viernes, 17 de enero de 2025

Aceptar mis limites.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton) 

Cuando comience el viaje a Roma me encontraré a unos días de cumplir los 69 años y eso plantea algunas preguntas: ¿Cuántas veces habré pensado que no tenía límites? ¿Cuántas veces creí que podía conseguirlo todo? O ser más, sin saber muy bien qué. Lo estoy viendo en mis viajes, me siento cómodo y voy estirando mis posibilidades. No es algo malo porque estoy hecho para desear, a dar lo mejor, a intentarlo y no ser conformista, ya que es mejor ser un fracasado que un mediocre, porque me gusta soñar e imaginar horizontes amplios.

Sin embargo, por mucho que me esfuerce llegare a la frontera de mi vida. Me encontraré con recorridos en los cuales no podré ya seguir pedaleando o mi físico no dará para realizar tantos kilómetros. No tengo ya las capacidades suficientes para alcanzar todas las posibilidades que me gustaría y la actitud siempre supera a la aptitud y eso empieza a preocuparme. Hay momentos donde veo que mi salud ya no llega tanto como antes. Pero no son solo los límites de mi cuerpo ni de mi cabeza lo que me preocupa pues a veces las relaciones personales no son ya como quisiera, y duele, porque por mucho que lo intento me doy cuenta de que la cosa ya no puede mejorar mucho más.

Llegado a este punto, donde ya adivino mis fronteras tengo dos opciones. Una es la de no querer aceptarlo, negar que tengo un fin y empezar a pelearme con todos los obstáculos con la excusa de la perseverancia, y no avanzar mucho más. Para terminar frustrado y con la sensación de haber perdido el tiempo.

Me queda la otra alternativa, la de aceptar mis limites, a pesar de que a veces es complicado y tal vez injusto. Sin embargo, la realidad es cruda, aunque pueda mejorarla, es implacable. No estoy diciendo que tenga que conformarme, sino, aceptar. Esto lo tengo que tener claro, aceptar que los años pasan, pero no conformarme con ello. La respuesta se encuentra en querer nuestra imperfección y comprenderla. Desde este aceptar voy a comprender que todos tenemos unas aptitudes y unas ilusiones que son un regalo que hemos recibido y no una deuda que nos queramos cobrar.

Voy a continuar montando el viaje a Roma, aunque en realidad sea una peregrinación.

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