“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Estamos
en unos días en los que no estaría de más empezar a realizar una regeneración y
a hacer un esfuerzo mayor para convivir con quien está pensando diferente. Se
hace necesario realizar una reflexión. Por ejemplo, delante de la dificultad de
ciertos políticos para darse cuenta objetivamente de cual la realidad
socioeconómica en estos momentos. En cualquier trabajo ocurre que para solucionar
problemas y emprender proyectos, es necesario valorar con sinceridad cual es la
situación. También, cuando algunos políticos se ponen huecos ante nuestras
objeciones, pidiéndonos detalles y argumentos, que ya saben y que no quieren
oír.
Las
personas normales estamos indefensos, en muchas ocasiones, ante los poderes
públicos. Es importante que, como sucede en elecciones, quien nos está pidiendo
nuestro voto, tolere bien nuestras críticas y, por ejemplo, no se obstine en
negociar con terroristas. La libertad para discrepar ha de quedar siempre
protegida. No sólo es cuestión de tolerancia. Es, principalmente, el respeto
debido a todos los ciudadanos.
¿En
manos de quién estamos? ¿Tan costoso es rectificar? Seguro que todos sabemos
valorar la constancia en la lucha por conseguir el bien común y la verdad de
aquellos políticos que, en algún caso, puedan haberse equivocado.
No
hace falta ser un genio ni una persona excepcional para poder exigirlo. Hace
unos días leí una reflexión de Ortega y Gasset que creo no tiene desperdicio en
este caso: «De todas las enseñanzas
que la vida me ha proporcionado, la más acerba, más inquietante, más irritante
para mí ha sido convencerme de que la especie menos frecuente sobre la tierra
es la de los hombres veraces. Yo he buscado en torno, con mirada suplicante de
náufrago los hombres a quienes importase la verdad, la pura verdad, lo que las
cosas son por sí mismas, y apenas he hallado alguno.
¡Y
he hallado tan pocos, tan pocos, que me ahogo! Sí: congoja de ahogo siento,
porque un alma necesita respirar almas afines, y quien ama sobre todo la verdad
necesita respirar aire de almas veraces. No he hallado en derredor sino
políticos, gentes a quienes no interesa ver el mundo como él es, dispuestas
sólo a usar de las cosas como les conviene».
No
quiero generalizar. Sabemos que en todos los lugares podemos encontrar
concejales, alcaldes y políticos estupendos que se desviven por el bien común.
Pues ya va siendo hora de que a la política se incorporen más destacados
profesionales, que busquen servir de verdad a todos los ciudadanos.
Por
otra parte, nuestra reflexión constante, el pararse a pensar y razonar lejos de
llevarnos a opiniones y consignas automáticas y partidistas, será una buena
salvaguarda de la libertad. Entrenarnos en el uso de la razón y las buenas
obras supondrá una mejora personal y de toda la sociedad.
La
búsqueda del progreso en un orden justo exige un sano espíritu crítico. Pues a
ejercerlo. ¡Faltaría más!
Buenos
días.
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