“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 30 del viaje a Roma. Sestri Levante --- Corrodano.
Domingo 28 de abril de 2025.
Distancia: 30,5 km.
Desnivel positivo: 722 m.
Velocidad media: 9,9 km/h.
Día de pocos kilómetros por culpa esta vez del gran desnivel que había, han sido 722 metros en tan solo 30 kilómetros y había que parar. Mañana completaremos la que debía de ser la etapa de hoy.
Hay veces que tenemos que dividir, tenemos que decidir en añadir unos días más al viaje con la intención de hacerlo más llevadero y no llegar a extenuarnos. A nuestra edad un sobreesfuerzo puede resultar fatal para el resto del viaje.
Tengo verdadero pánico a decidir. Y creo que es algo bastante frecuente en nuestro mundo. Cada persona lo sufre de una forma diferente y en circunstancias distintas. Hay personas que se bloquean durante horas con la maleta a medio hacer, incapaces de decidir qué dejan y qué se llevan de viaje. Otros lo sufren a la hora de comprar, con dos prendas en la mano a tres pasos del mostrador.
Yo experimento mi miedo a decidir casi todos los días cuando preparo el recorrido del día siguiente. Lo noto sobre todo cuando me coinciden varios trayectos para llegar al mismo camping. Me imagino en uno de esos recorridos con caminos intransitables u otros impedimentos como túneles que no se puede pasar en bicicleta por querer recorrer menos kilómetros. A menudo me produce tal bloqueo que retraso al máximo la decisión, esperando tomar la decisión al día siguiente al subirme a la bicicleta lo que significa que es una moneda al aire.
Da igual como lo notemos, el miedo a decidir está ahí. Porque decidir es básicamente eso: optar por una cosa y renunciar a otras. Y eso nos cuesta mucho. Hay un ejemplo que creo que ya habré utilizado en alguna ocasión la del árbol y el arbusto. Un arbusto no necesita una verdadera poda; las ramas crecen hacia cualquier lado, pequeñas y abundantes. Sin embargo para que crezca un buen árbol es necesario podar unas ramas y así otras recibirán la savia abundante. Unas ramas se cortan, pero gracias a eso, hay otras que crecen fuertes, se robustecen y dan fruto.
Tomar decisiones es algo parecido: supone podar y renunciar a cosas para dedicar tiempo y corazón a otras. Pero sólo así crecemos, sólo así damos fruto.
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