“Entrar en el mundo de la acción es entrar en el mundo de los límites” (G. K. Chesterton).
En este regreso a la vida bajo
un sólido techo, y disponer de una gran parte de las comodidades que nuestra
sociedad nos brinda, hay ciertas costumbres a las que estoy volviendo que intuyo
pueden llegar y de hecho llegan a ser como cadenas que representan una falta de
libertad o que la provocan.
Lamentablemente, son unas
cadenas que me impongo sin casi darme cuenta. Me refiero a esas decisiones que
tomadas libremente me introducen en una forma de vida de las que luego me
cuesta mucho salir o no puedo liberarme del todo.
Eso ocurre, de una forma
constante y dramática con algunas dependencias. Por ejemplo, que no es mi caso,
cuando se opta un día y otro por alguna clase de droga, o por ciertas bebidas,
o por juegos de azar, hasta que se termina por estar encadenado no solo psicológicamente,
sino que también físicamente a algo.
También puede ocurrir, de un
modo menos dramático, con algunas actividades que escogemos y que, normalmente,
no deberían de generar una dependencia, aunque al final llegan a convertirse en
unas cadenas autoimpuestas.
Un ejemplo bastante cercano es
cuando me inscribo en uno o varios boletines de noticias de cualquier tipo e
intento leerlo todos los días antes de comenzar el día, y que me está quitando
tiempo para realizar otras actividades y me obliga a empezar el día con prisas.
O cuando me propongo la compra
de una nueva bicicleta y tengo que reorganizar mi vida con el deseo de ahorrar
más dinero para alcanzar esa compra, a costa a veces de realizar actividades
que me gustan.
O puede suceder también que me
sumerja en todo este mundo de las redes sociales, chats, con las casi infinitas
posibilidades que existen en Internet, hasta el punto de mi vida “virtual”, que
creo que llama (online), ocupe casi más tiempo que la vida “real”, llamada por
lo que parece (offline).
O cuando escojo una cantidad de
actividades que exigen unas cantidades pequeñas de tiempo que, al sumarse,
ocupan buena parte del día: hay que leer estos libros, hay que terminar de
planificar estas rutas, hay que ver cómo termina este capitulo de esa serie…
En muchos de estos últimos casos
esa cadena nos retiene con suavidad, una suavidad que esconde sus daños
potenciales: como se trata de cosas pequeñas, inofensivas, que “casi todo el
mundo hace”, no te das cuenta cómo nos roban gota a gota el escaso tiempo que
tenemos a nuestra disposición.
Para evitar que nos quedemos
atrapados a esas cadenas que son autoimpuestas, ya sean las más graves y peligrosas,
o sean las que parecen ser casi inofensivas, se necesita tener una sana disciplina
en el uso del tiempo, siguiendo unos criterios que nos lleven a lo esencial.
Hay que tomar conciencia de que
nuestra vida es breve, pues ni siquiera se si llegaré al final de este día, y
cuando recordemos que lo único importante está en saber recibir el amor que nos
ha sido dado, dar las gracias por ello, y repartirlo a los demás, sabremos dejar
de lado todo aquello no nos impida alcanzar estos objetivos, y utilizaremos
nuestro tiempo, nuestra inteligencia y nuestro corazón en todo aquello que nos sirva
para amar en este mundo y en la eternidad.
Buenos días.
(Imagen de Foundry Co en Pixabay)
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