jueves, 21 de julio de 2022

Vestida para viajar.

     Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario” – San Gabriel de la Dolorosa. 

Ya está la Diverge lista para el próximo viaje, con todos los tornillos de los portabultos nuevos, con sus pastillas de freno y su cadena nuevas, bien engrasada y con el sillín rojo de la Peugeot. Vestida para viajar.

Y es que me sucedió el otro día una cosa curiosa, después de más de tres meses sentado en el sillín de la Diverge, un buen sillín que no me dio ningún problema y que además me resulto muy cómodo, el sillín Specialized Bridge Sport, al subir en la Peugeot y dar las primeras pedaladas me di cuenta de que estaba mucho más a gusto. ¿Cómo era esto posible? No lo sé, pero lo era. Así que he realizado el cambio, no sé si el rojo le favorece mucho a la Diverge, pero a mi trasero le sienta mucho mejor.

Ya estamos otra vez preparados, la bici y yo, para volver a dar vueltas por la vieja Europa. Me viene ahora a la cabeza con eso de “dar vueltas” las primeras líneas de una de las obras imprescindibles de todo ciclo viajero, la Odisea, os las recuerdo: “Cuéntame, oh Musa, la historia del hombre de los muchos senderos, que anduvo errante mucho tiempo después de asolar la Troya sagrada”. ¿Os acordáis? Si, donde se narran las peripecias que hubo de sortear Ulises después de la guerra de Troya para regresar a su hogar, Ítaca.

Si hay que quedarse con algo de esas primeras palabras es el epíteto con que Homero describe a Ulises, lo describe como “polytropon”, es decir, “el de las muchas vueltas”, “el de los muchos senderos”.

Curioso, igual que nosotros los ciclo-viajeros, Ulises, el hombre de las muchas vueltas nos muestra como un viaje no es algo que necesariamente tenga que ir siempre derecho, en línea recta, sino que muchas veces discurre torcido y dando vueltas de aquí para allá. De nada sirve que lo proyectemos si antes no aceptamos que las cosas no saldrán necesariamente como nosotros esperamos.

La historia de Ulises podríamos decir que es como el relato del ciclo-viajero que ha aceptado luchar por sus deseos más profundos, por ese viaje tantas veces soñado, exponiéndose a las tribulaciones que le van a surgir con todas sus consecuencias. No ceja en su empeño, ni tampoco se amilana ante las pruebas que ha de ir superando. Siente que aquello que desea le pertenece, y está dispuesto a arrancárselo al destino de sus mismas garras.

Aunque consideremos que ese deseo es laudable, que consiguiéndolo pensemos que con ello podremos colmar nuestro deseo más íntimo, esto no nos liberará de penalidades ni quedaremos exentos de dar muchas vueltas, porque la vida habitualmente no traza el camino que nosotros hubiéramos preferido. Seguramente, nuestro proyecto de viaje se agitará tremendamente en muchas ocasiones, nos pondrá contra las cuerdas e incluso alguna vez que otra estará a punto de que lo tiremos todo por la borda. Pero, qué duda cabe, nos ayudara a tener una historia quizá más épica que la de Ulises, el hombre de las muchas vueltas.

Buenos días.

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