“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 34 del viaje a Roma. Pisa --- Cecina.
Viernes 2 de mayo de 2025.
Distancia: 66 km.
Desnivel positivo: 202 m.
Velocidad media: 16,6 km/h.
Hemos vuelto hoy a lo que viene siendo normal, un kilometraje alrededor de los 60 km, distancia que mis piernas soportan con tranquilidad.
No es que se trate de una zona de confort propiamente dicha pues el desnivel y el viento tienen mucho que decir, pero la tengo bien asimilada, tampoco ha sido esta una etapa dura en lo que al desnivel se refiere, todo el día al lado del mar, a mi derecha, como debe ser en este viaje.
De todas formas, cada día es un constante cambio, el día termina bien, pero esto no quiere decir que sea un día perfecto, esto no tiene por qué ser malo. No se puede saber el alcance de lo que sucede en cada momento. Nos puede costar mucho y sufrir en una subida pero esto no necesariamente va a marcar el día. Se suele decir que las cosas acostumbran a pasar por algo, aunque tal vez tardemos un tiempo en averiguar en qué consiste ese “algo”.
Muchas de las cosas que nos suceden adquieren todo su sentido cuando los contemplamos en perspectiva. Cuando este viaje termine y hayan pasado unas semanas casi con toda seguridad veré matices que ahora no puedo distinguir.
Me cuesta, supongo que como a la mayoría, aceptar la incertidumbre de lo inesperado y tiendo a sentirme abrumado. Entonces, intento aplicar la idea del “quizás” y busco cuales pueden ser mis posibilidades.
Las personas nos aferramos de forma natural al mundo conocido, a lo previsible. A medida que vamos acumulando años, solemos hacer las mismas cosas y esperamos resultados que nos son familiares.
Esto, lo que consigue es una sensación de control que nos aporta calma, aunque estemos aburridos con nuestra vida. Desconocer lo que sucederá equivale a salir de nuestra zona de confort para adentrarnos en un mundo incierto sin saber que nos deparará.
La famosa “zona de confort”, en donde la incertidumbre, la escasez y la vulnerabilidad son mínimos, es decir, donde creemos que todo está bajo control. Sin embargo, esto nos mantiene estáticos y probablemente aburridos, no somos creativos.
Creo que no hay que tener miedo a abandonarla, la incertidumbre nos hara crecer, nos llevara a realizar actividades nuevas, a conocer a otras personas, a vivir experiencias que nunca hubiésemos pensado.
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