lunes, 6 de julio de 2020

Prueba superada.

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).

Mucho mejor, como no podía ser de otra manera, se comportó la bicicleta, se sube más descansado lo que no va a impedir que con las alforjas cargadas y en algunas de las fuertes rampas del puerto de Tollos tenga que poner “pie a tierra”.

La intención, no ha sido nunca, no poner “pie a tierra” en ninguna subida, cosa que todos sabemos que resultaría imposible para un cicloturista sobre todo cuando en sus genes se encuentra el de la búsqueda de caminos escondidos y solitarios, la idea del cambio de piñones era simplemente hacer más cómoda esa búsqueda.  

Vamos a subir más lentos y con las pulsaciones más tranquilas, al fin y al cabo, lo que buscamos es disfrutar y sufrir solo lo estrictamente necesario.

El problema del sufrimiento encima de una bicicleta nunca forma parte del proyecto originario de un viaje y si aparece y lo permitimos (no lo queremos), es para asumirlo como una parte de la aventura que puede llegar a ser cualquier viaje.

Llevar a nuestro cuerpo al sufrimiento físico para obtener algún tipo de beneficio siempre me resulta complicado, sobre todo al establecer los límites, ya que soy de la opinión de que la vida humana es frágil y necesita de nuestro cuidado al ser lo más importante en el mundo, no importando si apenas es del tamaño de la cabeza de un alfiler o tiene ya cien años.  Y urge recordarme que no puedo jugar con mi cuerpo sin que existan consecuencias.

Por eso, de principio a fin hay que defender la vida y todos sus ciclos, porque si no comprendemos que es lo único que merece ser preservado, estaremos condenados a fracasar como personas.

No quiero que se me entienda que no estoy a favor de la actividad física y de practicar algún deporte con el propósito de mantener la salud y poseer una buena forma física con un buen estado de salud funcional y metabólico, lo que quiero decir es que no hay que hacer barbaridades para conseguirlo. 


Es muy bueno hacer deporte como una práctica moderada en la que disciplinamos el cuerpo para entrenar la voluntad. Estamos pues, haciendo bien al preocuparnos por nuestro cuerpo. El problema es que no siempre la motivación es la deseada. Los motivos pueden distorsionarse en la medida que las prioridades de lo que nos rodea se van colando. Tanto para hombres y mujeres, los músculos, el contar las calorías, las tallas, la báscula, la ropa ajustada y las vitaminas, se van volviendo en casi un culto. Si nos está pasando algo parecido o estamos viviendo para el deporte es bueno que recapacitemos pues podemos perder el norte y tener consecuencias que no afectan solo lo físico sino también lo espiritual.

Hay tiempo para todo, un tiempo para cada cosa bajo el sol. El problema es cuando las prioridades se desordenan. El cuidado de la salud física es importante y debemos dedicar tiempo a eso. No obstante, hay otras cosas a las cuales también es bueno dedicar tiempo, familia, el crecimiento intelectual y espiritual, el descanso, los amigos, el trabajo y un largo etcétera.

Qué el deporte nos ayude a desarrollar el hábito y la disciplina para poder dar el tiempo necesario a cada cosa, pero que no se convierta en una actividad a la cual se le da tiempo de forma desproporcionada.

Buenos Días.


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