jueves, 1 de mayo de 2025

Día 26 del viaje a Roma. Ventimiglia --- Diano Marina

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)


Día 26 del viaje a Roma. Ventimiglia --- Diano Marina

Jueves 24 de abril de 2025.

Distancia: 50,5 km. 

Desnivel positivo: 280 m. 

Velocidad media: 16 km/h.


    Ya estamos en Italia, el objetivo y la finalidad de este viaje se encuentra más cerca, si el Jubileo 2025 era ese objetivo su finalidad no hay duda de que la marcha de Francisco hace que adquiera un significado más especial. 

    Es hora por lo tanto de ir ya preparándonos, hay que ir recordando a donde vamos y porque vamos.

    A estas alturas estoy seguro de que todos ya sabremos que el lema principal de este Año Santo” es “Peregrinos de la esperanza”, así que no hay más remedio que profundizar en esta virtud.

    La esperanza es un don y un trabajo para todo cristiano. Esto es importante, hay que tenerlo claro, es un don porque es Dios quien nos la ofrece. Esperar, en efecto, no es solo una acción optimista, como cuando a veces esperamos algo a lo que aspiramos o sea “Esperemos que lo consigamos” o cuando esperamos  que mañana tengamos un buen día para salir con la bicicleta o sea “Esperemos que haga buen tiempo”.  No, esperar es esperar algo que ya se nos ha dado: la salvación en el amor eterno e infinito de Dios. Ese amor, esa salvación que da sentido a nuestro vivir y que constituye el pilar sobre el que nuestro mundo se mantiene en pie, a pesar de todos los problemas causados por todos nosotros. Esperar, pues, es acoger este don que Dios nos ofrece cada día. Esperar es saborear la maravilla de ser amados, buscados, deseados por un Dios que no se ha encerrado en sus cielos impenetrables, sino que se ha hecho carne y sangre, historia y días, para compartir nuestra suerte.

    Decía antes que es un trabajo, una tarea que tenemos la obligación de hacer crecer y poder mostrarla a todos los demás. No es un trabajo complicado, consiste sencillamente en ser conscientes en cada momento del don que hemos recibido. Pero cuidado, hay que tener presente que Dios nos es fiel y que nuestra labor es responder a esa fidelidad, pero, no somos nosotros quienes producimos esta fidelidad, es un don que se nos ha dado y que actúa en nosotros si nos dejamos llevar por su fuerza. Por eso, debemos pedir este don: "¡Señor, concédeme serte fiel en la esperanza!".

    Ahí que sea interesante que al repasar todo lo que nos ha sucedido durante el día busquemos un signo de esperanza. Un “buenos días” de esa persona que no nos esperábamos, una pequeña ayuda que nos han dado en el supermercado, aunque sea pequeña, pues la esperanza es asombrarse de todo lo del mundo para conocerlo y apreciarlo. Entrenemos a reconocer esos signos. Y, entonces podremos maravillarnos de todo lo bueno que hay en el mundo. Estaremos llenos de esperanza. Entonces podremos mostrarla a quienes nos rodean. 

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