“El espíritu de la cultura no consiste solamente en conocer los hechos, sino en ser capaz de imaginar la verdad.” (G.K. Chesterton)
16-17/08/22. lunes
-martes.
Passau –
Pego.
Dos días de viaje en
coche hasta Pego para dar por finalizado este viaje por el Danubio en
bicicleta. Ahora a comenzar de nuevo y, casi de modo automático me viene la
pregunta de “¿qué hacer?”. Es algo que se repite cada vez que vuelvo a casa. Enseguida
comienzo a pensar en propósitos, en lugares, en motivos, en ilusiones, en
quitar cosas que me han sobrado, en añadir aquello que he notado en falta, y en
tantas otras cosas.
Sin quitar el valor a
todos estos gestos y actos concretos, lo cierto es que quizá podría
completarlos con una pregunta esencial, de fondo. Una pregunta que más bien pone
su quid sobre el “¿qué me falta?” Y es que, muchas veces vivimos nuestra vida desde
un punto de vista, tal vez inconsciente, que nos hace intentar llenar ese hueco
que se forma cuando nos damos cuenta de que nos falta algo, y lo intentamos con
cosas y actos que no consiguen calmar ese deseo tan profundo. Así, pensamos en
hacer muchas cosas y en lograr tantas metas. Pero, la realidad es que, al
conquistar nuestros objetivos, nos sentimos vacíos y necesitamos emprender
otros nuevos que, lejos de aliviarnos o tranquilizarnos, nos desasosiegan y
disgregan internamente. Tristemente, esta dinámica tan humana, traspasa también
muchas de nuestras acciones. Y así, al conseguir (o no) nuestros logros, nos
sentimos tristes, vacíos, e impulsados hacia el activismo.
Por eso, creo que una
pregunta fundamental que debería hacerme estos días es la de “¿qué es lo que me
falta?”. Porque respondiéndola descubriré por qué tengo tanto miedo a estar sin
hacer nada, sin proyectos y sin una ilusión para el próximo viaje. ¿Por qué
necesito llenar mi tiempo con mil cosas y entretenimientos que me limitan y me
encierran? ¿Por qué en ocasiones siento nostalgia, tristeza, anhelo, sin saber
de dónde vienen?
La respuesta a esta
pregunta no está en hacer más cosas durante este tiempo de espera y de tránsito,
ni en quitarme todo aquello que me sobra. Sino más bien en descubrir que me estoy
olvidando de lo más importante; agradecer al levantarme cada mañana que me han
regalado un día más de vida. Me falta la tranquilidad y la paciencia para
descubrirlo. Me falta la visión para verlo en la realidad cotidiana. Me falta
el deseo profundo de buscarlo y enfrentarme con ello. Me falta ser consciente
de ello. Me falta decirme: “¡gracias por un día más de vida!”.
Quizá por ello estos
meses merezca la pena que me detenga a pensar ¿qué me falta? Antes de ponerme a
buscar nuevos proyectos e ilusiones. Probablemente, deba buscar más el silencio
interior que en el ruido de ir diciendo a amigos y conocidos unos proyectos e
ilusiones que ni siquiera he meditado. Sin duda todo ello me ayudará a ver después,
desde una nueva perspectiva que me falta y por tanto que necesito, qué es
aquello que quiero alcanzar.
Buenos días.
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