jueves, 10 de octubre de 2024

Camino de Geiranger. 26 de agosto de 2024

     “El amplio objeto de un viaje no es poner el pie en tierra extraña; es poner el pie, al fin, en nuestro propio país como en una tierra extraña” (G. K. Chesterton)



Camino de Geiranger. 26 de agosto de 2024.

Una de las cosas que experimentamos cuando viajamos en bicicleta es la amabilidad con que nos tratan las personas con las que nos relacionamos o a las que pedimos alguna clase de ayuda, no paramos de sorprendernos de lo que nos ofrecen sin conocernos y, llegamos a la conclusión de que somos unos privilegiados al ser receptores de tanta atención. Nos damos cuenta de que las personas son buenas en todas partes y de que ese miedo a estar en un lugar extraño desaparece en cuanto entablas relación con la gente que lo habita.

La cuestión que se me presenta no es si soy merecedor, sino que ofrezco. Las personas son generosas en su mayoría y sienten la necesidad de ser amables y hospitalarios con los viajeros, y nosotros tenemos que saber responder y recibir lo que nos ofrecen.

Siempre se ha dicho que el dar es perfecto para sentirse a gusto consigo mismo sin embargo la verdadera donación es aquella que se hace por la necesidad de la otra persona y no para sentirnos bien sino para que se sienta bien la otra persona. Por eso también nosotros tenemos que intentar ofrecer algo. ¿Como corresponder? siempre nos resultará complicado.

La acción de dar y la de recibir son una especie de nudo que une a las personas. Pero esa unión se apoya en dos cuerdas principalmente: una es el dar y el otra el recibir; si falta una de las dos no funciona. Hay que dar con gusto y sin mezquindad ni egoísmo. El saber recibir es también una acción elevada; el verdadero recibir es saber reconocer que lo que se nos ofrece se nos da con amor y hay que aceptarlo como un acto de amor.

En la vida buscamos hacer, producir, conquistar, triunfar. Pero lo más importante, lo más decisivo, consiste en recibir. Porque hemos recibido la vida que es un don que nunca pedimos. Desde que fuimos concebidos, y hasta que llegue el momento de la última despedida, recibir será siempre algo fundamental en nuestra historia personal.

Especialmente, la vida consiste en recibir amor. El amor de familiares y amigos. Recibir, entonces, es la clave para comprender todo lo que somos y para dar sentido a lo que hacemos. Porque si podemos llevar a cabo algo bueno es porque antes hemos recibido muchos dones que nos han sido dados gratuitamente.

Si lo pensamos un poco veremos que todo lo que tenemos nos ha sido dado y si es así a qué vanagloriarnos. Desde el momento en que aceptamos que lo que tenemos se trata de un don que nos han dado, desde el momento en que lo recibimos con alegría, entonces, ya podemos comenzar a dar con generosidad.  

Para nuestra felicidad necesitamos compartir todo lo bueno que nos ha llegado a nuestra vida.

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