sábado, 2 de noviembre de 2024

Representar un personaje.

         “Cuando un hombre ha encontrado algo que prefiere a la vida es cuando por primera vez comienza a vivir. Una vez que ha despreciado este mundo como un simple instrumento el mundo de convierte en un instrumento musical”. (G. K. Chesterton). 

No tengo dudas de que nos encontramos en una época donde se nos complican mucho las cosas. No se si se trata de que la velocidad con que se transmiten las noticias, o porque llegan a todos los lugares, o por la sobrexposición mediática a la que se encuentran expuestas, o por otras muchas razones, lo cierto es que nuestros líderes, ya sean políticos o de otros ámbitos parece que sienten la necesidad de crearse unos personajes capaces de estar presentes en todo momento en la actualidad. Se crean e interpretan unos personajes que representan los ideales que les gustaría defender y propagar. Y la cuestión es que esos personajes en realidad no muestran la realidad de esas personas, por lo que tarde o temprano esas mascaras terminan por caerse. Por lo que poco a poco van cayendo uno tras otro, dando la impresión de que no va a quedar títere con cabeza. Todo esto me hace desconfiar de las personas que siempre están de plena actualidad.  

La semana pasada vimos cómo comenzaba la caída de Iñigo Errejón, es fácil que ya hiciese tiempo que no viese la contradicción entre el personaje que representaba y la persona. Lo que supuestamente hizo es algo, execrable, condenable y bajo ningún concepto excusable, pero tristemente una realidad mucho más común de la que pudiera parecer.

Tengo la impresión de que la nueva tecnología que nos rodea pone de manifiesto y potencia nuestras partes más oscuras, las redes sociales con sus algoritmos, los historiales de búsqueda que nos llevan continuamente a mostrarnos aquello de lo que estamos intentando huir, hacen que no sea tan fácil controlar o eliminar los problemas que tenemos. No sabemos manejar aquellas dificultades que son capaces de terminar con una relación, un proyecto de años o una opción de vida. Sobre todo, nos sucede más con aquellas que nos parecen controlables, pero que se van volviendo locas sobre todo si no queremos o no podemos mirarlas a la cara. Porque nuestra sociedad hace tiempo que se ha olvidado de enseñarnos quiénes somos, nos hace vivir sin saber quién es uno, hasta que ya es demasiado tarde.

Todo a nuestro alrededor parece que nos impulsa a crearnos una imagen, un personaje que reúna unas ciertas cualidades y pensamos que ese personaje ficticio puede convivir con nosotros sin causarnos daño. Y, somos personas, hacemos muchas veces las cosas mal cuando no las queremos hacer y no somos capaces de hacerlas bien cuando queremos.

Tenemos que saber que la persona es frágil, somos frágiles por muy fuerte que sea la imagen que proyectamos, por tanto tenemos que ser conscientes de lo difícil que son estos tiempos que vivimos y esto nos debería de hacer estar más vigilantes y no confiar tanto en nuestras fuerzas para impedir ciertos comportamientos.

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