, muchas surgen ante
determinados contratiempos y hechos inesperados y, ante ciertas experiencias,
sean de pesar o de alegría, la pregunta es el medio, el camino de salida, de
ruptura de toda opresión, de huida otras, de dar comienzo a posible solución, a
posible liberación… Buscar respuestas a las preguntas con seriedad es
filosofar. “No se filosofa para pasar el tiempo, ni para lucirse, ni para
juguetear con conceptos: se filosofa para salvar la piel y el alma”, he leído
por ahí.
Y así ir viviendo la vida, revistiéndola
de conocimientos y experiencias, que van modelando un estilo y una forma de
mirar, de estar, de ser… de situarse en un contexto, en la realidad de la que
formamos parte y necesitamos y que vamos definiendo y creando con nuestra
presencia, nuestras acciones, que deseamos sean sabias… Es cierto que no todos
pueden sobresalir por su inteligencia, como es cierto que todo hombre puede ser
sabio.
Y termino hoy con una gran frase
de Heráclito: “A todos los hombres les está concedido conocerse a sí mismo y
ser sabios”.
Buenos días.
Imagen de analogicus en Pixabay
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