“Dicen que los viajes
ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)
Nordkapp: día 77. 18/06/22.
Norrfjarden --- Lulea.
Distancia hoy: 43 km. Velocidad
media. 15,13 km/h.
Si ayer me quede en una
cabaña por que me la ofrecieron casi al mismo precio que montar la tienda, hoy también
estoy en una cabaña, pero por comodidad o necesidad, según lo queramos ver.
Esta madrugada empezó a
llover sobre las tres, y tras comprobar que iba a estar lloviendo hasta las
siete y que a las 11 volvería a hacerlo hasta mañana a medio día, he tomado la
decisión de llegar al camping antes que la lluvia y reservar una cabaña.
Y así a sido, he salvado
la lluvia durante el pedaleo y no me he mojado, y aquí estoy en una buena
cabaña.
He hecho la siesta como
ya hace semanas que estoy haciendo y me he pasado la tarde lavando toda la
ropa, toda menos la que llevo puesta, ya que he comprobado que se puede secar
con los radiadores que hay.
He salvado el día, ya
veremos mañana si no me muevo o tengo tiempo cuando pare de llover de llegar al
otro camping. Yo por si existe la posibilidad de pedalear sin mojarme, a las
ocho ya tendré todo preparado para marcharme.
Estos imprevistos son los
que le dan la sal al viaje, le dan esa sensación de aventura que hace nunca sea
sencillo. En algunas épocas, las dificultades habrán sido mayores. Pero siempre
hay algo en el ciclo-viaje que lo convierte en un reto, en una propuesta contracorriente,
en una actividad que suscita reacciones contrapuestas.
La idea de fondo es
buena: pero no se puede ofrecer de golpe una actividad está inmersa en un
horizonte completamente diferente. Pero optar por la “estrategia” de hacerlo fácil
implica peligros. Uno de ellos consiste, simplemente, en hacerlo insípido. El ciclo-viaje
encierra, no lo olvidemos, una fuerza interior maravillosa, que arranca desde
la certeza que ofrece una vida al aire libre y que es el ciclista el
protagonista absoluto, tanto para lo bueno como para lo malo.
Ocultar verdades como
lluvia, frío, calor, averías… por promocionarlo significa, simplemente, no
hablar como verdaderos ciclo-viajeros ni enseñar el auténtico mensaje de la
bicicleta.
En fin, lo dejo por hoy.
Buenos días.
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