lunes, 27 de julio de 2020

"desde ahora..."


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).


Ya estoy terminando de sacar las conclusiones de la última salida y que ya las puedo dar prácticamente como definitivas, son las que se refieren; al espejo retrovisor, a los mapas, a los desarrollos, a los pedales y a la silla plegable.
El espejo retrovisor que probé en esta salida funciona bien, hace perfectamente su función como yo quería, el otro funcionaba perfectamente sin las alforjas, pero con ellas se perdía mucho campo de visión. Así que se quedará en la bicicleta siempre que circule con las alforjas.
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Mi espejo sin las alforjas es: https://amzn.to/2D5hS9Y.
También utilizo este un poco más pequeño: https://amzn.to/3f2CIE8  
En lo referente a los mapas voy a utilizar los de papel, pues he probado Google Maps y otros como el Windy, el Opencyclemap o el Mapsme y tengo que decir que debido al tamaño de mis cubiertas solo voy a utilizar el Google Maps por dentro de las ciudades y para localizar los supermercados u otros lugares de interés. Todos tienen una tendencia exagerada a mandarme por caminos y pistas que a mi bicicleta no le gustan. Por lo que tengo que añadir al manillar un soporte para el móvil para cuando tenga que usarlo.
Los desarrollos, el casette de piñones que le puse funciona muy bien con la bicicleta cargada, y las rampas en las que puse “pie a tierra” no creo que con otros desarrollos las hubiera subido con comodidad, creo que muchas veces vale la pena parar, descansar y después empujar, que sufrir.
Mi caset definitivo: https://amzn.to/3g4Ogbc
Los pedales sin calas me parecen más acertados con las alforjas, pues me encuentro más cómodo cuando cruzamos por pueblos y ciudades donde nos tenemos que detener continuamente ya sea por semáforos o por paso de peatones, arranco y paro mejor con los pedales libres.
La silla, si tenía dudas de llevarla por el peso y el bulto, con esta salida he terminado de convencerme de que, para mí, es necesaria e imprescindible, la comodidad que conlleva supera los inconvenientes.  
Esta es mi silla: https://amzn.to/32U2ic9
Ya se que es muy difícil por no decir imposible que las cosas sean perfectas, pero yo no pretendo que lo sean, me conformo con un concepto que cada día compruebo que se usa menos; lo irreprochable. 
Intento que el material que me llevo de viaje, así como en otros órdenes de la vida, sean cosas que las pueda aceptar sin pegas, con pleno apego y satisfacción, que cumplan con unas condiciones aceptables, de un modo deliberado o implícito, para que me gusten. Se está renunciando en general a esa exigencia de que algo, personas, instituciones o conductas, sea irreprochable.
Se da por supuesto que las cosas y, lo que parece más grave, las personas no lo son. No se mantiene el deseo, no digamos la exigencia, de que las cosas sean así. Me parece una actitud pesimista, pero no lo ven así los que la practican. Más bien creen que las cosas son así irremediablemente, y que hay que tomarlas como se presentan.  
Se está poniendo de moda una actitud que se puede llamar tolerancia y que consiste en aceptar de que las cosas hayan sido imperfectas, no deseables, afectadas por limitaciones o errores, lo que no las invalida totalmente. Pero esta actitud abierta y comprensiva, no debe impedir un inequívoco matiz de rectificación. Se puede pensar que hay que reconocer y aceptar algo que no está del todo bien, pero de ahora en adelante las cosas se van a hacer bien. Esta actitud apenas la veo en estos días. La nueva forma de tolerancia no incluye la rectificación, es decir, no consiste en la superación en el día de mañana lo que ayer era en alguna medida inaceptable. 


Se está produciendo una renuncia a lo irreprochable, a aquello que produce estimación, adhesión sin reservas, que permite usarlo como base y seguir adelante sin dudas, con la seguridad de que el punto de partida es justo y sólido. Desde ahí nos podemos enfrentar con el porvenir, problemático y dudoso, con diversos caminos abiertos ante nosotros, con la amenaza ineludible del posible error. No existe seguridad ante el porvenir; pero puede haberla respecto al punto de partida; los pies están firmemente en el suelo, en un suelo sólido en el que se puede confiar, desde el cual se pueden dar pasos inciertos.
Lo irreprochable es posible; existe y cuando lo encontramos sentimos una extraña confianza, la impresión de poner los pies en tierra firme, sin temblores ni fisuras. Con el mundo moral, sucede lo mismo, depende de lo que por ser irreprochable nos permite avanzar por situaciones desconocidas, por tierras extrañas, por mares antes nunca navegados.
Nuestra vida nos reclama que tengamos un equilibrio entre lo que es cierto y la inseguridad; pero lo cierto nunca es absoluto y definitivo, siempre debe estar sujeto a revisión, confirmación o rectificación; con lo incierto, que es condición necesaria del futuro, nos enfrentamos en cada momento desde un abanico de certezas que tienen que ser constantemente revalidadas. No puedo decir: esto es seguro porque lo vi una vez con plena claridad; esa claridad tiene que ser renovada en cada instante; las creencias tienen que ser constantemente puestas a prueba, revalidadas.


La conducta humana tiene que estar siempre apoyada en razones -razones vitales- que la aseguren. No se puede vivir del crédito de lo que alguna vez se ha visto con claridad; hay que renovarla si se quiere vivir con lucidez, con la certeza que proporcionan las convicciones puestas a prueba en cada momento y que resisten a todo intento de demolición.
Nos olvidamos con demasiada frecuencia que existe una gran posibilidad en las personas: la de decir “desde ahora…”
Buenos Días.

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