“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Mientras voy cambiando la configuración del porta alforjas para
llevar el banderín de una forma más visible, ya tengo todo el recorrido hasta
Roma organizado y las etapas programadas con los campings en los que voy a
dormir. En total, si todo sale bien, van a ser entre ida y vuelta con salida y
llegada a Pego un total de 49 días, tengo que añadir que en la vuelta tengo
pensado viajar desde Civitavecchia a Barcelona en barco.
La pasión por los viajes en bicicleta ya pide que me ponga en
marcha y que supere algunos límites. Cuando viajo en bicicleta, de hecho, no
cambio solo de lugar, sino que se produce una transformación. Por eso, hay que
prepararse, planificar e intentar tener la máxima información posible sobre a
donde vamos y como vamos.
El ciclo-viaje se caracteriza en que comienza meses antes del
propio viaje, la primera pedalada se da en el momento en que se toma la
decisión de hacerlo. El ciclo viajero siempre está en marcha se podría decir,
cuando no pedalea, planea.
Un viaje se construye poco a poco, sucesivamente, paso a
paso: siempre hay caminos por elegir, lugares por descubrir, situaciones que
abordar y nuevos contenidos que nos van a enriquecer. Disfrutar de todo lo que
nos vaya sucediendo, contemplar todo lo que nos vaya rodeando también forma
parte de todo viaje, es el viaje.
Se trata de una conversión, de un cambio de nuestra
existencia cotidiana orientada hacia la búsqueda de una vida mejor, de mejorar
como personas, siempre se trata de irse para volver mejores.
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