“Dicen que los
viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K.
Chesterton).
Mientras subía el primer puerto medianamente importante
del ultimo viaje me daba cuenta de que no tendría suficientes dientes en mi
piñón grande para superar, con sufrimiento, las subidas más serias que sin duda
aparecerán en cuanto nos enfrentemos a verdaderas cordilleras.
En todos los viajes siempre hay momentos en los que por
culpa de las subidas o más aún con motivo de las fuertes rampas que a veces
aparecen sin avisar entramos en crisis y tenemos que poner pie a tierra, estas
podríamos llamar crisis forman parte de toda la vida cicloturista, sin embargo,
si se pueden aliviar se deben aliviar.
Mi 11-28 con 7 coronas era claramente mejorable sobre
todo si miraba el 12-34 con 8 coronas que lleva Carmen, así que estos días he
buscado una combinación mejor y creo que la he encontrado, un 12-32 con 7
coronas y, ya he realizado el cambio, mañana lo probaremos, aunque sin alforjas
para ver sobre todo si el cambio de marchas continúa funcionando sin problemas.
Por cierto si alguien quiere saber más sobre mi nuevo casete lo puede ver en: https://amzn.to/38tssTC
Si todo funciona como debería ser ya tendré solucionado
el problema de las subidas y solo me quedará solucionar en parte, porque estoy
seguro de que en su totalidad no podrá ser, lo nerviosa que se pone la
bicicleta cuando le pongo las alforjas delanteras.
Algunos problemas que se presentan en los viajes son
previsibles, por cierto, también se me rompió un rayo de la rueda trasera, aunque
no me di cuenta, al ser dificultades que van a suceder nos dan más
posibilidades de prepararnos para ellas. Tal es el caso de la lluvia, como el frío o el calor, un pinchazo… que provocan problemas por la necesidad de
adaptarse a esas nuevas situaciones. Estos ejemplos forman parte de situaciones
que todos hemos de afrontar alguna vez cuando viajamos en bicicleta. Y son
problemas que han de estar integrados en el sentido global de un viaje, dado
que no se pueden separar del hecho de estar al aire libre y de la mecánica de
la bicicleta.
Otras dificultades son imprevisibles, por su aparición
súbita o porque no formaban parte de las situaciones esperables, y por ello,
suponen un mayor sufrimiento al pillarnos desprevenidos. Son crisis mucho más
difíciles de afrontar. Por ejemplo, ese es el caso de una caída que nos
provoque algo más que un rasguño, o una enfermedad inesperada.
Cualquier tipo de dificultad que nos encontremos nos va a
enfrentar a nuestras vulnerabilidades y limitaciones, que sin duda tenemos. Aunque
resulta llamativo que ese enfrentarnos a nuestras vulnerabilidades y
limitaciones resulte tan inesperado para tantos de nosotros. Pues es una
evidencia que todos somos seres vulnerables y limitados, además de finitos. La
posibilidad de sufrir adversidades, de enfermar forma parte de nuestros viajes como
algo inevitable. Así que, ¿cómo es posible que cuando sobrevienen estas
circunstancias puedan llevarnos a tanta desesperación y desconcierto? Según me
parece pueden ser varios los factores que pueden estar influyendo en ello.
Voy a poner un ejemplo, parece ser que hoy en día muchas personas,
han aprendido a vivir en la ficción de que pueden controlar todos los factores
que configuran su vida. El disponer de tantas comodidades les ha hecho
instalarse en burbujas de una seguridad irreal que les ha vuelto aún más
vulnerables, al no haberse preparado para cualquier adversidad posible. El
sentido de la vida de muchas personas se ha instalado en un hedonismo infantil
que les ha convertido en seres frágiles. Son personas que no son conscientes de
que su comodidad no puede durar eternamente. La comodidad y la inmediatez de
tantas cosas nos ha hecho llegar a percibir que, como tantos deseos se pueden obtener
a golpe de un clic, todo puede estar en nuestras manos cuando queramos.
Ante esta situación, las crisis y los problemas que nos
vamos encontrando pueden suponer un derrumbamiento de ese sentido ficticio, lo
que supone enfrentarse a una vulnerabilidad máxima, que se puede llegar a vivir
como el fin del mundo. Y, efectivamente, puede ser el fin de un mundo ficticio
que es mejor destruir. Pero, este fin del mundo, al poner de manifiesto la
propia vulnerabilidad, puede hacer que las personas entren en estados psíquicos
sumamente dolorosos que desencadenen diversos trastornos mentales o que lleven
incluso al suicidio, al no poderse soportar lo que sucede. Sin duda hay que
empezar a pensar en cómo replantearnos una vida que planteada de forma irreal
acaba llevando de la evasión a la desesperación.
Llevar todo lo necesario para vivir en unas pocas bolsas
nos ayuda a ver la vida de otra manera, tenemos la oportunidad de mirar la
realidad con más objetividad, para así llegar a encontrarnos con quienes somos
realmente. Entonces los problemas y las crisis pueden llegar a ser un camino
hacia el descubrimiento de nuestro potencial y nuestro ser real, para que,
conociéndonos de manera más objetiva, podamos llegar a una toma de contacto con
nosotros mismos, que nos permita reorganizar nuestras prioridades y ver qué es
lo que realmente importa.
Esta situación nos puede llevar a conectar con un sentido
de la vida más consistente, asentado en una identidad más fuerte, en la que
somos conscientes de que podemos desarrollar nuestros potenciales internos y de
tener más recursos para afrontar las dificultades. Nos vemos, como realmente
somos, seres vulnerables, pero también con una fuerza interior y unas
capacidades creativas para enfrentarnos a las dificultades que nos vayan
surgiendo y, es desde aquí donde podemos llegar a tener un sentido de la vida
más pleno y consistente.
Es decir, que, si nos paramos a mirarnos con humildad,
realismo y consciencia, es como podemos descubrir no solo nuestra limitación,
sino nuestra fortaleza y posibilidad de crecer y de madurar, incluso en mitad
de una crisis y, en parte, gracias a ella. De este modo algunas crisis pueden
llegar a ser, una oportunidad de crecimiento, de aprendizaje y de asunción de
una consciencia de la vida más realista, llevando al ser humano a su madurez
interior.
No es fácil, lo sé, pues para llegar a la posibilidad de
que los problemas nos despierten la conciencia y la consciencia, necesitamos antes
aprender a mirar la realidad exterior e interior con humildad, siendo
conscientes de que no lo sabemos todo. Esa posición, puede darnos la opción de
probar nuestras capacidades y creatividad ante los nuevos retos que el mundo de
hoy nos presenta. También necesitamos ayuda de quienes han resuelto sus
problemas antes de nosotros. Esta tarea supone la necesaria cooperación entre
nosotros, tomando consciencia de la responsabilidad de todos y el compromiso
personal de cada ser humano para con su propio ser y sentido.
Buenos Días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario