jueves, 1 de agosto de 2024

Día 63. 29 de julio de 2024. Creixell --- Tarragona.

     “La gente amable de todos los tiempos y lugares siente compasión por los malvados; pero solo una nueva teoría insiste en que no son malvados”. (G. K. Chesterton)  

Día 63. 29 de julio de 2024.

Creixell --- Tarragona.  

Distancia: 51,93 km.

Media: 14,82 km/h.

Desnivel positivo: 250 m.

Otra gran ciudad que he tenido que cruzar, la vez anterior cuando me dirigía hacia Francia recuerdo que la cruce por el puerto y me fue bastante bien, pero en esta ocasión, tan concentrado he estado procurando pasar por el puerto que he cruzado por el centro, cosas que pasan y que son inexplicables.

No termino de cogerle el tranquillo a esto de cruzar grandes ciudades, supongo que dentro de unos días al llegar a Castellón lo pasaré por el puerto, pero después de lo de hoy, ya no lo tengo tan claro.

Han pasado ya varios días desde la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París, y aunque no la vi en directo, no he podido dejar de enterarme del derroche de ideología que se mostro, no quería comentarlo y he hecho esfuerzos para no hacerlo, pero no he podido resistir más.

Gracias a que ahora se puede ver todo, he podido ver alguna de sus partes. Creo que ha sido una lastima, que por el error de las alusiones a la Última Cena no se hable más de la finura y el buen gusto que caracterizo a toda la ceremonia.

Fue un error, y muchas personas fruncieron el ceño, por no decir que se sintieron ofendidas. Y, es que para nosotros es agotador que para conseguir unos segundos de fama se utilicen nuestros símbolos de esta manera. Que para qué alguien se autoproclame revolucionario tenga que despreciarme. Que se juegue con la ambigüedad constantemente, aduciendo, ahora, que se refería al festín de los dioses que por cierto es una ridiculización de la Última Cena. El organizador debe saber y hacerse responsable de que algo tan serio como la sexualidad se banalice de esta forma, sabiendo, como saben que se puede causar dolor, y que se puede escandalizar con ellos a otras sensibilidades. Haciendo hincapié solo en un tipo de diversidad, olvidando que hay también diversidad religiosa, cultural y de distintas capacidades entre otras, y que nunca son representadas ni respetadas, porque sencillamente no venden tanto.

No ha sido ni será la última vez que se utiliza la Última Cena como inspiración, Salvador Dalí con su Última Cena es un buen ejemplo de como consagrase en la historia y en cambio otros han pasado a la frialdad del olvido.  

Sin embargo, frente a la constante provocación no tenemos que olvidar que en esa mesa, el Hijo de Dios, al que momentos después también despreciarían sus contemporáneos, dejaría grabado que el servicio a todos y la fraternidad es una máxima irrenunciable del ser humano, por encima de las  identidades y de las ideologías.

Y por qué no, quizás merece recordar como cultura y como sociedad el hito que supuso la Última Cena como espacio de amor y de acogida, tanto es así que a Judas, el más traidor de los traidores, también se le invitó a cenar. Y esto, por mucho baile y provocación que haya, sigue siendo tan revolucionario como contracultural, incluso 2000 años después.

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