sábado, 13 de febrero de 2021

¡Y he hallado tan pocos, tan pocos, que me ahogo!

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Estamos en unos días en los que no estaría de más empezar a realizar una regeneración y a hacer un esfuerzo mayor para convivir con quien está pensando diferente. Se hace necesario realizar una reflexión. Por ejemplo, delante de la dificultad de ciertos políticos para darse cuenta objetivamente de cual la realidad socioeconómica en estos momentos. En cualquier trabajo ocurre que para solucionar problemas y emprender proyectos, es necesario valorar con sinceridad cual es la situación. También, cuando algunos políticos se ponen huecos ante nuestras objeciones, pidiéndonos detalles y argumentos, que ya saben y que no quieren oír.

Las personas normales estamos indefensos, en muchas ocasiones, ante los poderes públicos. Es importante que, como sucede en elecciones, quien nos está pidiendo nuestro voto, tolere bien nuestras críticas y, por ejemplo, no se obstine en negociar con terroristas. La libertad para discrepar ha de quedar siempre protegida. No sólo es cuestión de tolerancia. Es, principalmente, el respeto debido a todos los ciudadanos.

¿En manos de quién estamos? ¿Tan costoso es rectificar? Seguro que todos sabemos valorar la constancia en la lucha por conseguir el bien común y la verdad de aquellos políticos que, en algún caso, puedan haberse equivocado.

No hace falta ser un genio ni una persona excepcional para poder exigirlo. Hace unos días leí una reflexión de Ortega y Gasset que creo no tiene desperdicio en este caso: «De todas las enseñanzas que la vida me ha proporcionado, la más acerba, más inquietante, más irritante para mí ha sido convencerme de que la especie menos frecuente sobre la tierra es la de los hombres veraces. Yo he buscado en torno, con mirada suplicante de náufrago los hombres a quienes importase la verdad, la pura verdad, lo que las cosas son por sí mismas, y apenas he hallado alguno.

¡Y he hallado tan pocos, tan pocos, que me ahogo! Sí: congoja de ahogo siento, porque un alma necesita respirar almas afines, y quien ama sobre todo la verdad necesita respirar aire de almas veraces. No he hallado en derredor sino políticos, gentes a quienes no interesa ver el mundo como él es, dispuestas sólo a usar de las cosas como les conviene».

No quiero generalizar. Sabemos que en todos los lugares podemos encontrar concejales, alcaldes y políticos estupendos que se desviven por el bien común. Pues ya va siendo hora de que a la política se incorporen más destacados profesionales, que busquen servir de verdad a todos los ciudadanos.

Por otra parte, nuestra reflexión constante, el pararse a pensar y razonar lejos de llevarnos a opiniones y consignas automáticas y partidistas, será una buena salvaguarda de la libertad. Entrenarnos en el uso de la razón y las buenas obras supondrá una mejora personal y de toda la sociedad.

La búsqueda del progreso en un orden justo exige un sano espíritu crítico. Pues a ejercerlo. ¡Faltaría más!

Buenos días.

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