“Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario” – San Gabriel de la Dolorosa.
Ahora toca volver, ha
llegado la hora de reencontrarse con esos lugares de mi vida donde puedo dormir,
estar con los mios, hacer deporte, leer, salir de fiesta… Acciones que apuntan
a una parte de mi vida tan necesaria como irrenunciable y que muchas veces no le
doy la importancia que tienen. Acciones que me recuerdan que es necesario
frenar un poco para sacar mi mejor versión. Momentos que invitan a conversar,
querer, agradecer, pensar, imaginar, cuestionarme e incluso a soñar, porque la
vida continua a pesar de estar descansando.
Estoy volviendo poco a
poco, no con la bicicleta, que desmonte y embale para llevarla en los aviones,
donde de momento hay que embalarla.
Es curioso, ella que me
ha llevado a todos los sitios ahora me impide moverme con entera libertad, así es
la vida. Tal vez estaba preparado para viajar en bicicleta, pero tengo claro
que con la bicicleta no lo estoy, en el próximo viaje tendré que mejorar este
apartado.
Tal vez por la
coincidencia de la huelga de la compañía noruega de aviación SAS y de la
irlandesa Ranyair, esten haciendo que me tenga que mover por demasiados aeropuertos,
y no estaba preparado para eso.
La cuestión es que estoy
haciendo turismo como un turista más mientras encuentro el momento de volver a
casa.
Una vez en Pego, no podre
estar muchos días sin hacer nada, lo se por experiencia, ya que al par de días
tengo la sensación de que me estoy perdiendo algo. Como un temor a perder una
oportunidad. Ya me encuentre exhausto o cansado no quiero perderme nada
mientras siga habiendo tanta vida.
En realidad, nunca he
podido vencer ese obstáculo de estar algunas semanas sin hacer nada. Esa
resistencia a estar aburrido por unos días pienso que es ya congénita.
No se si esto les sucede
a muchas personas, es de suponer que si, se trata de una ansiedad que es provocada
por la sensación de que siempre estoy perdiendo una oportunidad de algo.
Sin embargo, creo que esto no es señal de que
haya algo malo, alguna neurosis que necesite remedio o que necesite atención.
Es la condición humana, pura y simple. En resumen, estamos hechos para ser
parte de una tela, no el contenido de simples hilos en su aislamiento.
Las personas somos esencialmente
comunitarios, no es bueno que el hombre este solo. Es importante ser parte de
algo, de una comunidad, de una familia, parte de la tela y no un hilo
deshilachado, frágil y solitario que se queda fuera del tejido.
La sensación de que dejas
de formar parte de la tela es la que no me deja estar demasiado tiempo sin
hacer o planear nada, aunque es verdad que en diciembre tengo la maratón de
Valencia y eso requiere de unos meses de entrenamiento, aun así, voy a
necesitar algo más.
En alguna ocasión ya he
utilizado la frase de Ramón Gómez de la Serna: “Aburrirse es besar a la muerte”, no puedo estar aburrido, no se y debería aprender.
Ahora
cuando consiga llegar a Pego toca estrenar agenda. Y lo normal en mi es empezar
a llenar los espacios en blanco, haciendo planes, propósitos, cumplir
compromisos responsabilidades... Lo importante es llenar la agenda. Sacar el
máximo rendimiento a cada día y no desaprovechar ningún minuto, porque la vida
es un regalo y hay que exprimirla hasta el final.
Todo
lo anterior esta muy bien, pero hay que controlarlo, a veces pensamos que no
tener tiempo para nada es un buen síntoma. Sin embargo, a mí cada vez me
preocupa más el no ser capaz de encontrar tiempo para aburrirme. De alguna
forma hemos convertido el aburrimiento en signo de fracaso, de pereza, de ser
unos vagos.
Por
eso sin darnos cuenta entras en una dinámica que te lleva a llenarte de compromisos,
obligaciones, planes. Acumular para no ver algo que nos molesta de alguna forma
reconocer: no somos tan imprescindibles como creemos.
Sin
embargo no es del todo cierto que si estas quieto estas desperdiciando la vida.
Empezar a llenar la agenda a lo que estoy seguro que me llevará es al
agotamiento, pienso que de lo que se trata es de empezar a pensar que hacer
muchas cosas debe ser accesorio, complementario.
Necesario, sí, pero no determinante. Para darse
cuenta de esto hay que darse tiempo. Tiempo en el que nos aburramos, en el que
pensemos en todo o en nada tirados en el sofá, con el móvil lejos y en
silencio. Olvidándonos de esa productividad que no nos deja que estemos quietos,
del tan nombrado “carpe diem” y todos esos mensajes motivacionales que tienen
una misma raíz: solo valemos si estamos haciendo algo.
En
una sociedad que nos atiborra de estímulos, de haceres, de tareas para ayer, lo
revolucionario debe ser el descanso, el aburrimiento. Hay que ser conscientes que
no vamos a poder con todo ni con todos. Y que eso no nos hace más perezosos,
más inútiles. Solo nos hace más humanos, más necesitados de ayuda. Más
conscientes de que no somos superhéroes, ni falta que nos hace.
En
fin, lo dejo que voy a tomar el que parece va ha ser el ultimo avion de este regreso
del Nordkapp.
Buenos
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario