“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Otro
domingo de excursión para ir domesticando el ansia que se produce el no poder
realizar un viaje más largo, unas excursiones que cumplen perfectamente su
cometido y que nos esconden la molestia que produce esa espinita que tenemos
clavada los cicloturistas cuando no podemos irnos.
No
se trata aquí de que tengamos una necesidad de alcanzar cotas altas de ninguna
clase con las excursiones o los proyectos futuros, quizá de lo que se trata, no
es estar en estos meses sin saber lo que tengo que hacer ni siquiera de saberlo,
de lo que se trata es de saber elegir, en estas semanas lo más sano y mejor
para el verano.
En
este caso, como en muchos otros, elegir lo más sano es buscar aquello que da
sentido a la vida y como no al cicloturismo. No estoy hablando ahora de buscar
o encontrar la felicidad o el viaje perfecto, pero sí que es una condición para
encontrarlos el tener un sentido de la vida, pues si no se tiene, cuando se
rompen los proyectos y las ilusiones empieza el triste trabajo de encontrar un
motivo para enfrentarnos a la dura tarea de vivir.
Continuamente
nos encontramos diciendo que la vida no es fácil. Y es verdad. Pero si la vida
que vivimos no tiene sentido, se encuentra vacía, acaba siendo todavía más difícil.
Es cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nuestros proyectos se
desvanecen y nuestra propia libertad está limitada, es entonces cuando necesitamos
saber el sentido de la vida, cuando no se tiene ni idea de adónde nos conduce
lo que hacemos en esta sociedad, y sobre todo cuando vemos que está
disminuyendo el nivel de felicidad a nuestro alrededor es cuando surge la
pregunta por el sentido de la vida y del mundo, y es importante tener ya la
respuesta.
Es
como una epidemia, si son muchos los que no encuentran la respuesta o no la han
buscado se puede llegar incluso a una desorientación general, yo diría, casi
colectiva. Y esto nos afecta a todos pues se traslada a las leyes que se promulgan,
a nuestras costumbres, a las modas, etc., no sólo incumbe a los que más
directamente las usan. Acaban influyendo en todos, como influye el tabaco en
los fumadores pasivos.
Solo
encuentro dos caminos, puede que existan más no lo sé, para respondernos de
manera convincente a la pregunta por el sentido de la vida; tener una tarea que
nos ilusione y enfrentarse con las verdades grandes que se encuentran ahora
comprometidas.
Tener
la respuesta a la pregunta ¿Qué me importa de verdad? Es tal vez un buen camino
para encontrar el sentido de nuestra vida. Se tiene que intentar tener la
capacidad para responder a tres preguntas esenciales que ya son clásicas: ¿Por
qué estoy aquí? ¿Por qué existo? ¿Qué debo hacer? Lo sé, me estoy repitiendo,
pero hay que enfrentarse con estos interrogantes pues por muy intensa que sea
nuestra vida en estos momentos, llegaremos a días en los que no saber la
respuesta nos producirá días de auténtico vacío.
Buenos
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario