sábado, 4 de julio de 2020

Las crisis y los problemas.


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton). 


Mientras subía el primer puerto medianamente importante del ultimo viaje me daba cuenta de que no tendría suficientes dientes en mi piñón grande para superar, con sufrimiento, las subidas más serias que sin duda aparecerán en cuanto nos enfrentemos a verdaderas cordilleras.
En todos los viajes siempre hay momentos en los que por culpa de las subidas o más aún con motivo de las fuertes rampas que a veces aparecen sin avisar entramos en crisis y tenemos que poner pie a tierra, estas podríamos llamar crisis forman parte de toda la vida cicloturista, sin embargo, si se pueden aliviar se deben aliviar.
Mi 11-28 con 7 coronas era claramente mejorable sobre todo si miraba el 12-34 con 8 coronas que lleva Carmen, así que estos días he buscado una combinación mejor y creo que la he encontrado, un 12-32 con 7 coronas y, ya he realizado el cambio, mañana lo probaremos, aunque sin alforjas para ver sobre todo si el cambio de marchas continúa funcionando sin problemas. 
Por cierto si alguien quiere saber más sobre mi nuevo casete lo puede ver en: https://amzn.to/38tssTC 
Si todo funciona como debería ser ya tendré solucionado el problema de las subidas y solo me quedará solucionar en parte, porque estoy seguro de que en su totalidad no podrá ser, lo nerviosa que se pone la bicicleta cuando le pongo las alforjas delanteras.


Algunos problemas que se presentan en los viajes son previsibles, por cierto, también se me rompió un rayo de la rueda trasera, aunque no me di cuenta, al ser dificultades que van a suceder nos dan más posibilidades de prepararnos para ellas. Tal es el caso de la lluvia, como el frío o el calor, un pinchazo… que provocan problemas por la necesidad de adaptarse a esas nuevas situaciones. Estos ejemplos forman parte de situaciones que todos hemos de afrontar alguna vez cuando viajamos en bicicleta. Y son problemas que han de estar integrados en el sentido global de un viaje, dado que no se pueden separar del hecho de estar al aire libre y de la mecánica de la bicicleta.
Otras dificultades son imprevisibles, por su aparición súbita o porque no formaban parte de las situaciones esperables, y por ello, suponen un mayor sufrimiento al pillarnos desprevenidos. Son crisis mucho más difíciles de afrontar. Por ejemplo, ese es el caso de una caída que nos provoque algo más que un rasguño, o una enfermedad inesperada.


Cualquier tipo de dificultad que nos encontremos nos va a enfrentar a nuestras vulnerabilidades y limitaciones, que sin duda tenemos. Aunque resulta llamativo que ese enfrentarnos a nuestras vulnerabilidades y limitaciones resulte tan inesperado para tantos de nosotros. Pues es una evidencia que todos somos seres vulnerables y limitados, además de finitos. La posibilidad de sufrir adversidades, de enfermar forma parte de nuestros viajes como algo inevitable. Así que, ¿cómo es posible que cuando sobrevienen estas circunstancias puedan llevarnos a tanta desesperación y desconcierto? Según me parece pueden ser varios los factores que pueden estar influyendo en ello.
Voy a poner un ejemplo, parece ser que hoy en día muchas personas, han aprendido a vivir en la ficción de que pueden controlar todos los factores que configuran su vida. El disponer de tantas comodidades les ha hecho instalarse en burbujas de una seguridad irreal que les ha vuelto aún más vulnerables, al no haberse preparado para cualquier adversidad posible. El sentido de la vida de muchas personas se ha instalado en un hedonismo infantil que les ha convertido en seres frágiles. Son personas que no son conscientes de que su comodidad no puede durar eternamente. La comodidad y la inmediatez de tantas cosas nos ha hecho llegar a percibir que, como tantos deseos se pueden obtener a golpe de un clic, todo puede estar en nuestras manos cuando queramos.
Ante esta situación, las crisis y los problemas que nos vamos encontrando pueden suponer un derrumbamiento de ese sentido ficticio, lo que supone enfrentarse a una vulnerabilidad máxima, que se puede llegar a vivir como el fin del mundo. Y, efectivamente, puede ser el fin de un mundo ficticio que es mejor destruir. Pero, este fin del mundo, al poner de manifiesto la propia vulnerabilidad, puede hacer que las personas entren en estados psíquicos sumamente dolorosos que desencadenen diversos trastornos mentales o que lleven incluso al suicidio, al no poderse soportar lo que sucede. Sin duda hay que empezar a pensar en cómo replantearnos una vida que planteada de forma irreal acaba llevando de la evasión a la desesperación.


Llevar todo lo necesario para vivir en unas pocas bolsas nos ayuda a ver la vida de otra manera, tenemos la oportunidad de mirar la realidad con más objetividad, para así llegar a encontrarnos con quienes somos realmente. Entonces los problemas y las crisis pueden llegar a ser un camino hacia el descubrimiento de nuestro potencial y nuestro ser real, para que, conociéndonos de manera más objetiva, podamos llegar a una toma de contacto con nosotros mismos, que nos permita reorganizar nuestras prioridades y ver qué es lo que realmente importa.
Esta situación nos puede llevar a conectar con un sentido de la vida más consistente, asentado en una identidad más fuerte, en la que somos conscientes de que podemos desarrollar nuestros potenciales internos y de tener más recursos para afrontar las dificultades. Nos vemos, como realmente somos, seres vulnerables, pero también con una fuerza interior y unas capacidades creativas para enfrentarnos a las dificultades que nos vayan surgiendo y, es desde aquí donde podemos llegar a tener un sentido de la vida más pleno y consistente.  
Es decir, que, si nos paramos a mirarnos con humildad, realismo y consciencia, es como podemos descubrir no solo nuestra limitación, sino nuestra fortaleza y posibilidad de crecer y de madurar, incluso en mitad de una crisis y, en parte, gracias a ella. De este modo algunas crisis pueden llegar a ser, una oportunidad de crecimiento, de aprendizaje y de asunción de una consciencia de la vida más realista, llevando al ser humano a su madurez interior.
No es fácil, lo sé, pues para llegar a la posibilidad de que los problemas nos despierten la conciencia y la consciencia, necesitamos antes aprender a mirar la realidad exterior e interior con humildad, siendo conscientes de que no lo sabemos todo. Esa posición, puede darnos la opción de probar nuestras capacidades y creatividad ante los nuevos retos que el mundo de hoy nos presenta. También necesitamos ayuda de quienes han resuelto sus problemas antes de nosotros. Esta tarea supone la necesaria cooperación entre nosotros, tomando consciencia de la responsabilidad de todos y el compromiso personal de cada ser humano para con su propio ser y sentido.
Buenos Días.

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