lunes, 26 de abril de 2021

Nuestras prioridades.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Al final no llovió y, nos atrevimos a terminar con el último paso de montaña, asfaltado, que nos quedaba, de los que separan Pego de los valles que nos rodean, o por decirlo de otra manera que unen nuestro pueblo con los valles que nos rodean. Nos quedaba el que une Pego con la Vall de Ebo desde el Pla d’Almisera. Nosotros lo hicimos en la dirección contraria.

Son collados a los que hay llegar sin prisas, con tranquilidad, pues las rampas no permiten que la prisa se adueñe de nosotros de lo contrario nos quedaríamos a medio camino, es la hora y el momento de recordar y poner en práctica ese refrán: “Vísteme despacio que tengo prisa”.

Tenemos, en general, la costumbre y el peligro de ir demasiado deprisa. Muchas veces nos encontramos corriendo, acalorados por las muchas cosas que tenemos que hacer. Con prisas. Sin pararnos a pensar. Y una salida en bicicleta debería de ser todo lo contrario.

Siempre, bueno, casi siempre, comparo un viaje o una excursión en bicicleta con la vida, pues les encuentro, no muchos puntos en común, pero si mucho paralelismo, van uno al lado de la otra, casi nunca se tocan, pero siempre equidistantes y en la misma dirección como la vía del tren.

Pero claro un tren sabe dónde va, en cambio muchas personas apenas se detienen para saber hacia dónde van por la vida. En el cicloturismo viene a suceder lo mismo, sabemos hacia donde queremos o nos gustaría ir, tenemos presente cual es el sentido del viaje y, por lo tanto, sabemos cuáles son nuestras prioridades, pero en la vida muchas personas se olvidan de ellas. Tal vez las sepan, pero no caen demasiado en la cuenta, porque en el día a día hay muchas, podríamos llamarlas, emergencias.

Si nos olvidamos o descuidamos nuestras prioridades para centrarnos en las emergencias estamos cometiendo un grave error. Lo inteligente, es deshacerse de las emergencias para ser fiel a nuestras prioridades.

No es sencillo llegar a estas conclusiones, pues antes hay que detenerse a pensar. O, mejor todavía, conviene ser consciente, al igual que un tren y el cicloturista, de hacia dónde nos encaminamos, hacia donde va mi vida. Solo una reflexión profunda sirve para ser conscientes de lo importante, averiguar nuestras prioridades.

Resulta triste, en la vida, no tener ni idea del porqué de nuestra existencia. Muchas personas piensan que su prioridad esta en la adquisición de bienes, para conseguir cada vez más calidad de vida y, esto conlleva muchas horas de trabajo, complicarse mucho la vida y seguramente, no tener demasiado presente a las personas que le rodean. Todo su tiempo y todos sus esfuerzos se concentran en trabajar, para ganar más y más. Tienen una idea equivocada de hacia dónde van de verdad.

Es verdad, que hay muchos que, aun sabiendo, teniendo una cierta idea de cuál es la dirección acertada, de hecho, no la siguen porque ni se acuerdan, ni lo consideran. Están concentrados solo en las emergencias. Si solo nos dedicamos a las “emergencias” no vamos a ninguna parte. Terminamos cada día, o un viaje, o la vida, y solo hemos subsistido. Solo si seguimos nuestras prioridades tendremos una identidad, sabremos por qué decir o no decir sí.

Lo vemos muchas veces, muchos que no construyen nada, solo van con prisas, sin saber bien para qué. Van a lo suyo, pero no a lo suyo de verdad, van a lo suyo del momento, a lo que esta de moda, sin una perspectiva seria en ningún caso. Hay personas que, llegadas a un punto, aun momento en su vida, que se dan cuenta, y piensan: debo decidir mis prioridades. Sin embargo, curiosamente, esto es una equivocación. Aquí se encuentra el centro de todo el problema: las prioridades no se deciden. Las prioridades se reconocen. Se acogen. Se admiten. Siempre las hemos tenido dentro de nosotros no hay que buscarlas fuera.  

Por eso, porque las prioridades vienen dadas, lo esencial es pararse para reconocerlas. Ser capaz de encontrarse con esa voz que nos habla desde dentro, saber escucharla. Si no la vida o un viaje es un ir y venir para no se sabe qué.

Buenos días.

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