“Entrar
en el mundo de la acción es entrar en el mundo de los límites” (G. K. Chesterton).
Además de volver a todas las
actividades rutinarias, estoy realizando y acostumbrándome, otra vez, a algunas
actividades que no me agrada realizar y que me pueden incluso poner de mal
humor. Actividades y acciones que también me encuentro con ellas cuando viajo en
bicicleta, aunque las veo de una forma distinta.
Ya se que algunas pueden ser,
incluso, obligatorias por motivos legales o simplemente porque hay que
realizarlas sin demora. Sin embargo, otras de esas actividades las tengo que realizar
por descuidos, ya sean por mi culpa o de otros. Por ejemplo, cuando por
descuido se me derrama el cubo del agua al fregar el piso y tengo que dedicar
un buen tiempo para recoger el agua derramada por el suelo. O cuando estando
acampado, por no llevar un colador, se me derraman los macarrones junto con el
agua.
Por lo general me enfrento a
ellas de varias maneras. En algunas ocasiones las realizo con tedio. En otras
las vivo con enfado. También hay veces que con unas ganas locas de terminarlas
cuanto antes. O con una extraña sensación de pesimismo y amargura.
Lo ideal seria afrontarlas con
calma ya que muchas de esas actividades disgustosas forman parte de la vida, y
pueden realizarse con un cierto optimismo: lo que conseguimos al recoger el
agua del cubo y al hervir más macarrones podría ser promover el valor de la paciencia
y de la responsabilidad. Es importante no dejarse llevar por actitudes
negativas, sino saber que la vida está llena de momentos diferentes, y que en
cada uno de ellos es posible encontrar un significado e incluso una ganancia.
Hoy no se aun cuales serán esas
tareas que no me gusta realizar, ni se si se presentara alguna, Pero sí sé que,
si hago todo lo que hago con cariño y pasión, el tiempo dedicado a alguna
actividad que no me agrada puede adquirir un brillo y un valor insospechadamente
hermosos…
Buenos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario