sábado, 10 de abril de 2021

¿Y si optamos ser más sencillos?

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton). 

Suponiendo que en julio ya se pueda viajar por Europa y, ya con la vacuna puesta, es hora de empezar a ver cómo nos comportamos en estos, casi, tres meses que faltan.

Estoy utilizando parte de este tiempo en preparar un viaje de largo recorrido en bicicleta, por si no nos decidimos a utilizar la berlingo para subir al Nordkapp, y lo estoy haciendo como ya comenté por debajo del Báltico.

Se puede ver cada día con más asiduidad y se puede comprobar en las redes, la depresión que causa el comprobar como no alcanzamos nuestros sueños y llegar a la conclusión de que nunca los alcanzaremos. Sin embargo, los casos más graves los podemos encontrar no en personas que somos o son de poca importancia y sin influencia sino, curiosamente, en personas que mirando sus perfiles en las redes vemos que tienen una vida maravillosa y que muchas veces envidiamos y con muchísimos seguidores y que un día sin entender el motivo se deprimen y pueden llegar a elegir quitarse la vida.

Dar una imagen en las redes idílica es relativamente sencillo pero lo importante es que sea real, que sea verdadera, que no sea una proyección de lo que nos gustaría vivir o de cómo nos gustaría hacerlo, y que trasladamos a la red. Desafortunadamente podemos llegar a creérnosla según la vamos publicando. Y esto es un problema, un problema de visión de la vida.

Yo no sé a vosotros, pero a mí a veces se me olvida que estoy aquí de paso y que no viviré eternamente. Creo que, enmarcadas de forma correcta, están muy bien esas frases tipo “Persigue tus sueños” o “Puedes hacer todo lo que te propongas” pero también considero que debe ser agotador y que no hay cuerpo que aguante pasarse la vida corriendo detrás de algo que tal vez no ocurra nunca o no sea para nosotros. Hay que poner los pies en la tierra.

Soy de la opinión de que lo verdaderamente difícil es llegar al final de nuestros días haciendo balance y poder decir: He vivido completamente feliz todos y cada uno de mis días con lo que me ha tocado vivir. No considero que haya que volverse loco buscando una gran hazaña que haga que nos recuerden en los libros sino algo más simple pero que nos cuesta un poco asimilar: vivir serenamente.

Parece claro y nos puede parecer incluso absurdo ¿verdad? Es lógico pensar que si estoy leyendo o viendo esto es porque estoy viviendo. No me refiero a un estado de vida orgánico, sino intelectual, a un modo se ser. Hablo de ir un poco más allá, de algo discreto y a la vez poderoso que, sin hacerse apenas notar, hace posible nuestra existencia. Hace vivir plenamente.

Se trata de vivir apasionadamente, de una manera mucho más intensa, más personal. Sin ponerle ahora una etiqueta, es vivir intensamente todo lo que hay en nuestra vida con esa sensación de eternidad. Todo eso es vida. No sé si me explico bien. Es la vida con sus alegrías y sus tristezas, con sus risas y sus llantos, con sus aciertos y sus errores, todo en un equilibrio perfecto. En el momento en que perdemos de vista todo el conjunto, la vida nos resultará absurda y todo se nos hará irracional.

Hay que amar la vida como es, no una vida que soñamos o que imaginamos, sino esa vida que se nos propone día tras día, pero descubriendo y admirando todas sus riquezas ocultas, sacando provecho de las situaciones más normales y rutinarias. No recuerdo ahora quien lo dijo, pero alguien escribió que las personas inteligentes son aquellas que hacen fácil, no lo difícil sino lo complejo. Esas personas que no son complicadas, sin malicia a la hora de obrar. Posiblemente no sean brillantes porque no hace falta que lo sean, lo que sí ocurre es que su presencia y su trato mejora el lugar donde se encuentran y se les echa en falta cuando no están.  

Es fácil que confundamos el poseer mucho carácter o vivir de forma plena con el hecho de tener mal genio. Pienso que una persona sencilla es realmente una persona con mucho carácter, ya que, tiene que enfrentarse son serenidad a todos sus contratiempos, no desperdicia su tiempo en perder los nervios y en enfadarse, es paciente y comprensiva en sus relaciones personales. Viven serena y felizmente.

En esta época de las redes sociales, de narcisismo, de filtros y de dale al gusta…hablar de sencillez y de serenidad hace que, inconscientemente, lo identifiquemos con un señor de avanzada edad dedicado al pastoreo en algún lugar recóndito de provincia.

Es menos común, pero se puede ser sencillo y sereno siendo una persona activa en una gran capital. El hombre puede conquistar su propia felicidad si consigue vivir con serenidad, sencillez y coherencia ética.

Es importante aceptar y desear tener grandes proyectos e ilusiones, pero debe acompañarse del entrenamiento de la mente, de sentir cada minuto de la vida, de observar lo que hay alrededor no solo mirar el móvil, de reflexionar sobre acciones, conductas, decisiones vitales, palabras…se está perdiendo el profundizar y debatir sobre la vida y las cosas importantes que la conforman. Necesitamos dar largos paseos alejados del wifi o con el modo avión activado y ordenar nuestro mundo interior sintiendo la frescura del aire en la cara: simplemente viviendo.

Las personas sencillas y serenas no obtienen su felicidad con el consumo material ni con lo que los demás piensen de ellas sino con las experiencias vividas y aceptando tal y como son a aquellos que les rodean.

 Siempre he sentido una particular preferencia por la virtud de la sencillez. Es más, creo que no solo es una virtud, es una hermosa e incluso bohemia forma de vida. La sencillez convierte las acciones y el rostro de una persona en algo luminoso, limpio, espontáneo, natural y veraz.

Esta sociedad tan complicada no nos pone las cosas fáciles para cuando lleguemos al final de nuestros días podamos pensar que hemos vivido cada día con sencillez, debemos hacer un cambio o los que sean necesarios para disfrutar más de la vida.

A los que nos gusta viajar en bicicleta, y también a mucha más gente, conocemos esa sensación de superar con éxito el miedo a algo que nos suponía un gran esfuerzo. Hemos sentido que entonces el mundo se más agradable nuevamente, y de repente nos llenamos de impulso. Y es que la vida es un ejercicio continuo de superación. ¿Y si optamos ser más sencillos?

Qué mejor manera de empezar una vida sencilla que volver la mirada hacia la sencillez de la bicicleta, de viajar y recorrer lugares lo más cerca de la naturaleza que podamos. Volvamos a vivir y ordenar nuestros días con los ritmos naturales que nos marca la naturaleza y que nos transmiten sosiego y plenitud.

El ritmo vital de un viaje cicloturista transcurre de forma simple, y así puede transcurrir también nuestro ritmo hoy, en el lugar y la situación que nos encontremos y nos ha tocado vivir. Tomemos nuestro tiempo con calma, observemos e integrémonos en el ritmo de los bosques, en el ritmo del oleaje de la playa, en el cantar de los pájaros, en la solemnidad del atardecer o el equilibrio de la montaña.

Buenos días.

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