lunes, 30 de septiembre de 2024

Camino de Geiranger. 23 de agosto de 2024.

     “El amplio objeto de un viaje no es poner el pie en tierra extraña; es poner el pie, al fin, en nuestro propio país como en una tierra extraña” (G. K. Chesterton)

Es indudable que mucha gente ante un viaje en solitario, como este en el coche o como los anteriores con la bicicleta, se encuentra con una realidad que no tiene en su vida ordinaria: tiene tiempo. Y ese tiempo, como no lo puedes dedicar todo a charlar o hacer amistades, y como muchas veces también, aunque su finalidad no sea directamente el recogimiento, sin darte cuenta estas pensando en cómo reordenar la vida. O simplemente se impone el hecho de que, durante bastante rato, mientras pedaleamos o conducimos en solitario o en silencio, se nos presenta la ocasión de reflexionar y pensar.

Y es en esos momentos cuando se hacen presentes en nuestra alma sensaciones con las que, al comenzar el viaje, seguramente no se contaba. Por ello no es de extrañar las conclusiones a las que se llega con relativa facilidad y que eran impensables antes de comenzar. La gran mayoría de los viajeros que las experimentan se encuentran contentísimos con la experiencia realizada, cuyo final, a menudo no estaba en sus proyectos originales.

Es cierto que también existen inconvenientes, como el que, debido a su dureza, los nervios se nos pueden poner a flor de piel, y suceden pequeñas broncas con nosotros mismos. Pero creo que también es bueno que, cuando uno está realizando lo que se piensa que es una buena decisión, sea consciente de sus límites y limitaciones.

Por todo ello estoy convencido de que un viaje en solitario puede llegar a convertirse en unos auténticos ejercicios espirituales, por supuesto muy distintos de los religiosos, aunque si lo pensamos un poco podemos llegar a la conclusión de que no tan diferentes. Lo que ya no sé es si llamarlos una nueva forma de ejercicios, por el enorme auge de estos años, o antiguos, porque evidentemente su origen lo podríamos situar en la Edad Media con los peregrinos a Santiago.

De lo que también estoy convencido es que detrás de todas estas experiencias se encuentra ese ser inmaterial y dotado de razón que habita en nuestro interior, lo que es particularmente importante en estos tiempos que corren.

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sábado, 28 de septiembre de 2024

Camino de Geiranger. 22 de agosto de 2024.

     “No podría encontrar una verdad que niegue que busco la verdad. Mi mente no puede encontrar nada que niegue mi mente” (G. K. Chesterton) 

Después de dos días en casa para montar el mueble y convertir a la berlingo en una camper-van, toca volver a ponerse en marcha hacia Noruega, en un viaje distinto en todos sus aspectos.

Recuerdo ahora que, en muchas ocasiones, ante un resultado adverso, he dicho y he pensado: “Bueno, como no lo he conseguido, abriré la mente, pues seguro que encontraré otras opciones” Sí, y es cierto. Este verano salí de casa con la bicicleta dirección Geiranger y terminé recorriendo tres ríos franceses. Quizás hay otras opciones, estoy seguro de que hay que abrir la mente en cuanto algo no nos sale como queríamos, pero no había caído en que también tenemos la opción de volver a intentarlo.

Me he dado cuenta de que por mucho que trate de convencerme con mensajes como “volver a dar una oportunidad a lo viejo” o con propuestas como “dar una segunda vida a los viajes”, aún sigo pensando muchas veces que la primera vez es la buena. Incluso he llegado a pensar que la primera vez es la única vez y que después ya no vale la pena.

No hay duda, la rapidez con la que se consiguen los resultados gracias al mundo digital y a los adelantos tecnológicos están socavando algo muy importante para la persona como es la paciencia, la observación, la perseverancia y, por lo tanto, nuestra capacidad para adentrarse en uno mismo y conocerse. Porque volver a intentar lo que nos salió mal nos lleva a descubrir quienes somos, qué queremos de la vida y si vamos por la senda que debemos ir. Nos ayuda a conocer de qué somos capaces y de qué no, a darnos cuenta de nuestro nivel de adaptabilidad en nuestro ánimo y de flexibilidad ante los contratiempos.

Parece que andamos tan faltos de experiencias nuevas y de continuas sensaciones que reactiven la emoción e ilusión que nuestra rutina se va ensombreciendo, que volver a intentar un viaje que no salió, un sueño que se cayó no entra en nuestros planes. Y no estoy diciendo con esto que nos tengamos que dar de cabeza contra ese problema una y otra vez, empeñados en solucionarlo, aunque eso nos destroce. De lo que estoy hablando es de no rendirse a la primera, de parar un momento y dejar que esa dificultad nos hable, porque quizás en ese problema se encuentre algo más importante que haberlo conseguido a la primera.

 No es masoquismo. Es simplemente volver a tener una oportunidad. Si escuchas atentamente te darás cuenta de que nuestra conciencia tiene la costumbre de recordarnos una y otra vez que lo tenemos que volver a intentar. Y nuestra conciencia tiene mucha más paciencia que nosotros.

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martes, 24 de septiembre de 2024

Domingo 18 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

     “Es un defecto, considerar el éxito no como un incidente, sino como una cualidad” (G. K. Chesterton)

Domingo 18 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers

Hoy ha sido el último día de nuestro paseo por el Canal des 2 Mers y, tengo que decir que vale la pena recorrerlo, es fácil, bonito y divertido.

No hemos acostumbrado a leer y escuchar conversaciones que nos hablan de viajes, de logros, de éxito y de triunfos que, salvo por las noticias de los medios que nos hablan de catástrofes, es poca la atención que prestamos a los limites.

Me refiero a los limites que nos vienen de serie y que tenemos cada uno de nosotros, no a los que, por mucha libertad que tengamos, nos imponen desde fuera. Los podemos llamar deficiencias, defectos, hacerlos todo lo ambiguos que queramos, pero ya sabéis lo que quiero decir.

Al final de cada viaje me gustaría poder decir que puedo reírme de mis propios límites; porque le he dedicado tiempo a reconocerlos sin exhibicionismo ni fanatismos; porque los he compartido con los demás y después, con mucha calma y miedo, he dejado que los miren y se rían del temor que les tengo; porque me he atrevido a ponerles nombre; y por último he sido capaz de reírme de ellos con mis amigos  y gente querida. Porque los éxitos que tengo son evidentes, y también las capacidades, sueños y deseos. Pero a los límites me da tanto miedo mirarlos que mi propósito es terminar riéndome de mis límites como lo hago de las demás cosas.

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domingo, 22 de septiembre de 2024

Sábado 17 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

      “Cuando cayó, siempre fue por perder pie, jamás porque se acobardó ante el salto” (G. K. Chesterton)

Sábado 17 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

Cada vez es más fácil encontrarse con personas que tienen poca fuerza de voluntad, o lo que es lo mismo, que les falta energía interior para afrontar las dificultades, los retos y los esfuerzos que nos plantea cotidianamente la vida y como no un viaje en bicicleta.

Y es que si no se desarrolla esa fortaleza para afrontar los problemas las demás virtudes van a sentirse perjudicadas, ya que toda virtud requiere de un esfuerzo para alcanzarla. Para que un hábito bueno se convierta en virtud es necesario entender qué y por qué se hace, y querer hacerlo. Por eso es tan importante entender que el esfuerzo que se tiene que realizar es necesario y conveniente, lo que nos motivará y estimulará nuestros deseos de esforzarnos.

Al final, como en tantas cosas la respuesta a muchas dificultades se encuentra en nuestras manos. Hay que lanzarse, respiramos profundamente y nos subimos a la bicicleta y a pedalear, nadie lo hará por nosotros, lo importante es llegar a nuestro objetivo con la satisfacción de haber hecho todo lo que sabíamos y podíamos.

Nadie realiza un viaje de largo recorrido al primer intento, ni perfecciona sus errores con una sola rectificación. Nos equivocaremos y nos equivocamos muchas veces, pero no hay que acobardarse, como suele decirse: “los barcos donde más seguros están es en el puerto, pero no se han construido para estar amarrados, sino para salir a alta mar”.

Por eso, viajar en bicicleta es una aventura que conlleva las ganas de recorrer territorios y lanzarse a conocer a personas. Y no debemos de dejar pasar las oportunidades de empezar, de ponernos en marcha pues la base de un viaje se encuentra en ellas. No debemos dejar pasar las oportunidades para ponernos en marcha. Sé que no todo será fácil, pero es cuestión nuestra sacarles el provecho y dirigirlas para que saquen lo mejor de nosotros.

Ya se que ahora más de uno se estará preguntando: ¿De verdad todo va a ir bien?

Es tan difícil que todo salga bien, que todo tenga un final feliz. Estoy seguro que en más de alguna ocasión al comenzar un viaje nos animaron con que todo iría bien, pase lo que pase. Pero no es verdad, no creo que todos los viajes vayan todo lo bien que pensábamos. No es por hundir a nadie ni arruinar un proyecto, es por situar una realidad: en la vida existe el fracaso, las meteduras de pata, las equivocaciones y los finales inesperados. No todo nos sale bien.

Hay un aprendizaje que se nos hace necesario para viajar en bicicleta. Si vivimos la vida con el horizonte único de que todo irá bien, puede que nos relajemos lo suficiente como para no implicarnos en el proceso que vivimos. En alguna medida, tener cierto temor a equivocarse, o al menos barajarlo, ayuda a intentar hacerlo mejor y a no estar tan confiado en los resultados buenos que nos olvidemos de buscarlos con todo lo que podamos.

Un viaje puede ir bien o no. Y no pasa nada. ¡Claro que a todos nos gusta lo bueno y lo que está bien! No somos tan estúpidos. No podemos convertir en creencia que todo nos tiene que ir bien, porque hay cosas que nos toca padecer y sufrir. Si fantaseamos con que todo irá bien y no resulta así, el batacazo interno es considerable. Pero si manejamos las diversas posibilidades y nos acogemos pasándolo mal y sufriendo, quizás integremos en nosotros una dosis buena de humanidad. Vivamos nuestra vida acogiendo lo que vamos viviendo, cuanto más nos pelemos contra lo que nos limita peor.

Ya estoy mirando el viaje del año que viene, ¿todo irá bien? Pues no lo se, lo que sí se, es que tengo que poner todo de nuestra parte para que sea posible. Eso sí que lo se.

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martes, 17 de septiembre de 2024

Viernes 16 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers

     “Cuando cayó, siempre fue por perder pie, jamás porque se acobardó ante el salto” (G. K. Chesterton)

Viernes 16 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.



He estado repasando estos días algunas de las entradas que he escrito y me he dado cuenta de la cantidad de veces en las que me quejo y, aunque quejarse con motivo no es malo, creo. Pienso que es importante insistir en la importancia de la reciedumbre, o sea en la capacidad de realizar cosas o actividades sin quejarse.

Es cierto, hay muchas cosas de qué preocuparnos, pero ¿de verdad son tan serias como pensamos? Vivimos en un mundo tan preocupado por la felicidad, tan sediento de ella que no presta atención a lo que está buscando para beber. Esta sed es buena, pues sólo el sediento busca algo para beber. Esa sed que tenemos la debemos aprovechar para beber buena agua, no beber cualquier clase de líquido que nos encontremos.  

A menudo quizá te das cuenta de que llevas toda la mañana quejándote de pequeñas cosas. Observas de pronto que en tu interior suena un murmullo, un gemido, un lamento que crece y crece, todo de repente es negativo, aunque nos esforcemos en lo contrario. Y ves que cuanto más te refugias en él, peor nos sentimos; cuanto más lo analizamos, más razones aparecen para seguir quejándonos; cuanto más profundamente entramos en esas razones, más complicadas se vuelven.

Se nos está quejando el corazón en esos momentos, un corazón que siente que no esta recibiendo lo que le corresponde. Es una queja que se expresa de muchas maneras, pero que siempre termina creando un fondo de amargura y de decepción.

No podemos empezar a pedalear en esa situación, cada vez que empezamos el día seducidos por esa idea de queja continua se nos va enredando una especie de espiral de descontento que nos puede llevar a rechazar y despreciar nuestro viaje.

Además, quejarse es muchas veces contraproducente. La raíz de esa frustración está no pocas veces en que nos vemos defraudados, y es difícil encontrar respuestas a esas quejas porque en el fondo a quien estamos rechazando es a nosotros mismos.

Cuando se cae en esa espiral todo pierde su espontaneidad y así no se puede viajar.

¿Cuál es la solución a esto? Quizá lo mejor sea esforzarse en dar más entrada en uno mismo a la confianza y a la gratitud. Sabemos que gratitud y resentimiento no pueden coexistir. Concentrarse en la gratitud es un esfuerzo evidente por recibir con alegría y serenidad lo que nos sucede. La gratitud implica una elección constante. Puedo elegir ser agradecido, aunque mis emociones y sentimientos primarios estén impregnados de problemas. Es sorprendente la cantidad de veces en que podemos optar por la gratitud en vez de por la queja. Los pequeños actos de gratitud le hacen a uno agradecido. Sobre todo, porque, poco a poco, nos hacen a uno ver que, si miramos las cosas con perspectiva, al final nos damos cuenta de que todo resulta ser para bien.

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domingo, 15 de septiembre de 2024

Jueves 15 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

     “Que queden unos cuantos arcos romanos en ruinas en Inglaterra no es una prueba de que no puedan construirse arcos, sino todo lo contrario” G. K. Chesterton)

Jueves 15 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

Una de las situaciones en las que me encuentro algunos de estos días en los que todo sale perfecto es la de sentirme tan satisfecho, tan pagado de mí mismo que llego a sentir una estimación exagerada y absurda de mí mismo.

Y esto que no hay duda de que produce satisfacción, también puede llegar a crearme un problema. Una cosa es saber que controlo todas las cuestiones del ciclo-turismo y otra distinta es sentirse superior a los demás ciclo-turistas y, por supuesto aún peor, si de alguna manera les hago saber que lo soy.

Esto de vanagloriarse puede convertirse si no lo evitamos o no lo controlamos como la raíz de una serie de defectos que pueden convertirse en auténticos problemas en nuestras relaciones con los demás.

Y, sin embargo, la persona humana nace presuntuosa, la vanagloria es sin duda una de las inevitables herencias de todo mortal, algunos se dan cuenta de su existencia y del peligro que conlleva, e intentan evitarla, pero es complicado, ya que su sensación nos gusta a todos.

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jueves, 12 de septiembre de 2024

Miércoles 14 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

     “Un hombre puede combatir una afirmación con un razonamiento, pero una sana intolerancia es el único modo en que un hombre puede combatir una tendencia” G. K. Chesterton)

Miércoles 14 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

No todo en un viaje en bicicleta, que dure varias semanas puede ser bueno, a lo largo de tantos kilómetros se pasa por momentos malos y por momentos buenos. En ocasiones, se pasa rápidamente de lo malo a lo bueno, o viceversa.

Cuando esto sucede, cada ciclista puede escoger hacia dónde dirige su mente y decidir buscar lo bueno que en ese momento puede realizar. Vivir el viaje día a día permite afrontar cada reto con mejores energías, sin quedar aprisionados por lo que nos sucedió ayer y sin quedar encandilados por lo que pensamos va a ser el día de mañana.

Es cierto que necesitamos poner los pies sobre la tierra: nuestras decisiones no pueden olvidar lo que somos, lo que tenemos, lo que nos falta y lo que sentimos. Pero también es cierto que tener los pies sobre la tierra nos va a permitir encontrar nuevos objetivos, a los que podemos aspirar con sencillez, esperanza y energía.

De este modo, vivimos en el presente, buscamos las mejores opciones a las que tenemos acceso, trabajamos por solucionar lo inmediato y por preparar cuestiones de mayor envergadura.

Cada día fluirá más o menos como habíamos previsto, o tendrá sobresaltos que nos exigirán un plus de fortaleza y de confianza en nuestra capacidad y experiencia. Lo importante es no dejarnos arrastrar por la corriente, ni paralizarnos por el miedo, ni envanecerse con esperanzas vacías.

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miércoles, 11 de septiembre de 2024

Martes 13 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

     “Todas las comparaciones entre el pasado y el presente están falsificadas por el hecho de que hay un solo hoy mientras que hay muchos ayeres”. (G. K. Chesterton)

Martes 13 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

  Seguimos un día más paseando en bicicleta por las orillas del “Canal des 2 Mers”, un día más disfrutando de la calma y tranquilidad que trasmite este carril bici.

Una tranquilidad que proviene de la contemplación sin prisas de todo el ambiente que nos rodea. La capacidad de extasiarse, de admirar, de concentrarse en los detalles más pequeños es lo que nos lleva a vivir con serenidad, tranquilidad y sin prisas un viaje en bicicleta.

Aquí es fácil seguir con la mirada el movimiento de las hojas de los arboles, es todavía más sencillo dejarse impactar por el baile de las nubes que observamos a través de sus ramas. Es fácil entonces alegrarse al percibir cualquier aroma que surja de cualquier planta y que nos invita a detenernos. También se siente la serenidad que llevamos cuando escuchamos el sonido del agua en las cascadas que forman las esclusas.

Todo evoca perfección, armonía, frescura, colorido, bondad, belleza, misterio, equilibrio, asombro, luz, majestuosidad, plenitud, movimiento, gozo, libertad, delicadeza, llenura espiritual, abundancia, generosidad, sorpresa, renovación.

Todos estos mensajes son guardados en lo más profundo de nosotros, si al paso del tiempo, llegado el momento meditamos y nos cuestionamos sobre tanta belleza creada, con el espíritu abierto, con sencillez, con deseos de encontrar la Verdad, entonces nos alegraremos de este encuentro con el “Canal des 2 Mers”.

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martes, 10 de septiembre de 2024

Lunes 12 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers.

     “La teología es pensamiento, estemos o no de acuerdo con ella”. (G. K. Chesterton)

Lunes 12 de agosto de 2024. El Canal des 2 Mers. 

 Seguimos pedaleando por las orillas del “Canal des 2 Mers”, de momento, estos primeros días lo vamos a hacer en dirección opuesta a la corriente, por lo tanto, cuesta arriba, aunque no existe prácticamente desnivel salvo el de los puentes y las esclusas.

No se porque muchas veces se enfocan las cosas desde la vertiente negativa, como ver el recorrido de estos días como “cuesta arriba” cuando en realidad es prácticamente llano. Es desgastarse mentalmente sin ninguna necesidad.

En alguna ocasión este desgaste innecesario me ha llevado a buscar “soluciones” que al final no han solucionado nada. Eso ocurre, por ejemplo, en cualquiera de este tipo de etapas, cuando busco con rapidez eliminar peso, y lo que consigo es empeorar la situación pues voy prácticamente sin comida o sin bebida.  

Antes, pues, de emprender una nueva solución, o de aspirar a lo que parecen mejoras pero que no son necesarias, conviene preguntarnos si vale la pena. Porque un viaje en bicicleta de por sí ya está lleno de quehaceres en los que sí que vale la pena desgastarse, en vez de “perder” una parte de nuestro día con desgastes inútiles.

Cada día que empezamos un recorrido, hay que tener la mente clara para identificar qué desgastes habría que dejar a un lado y en qué acciones podemos invertir el tiempo, las fuerzas y las energías que tenemos cada mañana.

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lunes, 9 de septiembre de 2024

Domingo 11 de agosto de 2024. La Réole.

      “Un hombre tiene que amar muchísimo una cosa para practicarla no sólo sin ninguna esperanza de fama o dinero, sino incluso sin ninguna esperanza de hacerla bien” (G. K. Chesterton)

Domingo 11 de agosto de 2024. La Réole.

Para soltar las piernas hemos hecho una excursión de ida i vuelta sin alforjas, nos hemos ido al Château de Malle, con la mala suerte de que solo se puede visitar haciendo la reserva, así que solo hemos podido llegar hasta la verja, aunque lo importante era que Carmen se acostumbre poco a poco a pedalear por los carriles bici franceses con su bicicleta, también hemos recorrido un poco el canal de Midi.

Vamos a comenzar un viaje donde las jornadas deben de transcurrir tranquilamente, sin prisas, en los que poder pedalear con calma por un recorrido que es prácticamente llano y en el que resulta sencillo relajarse.

La verdad es que no se si se trata más de una necesidad o de un deseo. Muy a menudo en situaciones como estas en las que me gustaría estar relajado y tranquilo, me las planteo como una necesidad que necesito satisfacer de inmediato lo que me crea un poco de incertidumbre y creo que bastaría con pensar un poco menos en ello y comprometerme un poco más en que el viaje vaya siguiendo su ritmo, sin atosigarlo. Incluso a veces he llegado a pensar que esa forma de ver las cosas tan enrevesada es como un defecto de fábrica.

Sin embargo, no hay ningún defecto de fábrica. A pesar de nuestra condición de no sentirnos cómodos por mucho tiempo en ninguna situación, el hombre sigue estando bien hecho. De hecho, basta un momento para hacernos la pregunta: ¿Qué hago aquí?, para captar, dentro de cada necesidad y en todo deseo insatisfecho, el signo inequívoco de esa exigencia que nos lleva buscar ese lugar donde nos sentiremos cómodos y que de alguna manera sabemos de su existencia pues no hacemos otra cosa que dirigirnos hacia el, lo que nos demuestra que algo sabemos de él, que lo conocemos.  

Ya sé que llevamos toda la vida de deseo fallido en deseo fallido, y que da mucha vergüenza hablar de ello, pensamos que esos deseos fallidos son un fracaso total de uno mismo. Sin embargo, todo deseo surge de que nos falta algo y, al fin y al cabo, no hay carencia sin tener la experiencia de no poder obtener lo deseado por nosotros mismos, es decir, sin fracaso.

Hay que darse cuenta de que esa carencia no es un signo de una vida fracasada, sino de la necesidad de vida, de otra vida más allá de la que ya se nos ha dado. Detrás de cada fracaso, necesidad y deseo no satisfecho, es posible reconocer la oportunidad de una relación con algo o alguien que todavía no conocemos, que aún no tenemos, pero que nos sorprende saber que esta ahí.

Todo lo anterior puede estar muy bien, pero tenemos un pequeño problema, nuestro deseo es infinito. Nunca está satisfecho. Se desea el infinito en cada placer, que dure para siempre. ¿Quién es capaz de estar frente a esta infinidad de carencias, sin asustarse o enfadarse?

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domingo, 1 de septiembre de 2024

Sábado 10 de agosto de 2024. La Réole.

     “Es algo espantoso soportar la risa de algo a la vez inferior y más fuerte que uno” (G. K. Chesterton)



Sábado 10 de agosto de 2024.

La Réole.

Después de toda la mañana conduciendo hemos llegado a la Réole, desde donde vamos a comenzar nuestro recorrido del Canal de Midi hasta Toulouse y volver.

Hace solo unas semanas que hice este recorrido pero como ya dije ayer, ahora es diferente. Se suele decir que “nunca segundas partes nunca fueron buenas” y yo creo poder conseguir que al menos en esta ocasión no lo sea. Veremos.

De momento, esta tarde hemos realizado una visita turística con las bicicletas para movernos un poco después de toda la mañana sentados en el coche, algo que la vez anterior no tuve ocasión. No la tuve porque no soy mucho de visitar monumentos, pero tengo que reconocer que la importancia del turismo y de sus consecuencias es hoy innegable.

Hemos paseado por el priorato benedictino con la bicicleta en la mano, y como suele suceder con las abadías y los prioratos benedictinos tienen unas bonitas vistas sobre los alrededores, por cierto la regla benedictina, Regula en latín, da a la ciudad el nombre de La Réole. Una cosa más, un priorato en la orden benedictina es un monasterio que tiene prior y que depende de una abadía que tiene abad.

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