Supongo que a estas alturas ya sabemos todos que tenemos unas elecciones en la Comunidad de Madrid y, como siempre que se acercan estos acontecimientos me gusta recordar un poco, por si se olvida a los que vayan a votar, algunos a aspectos de la democracia.
Hay
un aspecto en la democracia que se olvida muchas veces y que también se suele
olvidar en muchos deportes. Y que no es otro que el respeto al rival.
Veamos,
un deporte en el que exista contacto físico, ganas de vencer y mucho más si
existe contacto físico, deben existir unas reglas para poderse practicar, unas
reglas que se deben aplicar a rajatabla, porque de lo contrario la práctica
deportiva como el funcionamiento de la democrática serian imposibles. Pero,
todos sabemos y comprendemos esto en un deporte, pero lo olvidamos en unas
elecciones. También sabemos, los que hemos practicado algún deporte de equipo,
que obviamente, las reglas por si solas no bastan, es necesario que los jugadores
formen su carácter en el autocontrol ante una instintiva reacción violenta.
Cuando se enseña un deporte se trabaja para conseguirlo.
Tal
vez la principal enseñanza sea el respeto al equipo contrario. Se tiene que
hacer entender que no se juega contra el otro, sino que se juega con él otro.
Esto es importante. Y que, con independencia del resultado, hay que estar
agradecido al equipo contrario, porque sin el equipo de enfrente no habría
partido, no se podría jugar. Sin estos valores la democracia tampoco es
posible, no se podría ser demócrata.
Porque
digo todo esto, pues porque nuestros políticos no conocen esa regla del respeto
al contrario y que es necesaria para jugar el partido. Pero, por desgracia, vemos
que rige la norma opuesta, y nuestra política se base en una cultura amoral que
está invadiendo toda nuestra sociedad, y que nos conduce, creo yo, a la ruina
colectiva, no es otra cosa que la cultura de la aniquilación del prójimo, es
decir lo contrario de lo que debería ser. Y esto es lo que veo que está
sucediendo en las elecciones en Madrid.
Son
unas elecciones autonómicas, y no hay nada que este en riesgo más allá que el
poder en la Comunidad de Madrid. Ni fascismo, ni antifascismo, no se juega la
libertad. Por eso encuentro mal que el gobierno de España se entrometa diciendo
que se trata de una cuestión de hacer un frente contra un fascismo que yo no
encuentro por ningún lado. Que esto lo esté haciendo algún partido populista, vale,
son creadores de enfrentamiento y son marginales.
Lo
grave es que sea el propio gobierno del estado quien incurra como protagonista
en esta deriva. Porque, aunque parece evidente de que no se lo cree, al menos
debe guardar la apariencia de que gobierna para todos. Claro que, para
justificar su injerencia, ha tenido que inventar el gran cuento “chino” de la
amenaza de la democracia por el fascismo. Sea cual sea el resultado de las
elecciones, el daño que el partido mayoritario en el gobierno y su socio
han dejado ya en la política española es muy grave.
¿Es
que acaso los demás no tiene responsabilidades? Claro que sí. El planteamiento político
del partido más a la “derecha” carece de ética y facilita el desarrollo de
respuestas fuera de tono como las que han urdido los políticos que estén en el
poder del estado. Pero, y no hay que olvidarlo, las responsabilidades son
proporcionales al poder que se detenta, y el mayor poder es el del gobierno de
la nación.
Todos
lo han hecho mal, como el eslogan del partido que tiene la responsabilidad de
gobierno en la Comunidad de Madrid, presentando la elección como una opción
entre libertad y comunismo, no porque no hubiera comunismo, que lo hay, sino
porque la libertad no estaba más en peligro de lo que lo está siempre, aunque
en estos meses ciertamente se degrada con las prácticas de minusvaloración del
Congreso de los diputados, control de la fiscalía e intento de sojuzgar el
poder judicial.
El
colmo es el tema de las cartas por correo con amenazas, resulta de una falta de
buena moral atribuirlas a un partido político, cuando se desconoce su autoría,
y resulta una barbaridad que, la enviada con la navaja sea presentada en esos
términos, cuando el responsable que la envía por correo escribe en el sobre su
nombre y dirección, y resulta ser un hombre reconocido como un enfermo mental.
La
estrategia y la idea de decir que todo esto ha sido promovido por el ambiente
que imprime la derecha es falso. No se puede atribuir una acción de este tipo a
nadie, menos cuando se desconocen los autores, y cuando, además, han sido las
gentes del partido populista de “izquierda” quienes han acudido a un
enfrentamiento físico para evitar la libertad de expresión en una campaña
electoral, y hayan agredido incluso a la policía, un ataque justificado
por un partido que forma parte del gobierno de la nación.
Es
necesario que paremos esto, allí donde se presente, y enseñar que la
manipulación de los hechos y de las personas no tienen un lugar en nuestra
democracia, escarmentando a sus promotores con la fuerza del voto. O se
restablece de esta forma la razón, o nos encontraremos otra vez con un enfrentamiento
fratricida.
Los
que entendemos la vida de otra manera, debemos reclamar a unos y a otros, con
la ponderación necesaria y sin olvidar la realidad, que comprendan, entiendan y
acepten que todos nos necesitamos, como en un partido, para la práctica de la
democracia. Justamente nosotros hemos de contribuir contundentemente a
desinflar el actual disparate, recordando que el “ojo por ojo y diente por
diente” es una idea de la justicia opuesta al seguimiento de nuestras creencias.
Buenos
días.