martes, 21 de septiembre de 2021

Probamos nuestro camper.

 “Entrar en el mundo de la acción es entrar en el mundo de los límites” (G. K. Chesterton). 

Durante el fin de semana pasado probamos por primera vez el mueble que fabricamos para convertir nuestra Berlingo en un camper, pequeña es verdad, pero a pesar de todo con su utilización en modo de día y de noche.

Parece mentira, pero aún no la había probado, tan solo había realizado algunos kilómetros para comprobar que nada se movía, y solucionar algunas vibraciones que tenía durante la marcha. Y, ahora no se nota ningún ruido cuando circulamos, ha sido un éxito.

Un fin de semana que ha servido para comprobar que, si ha valido la pena el trabajo realizado, y saber que la aprovecharemos en más ocasiones tal como habíamos pensado para trasladarnos con las bicicletas. Aunque debo decir que de momento no he solucionado la colocación de las bicicletas, para una bicicleta ya tengo la solución, pero para la otra aún no tengo la solución definitiva.  

En este caso, saber no significa sólo leer, enterarse, estudiarlo y montarlo; se trata más de practica que de teoría. Saber en esta ocasión no es una cuestión de ciencia, sino de vida. De probarlo no en casa sino en la carretera y en la acampada. Aunque si lo pensamos nos daremos cuenta de que es así también en la mayoría de las ocasiones en las que buscamos una solución o buscamos alcanzar un objetivo.

 Sin embargo, todos queremos saber más, pero el saber que nos debe aportar sabiduría no es el que busca la utilidad, sino el que busca la verdad de las cosas. Esa sabiduría que tiene que ver con el conocimiento profundo de la realidad y que busca el compromiso con una vida auténtica, verdadera. No se trata de amontonar conocimientos sino desarrollar nuestras capacidades y llegar a conocerse a uno mismo. Hay una frase de Lao Tse que nos lo resume y aclara; “Quien conoce a los demás, es inteligente. Quien se conoce a sí mismo, es sabio.”

Como ya sabréis, estos temas no son tan simples, pues conocerse a uno mismo implica alcanzar una mayor conciencia de los demás, lo que nos lleva a comprometernos con la vida y poner nuestro corazón en aquello que es bueno para todos y, entonces llegamos necesariamente a saber amar, amar a los demás sin hacer distinciones, incluso al enemigo.

Y es que, para esto, la inteligencia no basta. La cultura no basta. La habilidad no basta. Decía Aristóteles que; “La sabiduría no puede ser ni una ciencia ni una técnica”. La sabiduría es un saber, cierto, pero un saber vivir.

Es mucha la cantidad de medios de los que disponemos para estar al corriente de lo que sucede por el mundo y para conseguir respuestas a cualquier pregunta sobre cualquier tema. Podemos estar informados, es solo cuestión de pulsar algunas teclas en el ordenador. Y necesitamos de esa información, de los datos que conseguimos, como no, también a través del estudio, de la lectura, de los viajes, de la interrelación con los demás, de cualquier motivo que nos permita escuchar, atender…todo eso nos ayuda a comprender y situarnos en la realidad.

Pero el saber de la sabiduría es otra cosa, es esa gracia que vamos desarrollando y en la que intervienen nuestras experiencias, nuestra memoria, y que despierta nuestro anhelo y deseo desde lo más profundo, más allá de la libre deliberación y del dominio de la razón.

Es convertirnos en filósofos, utilizar la reflexión, el conocimiento, la comprensión, la aceptación de nuestra existencia en busca de la verdad. Utilizar nuestra filosofía para ser libres, conscientes y, consecuentemente, conducir nuestra vida. Ser filósofos y así poder tomar distancia de la realidad para verla mejor, en toda su amplitud. Es entrar en ese misterio que hay en el espacio entre lo que contemplamos y nosotros. Esa distancia no es una cuestión de longitud, es otra cosa: es una cuestión de abandono, desprendimiento y atención, de aceptar y acoger, de tener un respeto que valoré lo que contemplamos porque en sí mismo lo merece, lo que es y está.

En fin, filosofar nos plantea, nos conduce, nos lleva y nos pone ante nuestra realidad espiritual.

Buenos días. 

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