jueves, 8 de agosto de 2024

Día 64. 30 de julio de 2024. Tarragona --- L’Ametlla de Mar.

      “Por qué es educado ser impío pero impío ser descortés”. (G. K. Chesterton). 

Día 64. 30 de julio de 2024.

Tarragona --- L’Ametlla de Mar.  

Distancia: 32,18 km.

Media: 13,40 km/h.

Desnivel positivo: 287 m.

Día de descanso activo, aunque el desnivel positivo no me ha permitido hacerlo como quería, pero al menos he evitado el calor de las horas centrales del día, cosa que pienso hacer de ahora en adelante con más insistencia.

La mayoría de vosotros ya sabréis que utilizo la aplicación Bikemaps para que me guie en la mayoría de los recorridos que realizo y, cada día, me tengo que enfrentar al dilema de elegir que tipo de itinerario quiero seguir, de los múltiples que me ofrece.

Cada uno marca como se va a desarrollar el día, de entrada, la aplicación siempre evita en lo posible las carreteras más transitadas así que la elección de solo asfalto, carril bici, montaña, suave, corto… hace diferente cada ruta y la cantidad de kilómetros diarios.

Por lo tanto, elija el que elija siempre será el menos transitado y eso marca todo un viaje. Creo que no está mal no conformarse con seguir a la multitud de ciclistas, sino que arriesgarse a seguir un camino propio o casi, y eleva el viaje a un nivel superior. Pues bien, cada día la misma invitación, elegir entre diferentes caminos.

Esa elección la realizo, como supondréis, todos los días, y he sufrido las diferencias de cada elección y, sin embargo, continúo malinterpretando los recorridos. La mayoría de las veces no capto con exactitud lo que me ofrece cada uno de ellos y no tengo más remedio que dedicar unos minutos a analizarlos. Después de tantos años cada día es la misma problemática, elegir y procurar hacerlo bien.

Tal vez sea por los Juegos Olímpicos que en estos días este dándole vueltas a un concepto que pienso se está olvidando, la idea que se tiene de la gloria. Creo que ya no se comprende. Ahora se habla más de alcanzar el éxito o conseguir un logro, y creo que estos conceptos son mucho más limitados.

De alguna manera todos anhelamos por no decir que necesitamos alcanzar la gloria. Lo que sucede es que la gloria está hecha para ser compartida y esto no encaja bien con una gran parte de nuestra cultura actual.

Conseguir una medalla de oro, ganar un campeonato, que se nos reconozcan algunos méritos no es alcanzar la gloria. La gloria es algo mucho más grande, y sobre todo más accesible. Veamos, la gloria no se limita a alcanzar una victoria y conseguir una medalla, sino que es la victoria de toda una persona, por tanto, aspiramos a ella cuando hacemos algo tan sencillo como un viaje en bicicleta o terminamos el Camino de Santiago o superamos una oposición, donde más allá de esos hechos, resplandece la victoria de una persona que se ha vencido a sí mismo y a todas las adversidades que se le han puesto por delante. Es la alegría con mayúsculas que resulta de las buenas acciones y de las grandes cualidades de una persona.

Cuando se aspira a la gloria implica alcanzar el reconocimiento de todas las virtudes del ser humano, de una forma de vivir que nos debe hacer más plenos, más humanos y en definitiva más divinos. Es reconocer que dentro de nosotros existe una luz que ilumina más allá de las dificultades, de los éxitos y de los fracasos que podamos experimentar.

Me atrevo a decir que la gloria es el reflejo de aquello que nos hace ser mejores personas, y que podemos aspirar a ella en cada cosa que realizamos cada día.

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