“Por qué es educado ser impío pero impío ser descortés”. (G. K. Chesterton).
Día 64. 30 de julio de 2024.
Tarragona --- L’Ametlla de Mar.
Distancia: 32,18 km.
Media: 13,40 km/h.
Desnivel positivo: 287 m.
Día de descanso activo, aunque el desnivel positivo no me ha
permitido hacerlo como quería, pero al menos he evitado el calor de las horas
centrales del día, cosa que pienso hacer de ahora en adelante con más
insistencia.
La mayoría de vosotros ya sabréis que utilizo la aplicación
Bikemaps para que me guie en la mayoría de los recorridos que realizo y, cada
día, me tengo que enfrentar al dilema de elegir que tipo de itinerario quiero
seguir, de los múltiples que me ofrece.
Cada uno marca como se va a desarrollar el día, de entrada, la
aplicación siempre evita en lo posible las carreteras más transitadas así que la
elección de solo asfalto, carril bici, montaña, suave, corto… hace diferente
cada ruta y la cantidad de kilómetros diarios.
Por lo tanto, elija el que elija siempre será el menos
transitado y eso marca todo un viaje. Creo que no está mal no conformarse con
seguir a la multitud de ciclistas, sino que arriesgarse a seguir un camino
propio o casi, y eleva el viaje a un nivel superior. Pues bien, cada día la
misma invitación, elegir entre diferentes caminos.
Esa elección la realizo, como supondréis, todos los días, y he
sufrido las diferencias de cada elección y, sin embargo, continúo
malinterpretando los recorridos. La mayoría de las veces no capto con exactitud
lo que me ofrece cada uno de ellos y no tengo más remedio que dedicar unos
minutos a analizarlos. Después de tantos años cada día es la misma
problemática, elegir y procurar hacerlo bien.
Tal vez sea por los Juegos Olímpicos que en estos días este dándole
vueltas a un concepto que pienso se está olvidando, la idea que se tiene de la
gloria. Creo que ya no se comprende. Ahora se habla más de alcanzar el éxito o
conseguir un logro, y creo que estos conceptos son mucho más limitados.
De alguna manera todos anhelamos por no decir que necesitamos
alcanzar la gloria. Lo que sucede es que la gloria está hecha para ser
compartida y esto no encaja bien con una gran parte de nuestra cultura actual.
Conseguir una medalla de oro, ganar un campeonato, que se nos
reconozcan algunos méritos no es alcanzar la gloria. La gloria es algo mucho
más grande, y sobre todo más accesible. Veamos, la gloria no se limita a alcanzar
una victoria y conseguir una medalla, sino que es la victoria de toda una
persona, por tanto, aspiramos a ella cuando hacemos algo tan sencillo como un
viaje en bicicleta o terminamos el Camino de Santiago o superamos una oposición,
donde más allá de esos hechos, resplandece la victoria de una persona que se ha
vencido a sí mismo y a todas las adversidades que se le han puesto por delante.
Es la alegría con mayúsculas que resulta de las buenas acciones y de las
grandes cualidades de una persona.
Cuando se aspira a la gloria implica alcanzar el
reconocimiento de todas las virtudes del ser humano, de una forma de vivir que
nos debe hacer más plenos, más humanos y en definitiva más divinos. Es
reconocer que dentro de nosotros existe una luz que ilumina más allá de las
dificultades, de los éxitos y de los fracasos que podamos experimentar.
Me atrevo a decir que la gloria es el reflejo de aquello que
nos hace ser mejores personas, y que podemos aspirar a ella en cada cosa que
realizamos cada día.
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