“El espíritu de la cultura no consiste solamente en conocer los hechos, sino en ser capaz de imaginar la verdad.” (G.K. Chesterton)
Decía
el otro día que nos hemos quedado sin los puntos de referencia que nos servían
para dirigir nuestras acciones, lo que está haciendo que en muchas ocasiones nos
encontremos inseguros, de nuestro futuro y de la sociedad en la que vivimos.
Los nuevos objetivos o puntos de referencia que debían ocupar su lugar, de
momento no han logrado mostrarnos un camino claro a seguir. Esta es la
principal razón, la causa principal de nuestro desconcierto, la carencia de
alternativas, del porqué la idea de Europa como espacio democrático y de
bienestar social empieza a resquebrajarse. Algo está fallando cuando,
precisamente, quienes nos representan como pueblo, los políticos, son el grupo
que menos confianza nos inspira.
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Imagen de Jill Wellington en Pixabay |
En
cada país europeo la crisis política tiene sus características particulares,
pero es una crisis común. No es un problema de hace pocos años que comenzó con
la crisis del 2008, pues la frustración es tan generalizada y profunda que no
es lógico pensar que comenzó a principios del siglo XXI. El problema viene de
mucho antes, lo vemos desde hace tiempo en las encuestas, donde los políticos
siempre son los menos valorados y a pesar de eso no se ha hecho nada para
mejorar su imagen. Lo que sucede es que en las épocas de bonanza económica esta
situación es más tolerable. Una cosa parece clara, la democracia liberal está
en crisis y parece que está en medio de una ola de descontento. Así están las
cosas o al menos así las veo yo.
Puedo
decir que la crisis económica y la política son las únicas crisis sociales que
sufrimos, claro que no. Son las más actuales, que es bastante distinto. Son
también las que ocultan otras que al no tenerlas presente cada día en los
medios de comunicación nos da la impresión de que están resueltas. Sin buscar
demasiado me vienen a la memoria la del medio ambiente, con sus consecuencias climáticas
y de recursos naturales. La educativa que está mal formando a las personas y
destruyendo su futuro, y sigue, con el apoyo de demasiada gente, el desastre de
la falta de natalidad y el gran envejecimiento de la población. En la inmensa
mayoría de países europeos los gobiernos resultan insatisfactorios, así como la
política y la economía. Incluso, los diagnósticos suelen no estar acertados.
Lo que
nos encontramos es una impotencia para encontrar las respuestas acertadas.
Entonces, ante todo esto, tendremos que comenzar a hacernos algunas preguntas.
No es hora de que nos preguntemos, sin hacernos trampas ni buscando fáciles
indulgencias para con los demás y para con nosotros mismos, el ¿porqué de tanta
incapacidad en tantas cuestiones vitales, y en tantos lugares distintos? Es una
pregunta de sentido común, una exigencia. ¿A dónde vamos acumulando una crisis
tras otra?
Estas
preguntas pueden ser el comienzo de una serie de reflexiones para intentar
responder al porqué de lo que nos ocurre. Como sociedad, claro está, pero
también como personas, porque la respuesta universal es un engañabobos, ya que
las sociedades no existen sin personas concretas.
Para
que pueda encontrar respuestas y poder salir de todo este lio es necesario que
sea capaz de dar un paso atrás para salir de la confusión de las ideas que me
avasallan, para pensar con más libertad, y colocarme en una nueva posición, que
solo será buena si es capaz de unir el diagnóstico y la respuesta con la
persona, y a esta con la sociedad en la que vive.
En
fin, es necesario comenzar de nuevo, y un buen principio es decir que la
inmensa mayoría de nuestros problemas y males surgen de la propia naturaleza de
la sociedad en que habitamos. Por lo tanto, estaría bien empezar buscando que
es lo que nos hace humanos y constructores de civilizaciones y sociedades, para
seguir con la causa de lo que nos destruye y, a continuación, ver las
consecuencias negativas que se producen y enfrentarse a ellas desde la
capacidad y lucidez que nos hayan dado todas nuestras reflexiones.
Pues
bien, lo dejo por hoy. Continuaré próximamente.
Buenos
días.
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