“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Desde
hace unos años, unos cuarenta, tanto el día de ayer como el de hoy se recuerda el
intento de golpe de Estado que sucedió en España. Por lo mismo se vuelve a
recordar los “valores democráticos”, unos “valores” que siempre me han parecido
sospechosos y que son tan queridos por la izquierda, no toda la izquierda, pero
si por la intelectual.
Mi
punto de vista sobre la democracia es más o menos el siguiente: es un mecanismo
para que distintas opciones (políticas, religiosas, morales) se articulen
mediante unas normas, siguiendo unas reglas de juego. En este sentido, se puede
considerar más una forma que una sustancia. Se puede ser demócrata y de
derechas o izquierdas, ateo o creyente, casto o promiscuo. Y si lo pensamos
veremos que igualmente se puede ser antidemócrata con todos estos apellidos.
Ahora
bien, este formalismo, podríamos denominarlo, jurídico no puede llevarnos a un error
peligroso: pensar que la moral es un asunto sin importancia, como aun invitado
que no queremos en nuestra fiesta. Si no recibimos a este invitado, esto hace
que cada cual actúe sin principios, acogiéndose simplemente al control de la
vigilancia del aparato judicial y buscando, aunque sea fraudulentamente, el
beneficio propio del grupo (partido, clan, aparato). Lo cual, lo hemos visto y comprobado
en más de una ocasión, conduce al desastre y a que el sistema haga agua por
todos sus poros.
Porque,
si la democracia es la forma, la sustancia que se asocia a ella, su contenido
es la conducta humana actuando para los demás según unos principios; esto es,
la moral. Sin moral no hay cosa pública ("res publica" en su sentido
antiguo), y mucho menos democracia (una forma reciente y rara de "res
publica", más compleja y, por lo tanto, más delicada) que funcione. Si
falta la moral, si la corrupción campa por sus respetos y se convierte en una
vigencia social aceptada por la mayoría, este tinglado se cae como un castillo
de naipes, tiene la consistencia de una carcasa hueca. Porque no puede haber forma sin sustancia.
Ya se que hay muchas cosas que aclarar al respecto, pero tiempo habrá en lo que nos queda de pandemia para ir aclarando muchos de los tópicos que suelen acompañar a la palabra democracia como: la democracia como moral, democracia y participación, democracia y progresismo o democracia versus fascismo.
Como vimos ayer, todavía tenemos mucho que pensar y razonar antes de responder a la pregunta ¿Qué es la democracia?
Buenos
días.
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