“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Al
final no llovió y, nos atrevimos a terminar con el último paso de montaña,
asfaltado, que nos quedaba, de los que separan Pego de los valles que nos
rodean, o por decirlo de otra manera que unen nuestro pueblo con los valles que
nos rodean. Nos quedaba el que une Pego con la Vall de Ebo desde el Pla d’Almisera.
Nosotros lo hicimos en la dirección contraria.
Son
collados a los que hay llegar sin prisas, con tranquilidad, pues las rampas no
permiten que la prisa se adueñe de nosotros de lo contrario nos quedaríamos a
medio camino, es la hora y el momento de recordar y poner en práctica ese
refrán: “Vísteme despacio que tengo prisa”.
Tenemos,
en general, la costumbre y el peligro de ir demasiado deprisa. Muchas veces nos
encontramos corriendo, acalorados por las muchas cosas que tenemos que hacer. Con
prisas. Sin pararnos a pensar. Y una salida en bicicleta debería de ser todo lo
contrario.
Siempre,
bueno, casi siempre, comparo un viaje o una excursión en bicicleta con la vida,
pues les encuentro, no muchos puntos en común, pero si mucho paralelismo, van
uno al lado de la otra, casi nunca se tocan, pero siempre equidistantes y en la
misma dirección como la vía del tren.
Pero
claro un tren sabe dónde va, en cambio muchas personas apenas se detienen para
saber hacia dónde van por la vida. En el cicloturismo viene a suceder lo mismo,
sabemos hacia donde queremos o nos gustaría ir, tenemos presente cual es el
sentido del viaje y, por lo tanto, sabemos cuáles son nuestras prioridades,
pero en la vida muchas personas se olvidan de ellas. Tal vez las sepan, pero no
caen demasiado en la cuenta, porque en el día a día hay muchas, podríamos
llamarlas, emergencias.
Si
nos olvidamos o descuidamos nuestras prioridades para centrarnos en las
emergencias estamos cometiendo un grave error. Lo inteligente, es deshacerse de
las emergencias para ser fiel a nuestras prioridades.
No
es sencillo llegar a estas conclusiones, pues antes hay que detenerse a pensar.
O, mejor todavía, conviene ser consciente, al igual que un tren y el
cicloturista, de hacia dónde nos encaminamos, hacia donde va mi vida. Solo una
reflexión profunda sirve para ser conscientes de lo importante, averiguar
nuestras prioridades.
Resulta
triste, en la vida, no tener ni idea del porqué de nuestra existencia. Muchas
personas piensan que su prioridad esta en la adquisición de bienes, para
conseguir cada vez más calidad de vida y, esto conlleva muchas horas de
trabajo, complicarse mucho la vida y seguramente, no tener demasiado presente a
las personas que le rodean. Todo su tiempo y todos sus esfuerzos se concentran en
trabajar, para ganar más y más. Tienen una idea equivocada de hacia dónde van
de verdad.
Es
verdad, que hay muchos que, aun sabiendo, teniendo una cierta idea de cuál es
la dirección acertada, de hecho, no la siguen porque ni se acuerdan, ni lo
consideran. Están concentrados solo en las emergencias. Si solo nos dedicamos a
las “emergencias” no vamos a ninguna parte. Terminamos cada día, o un viaje, o
la vida, y solo hemos subsistido. Solo si seguimos nuestras prioridades
tendremos una identidad, sabremos por qué decir o no decir sí.
Lo
vemos muchas veces, muchos que no construyen nada, solo van con prisas, sin
saber bien para qué. Van a lo suyo, pero no a lo suyo de verdad, van a lo suyo
del momento, a lo que esta de moda, sin una perspectiva seria en ningún caso. Hay
personas que, llegadas a un punto, aun momento en su vida, que se dan cuenta, y
piensan: debo decidir mis prioridades. Sin embargo, curiosamente, esto es una
equivocación. Aquí se encuentra el centro de todo el problema: las prioridades
no se deciden. Las prioridades se reconocen. Se acogen. Se admiten. Siempre las
hemos tenido dentro de nosotros no hay que buscarlas fuera.
Por
eso, porque las prioridades vienen dadas, lo esencial es pararse para
reconocerlas. Ser capaz de encontrarse con esa voz que nos habla desde dentro, saber
escucharla. Si no la vida o un viaje es un ir y venir para no se sabe qué.
Buenos días.
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