“Si dice che viaggiare amplia le idee, ma per farlo bisogna avere delle idee.” (G. K. Chesterton)
Día 47 del viaje a Roma. Lido
Tarquinia.
Jueves 15 de mayo de 2025.
Día de descanso, día para lavar toda la ropa, limpiar y engrasar la bicicleta, pasear por Tarquinia y su playa y por supuesto tomar un poco el sol, no me he bañado en nuestro Mediterráneo porque no soy mucho de baños ni en playa ni en piscina pero desde luego el día acompañaba.
El tercer punto para tener un buen
viaje y así ir convirtiéndonos en un viajero es el de: “No dejéis de hacer
amistades con hombre o animal”.
Y como todos esos consejos a
seguir resulta de lo más interesante, se trata creo entender en poner
amabilidad en todo lo que hacemos y vivimos durante todo el viaje. Se trata por
lo tanto de hacer extraordinario lo ordinario.
Hacer amistades verdaderas o sea
hacer amigos en un viaje es un milagro que hay que saber valorar cuando se
presenta, pero no resulta fácil, sin embargo, ser amable es casi una necesidad
si queremos disfrutar de nuestro viaje.
Y es que si ahora nos vamos al
diccionario de la RAE y buscamos el adjetivo amable nos encontramos primero en
que se trata de una persona que es digna de ser amada y, más adelante en que se
trata de alguien afable, complaciente y afectuoso. Pues esto precisamente es lo
que tenemos que tratar de ser.
Quizá pensemos que la amabilidad
solo se muestra a través de las palabras, en su forma y en su contenido y al no
hablar idiomas no podemos, pero os aseguro que sin hablar se puede llegar muy
lejos con ella.
Nuestra forma de estar, de
comportarnos encima de la bicicleta, en la forma de conducirla en medio del tráfico,
con nuestra postura, incluso con nuestra manera de vestir que debe ser la
adecuada a cada circunstancia, con nuestras expresiones exteriores que van a
mostrar en definitiva como somos por dentro y que pueden expresar afabilidad o
la falta de ella.
Hay que tener en cuenta que lo
contrario de la amabilidad es la agresividad y que se puede incluso expresar
amablemente que no estamos de acuerdo en algo.
¿Y por qué resulta tan importante
la amabilidad? Pues porque hace la vida más agradable a quienes tenemos
alrededor, y porque, aunque el cambio tiene que venir de fuera a dentro,
también la manera de expresarnos y de estar en el mundo van configurando
nuestro mundo interior de manera que podamos percibir también nosotros la
amabilidad en quienes tenemos alrededor.
Es raro que ante la amabilidad
alguien reaccione de manera agresiva, y así, iremos pacificando nuestro mundo
de relaciones, nuestro entorno y, en definitiva, nuestro mundo.