lunes, 30 de junio de 2025

Día 53 del viaje a Roma. Mont-Roig --- La Ampolla. Miércoles 21 de mayo de 2025.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)

Día 53 del viaje a Roma. Mont-Roig --- La Ampolla

Miércoles 21 de mayo de 2025.

Distancia: 40 km.

Desnivel positivo: 332 m.

Velocidad media: 13,3 km/h. 

Nos acercamos al final, estoy volviendo a los mismos campings del principio y por lo tanto en cierta forma repitiendo los primeros días. Pues bien, en estos días que quedan ya andamos con el confeti. Está llegando el momento de correr hacia casa, a hacia nuestra cama, nuestro sofá, del que espero sacarle en los próximos días mucho partido. Y, mientras se acerca ese día, me pregunto: ¿qué ha funcionado y qué no? ¿A qué debo darle la vuelta? ¿Hacia donde voy a poner mis ilusiones el año que viene?

El final de un viaje es a veces complicado de cerrar. Sobre todo, si como en este caso además es el final de una etapa. No se puede cerrar sin más, ni dar carpetazo al asunto. Aunque me cueste, es conveniente revisar, evaluar y, después, recalcular el camino a seguir.

Ahora bien, no se tiene que olvidar de que, antes de abandonar una fase o cerrar una etapa, se debe tener claro cuál es el siguiente paso, que no se puede cerrar una puerta y dejar las llaves dentro, y, sobre todo, se tiene que estar seguro de que esta etapa de la que salimos ya no es nuestro lugar.

Uno de los quehaceres más complicados de nuestra vida es aprender a situarse ante la propia vida. Te sorprendes haciéndote preguntas sobre si lo que eres, lo que has conseguido es aquello que, años atrás, habíamos deseado. Y esto puede hacernos caer en un cruel desánimo, sin embargo, lo más peligroso es que podemos olvidar que la cuestión no es saber dónde estamos sino cómo estamos. No es posible averiguar la situación en que nos encontramos si antes no tenemos claro quiénes somos.

Encontrar mi lugar, a fin de cuentas, tiene poco que ver con aquello que quiero, sino adónde me esta llevando la vida. Mi lugar parece claro que no debe ser el que elija, ni tampoco el que pueda soñar, sino que me iré situando mientras lo voy descubriendo.

Y una vez que llegue a ese lugar que ya podré decir “mí” lugar solo cabe pararse y contemplarlo.

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sábado, 28 de junio de 2025

Día 52 del viaje a Roma. Roda de Berá --- Mont-Roig. Martes 20 de mayo de 2025.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)

Día 52 del viaje a Roma. Roda de Berá --- Mont-Roig

Martes 20 de mayo de 2025.

Distancia: 52 km.

Desnivel positivo: 300 m.

Velocidad media: 13,6 km/h. 

Estoy en esos días de “cuenta atrás” que suelen aparecer cuando te estas acercando al final de un viaje y sobre todo cuando terminas en casa. Recordar, resumir y sacar conclusiones suelen ser acciones que sin darte cuenta no cesas de hacer.

Creo que recordar es necesario. Resulta bien interesante viajar al pasado, evocar lugares y momentos. Sin embargo, creo que lo habré dicho en alguna ocasión, hay un riesgo, que es el de quedarse atrapado en algún momento del viaje. Y no precisamente en un momento bueno pues exactamente igual puede suceder con uno malo. A veces volvemos sin cesar a aquella situación que nos marcó con la ilusión de revivirla si ha sido buena o haciéndonos reproches si ha sido mala, pero sabemos que no podemos volver a disfrutar la buena ni podemos ya impedir que nos suceda la mala.

No queda más remedio que aceptar. Hay que reconocer que el pasado ya no se puede cambiar, pero tampoco nos podemos quedar en él con la intención de seguir disfrutándolo. No se trata de que se nos haya perdido, sino que ya forma parte de nuestra vida, pero hay que saber ponerlo en el lugar que le corresponde. Lo tenemos que situar de forma que no nos impida mirar adelante. No hay que olvidar sino de que no nos moleste cuando imaginemos el futuro. Porque la vida sigue. Siguen los proyectos y las ilusiones. Sigue la vida, más allá de los recuerdos por muy intensos que sean.

Y es que al fin y al cabo “¿Qué buscamos? Quizás vivir y no sobrevivir. Vivimos acelerados en un mundo donde las obligaciones y las inquietudes nos llevan a una velocidad que no nos permite reflexionar.

Si nos dedicamos a sobrevivir lo que estamos haciendo es resistir ante las obligaciones e inquietudes del momento sin lugar para disfrutar del presente. Estás prisionero en un circulo cerrado donde el trabajo, la familia, los compromisos se convierten algo que es urgente y absorbente. Este ritmo de vida nos sitúa en modo automático con la vista fija en el próximo problema y no nos paramos a disfrutar de lo que ya tenemos o hemos conseguido.

Sin embargo, vivir es unirnos con el presente, apreciando esas pequeñas alegrías y encontrando sentido a todo lo que hacemos. Se trata de ir cultivando y abonando la vida con relaciones auténticas, utilizando una parte de nuestro tiempo en cuidarnos personal, espiritual y emocionalmente, y apreciando esos momentos de calma que nos vamos encontrando y buscando. Es tener la habilidad de detenernos, parar en lugar de seguir adelante constantemente sin rumbo.

La verdad es que vamos solo a sobrevivir si no somos conscientes de esa diferencia, vamos a correr el riesgo de continuar sobreviviendo sin alcanzar a vivir plenamente, por eso la conclusión es clara: hay que encontrar un equilibrio entre las obligaciones y el disfrute del día a día, aprendiendo a vivir, no sólo a sobrevivir.

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martes, 24 de junio de 2025

Día 51 del viaje a Roma. Barcelona --- Roda de Berá. Lunes 19 de mayo de 2025.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)


Día 51 del viaje a Roma. Barcelona --- Roda de Berá.

Lunes 19 de mayo de 2025.

Distancia: 84 km.

Desnivel positivo: 520 m.

Velocidad media: 14,9 km/h.

Empiezo hoy una serie de días, ya muy repetidos, hasta llegar a Pego van a ser recorridos que he realizado en varias ocasiones y que pocas sorpresas pueden ofrecer, sin embargo, en lo esencial tienen las mismas características e importancia que todos los demás.

Este trayecto hasta casa siempre ha sido como una desconexión, un alejamiento tranquilo y pausado de lo que ha sido una forma de vivir durante los últimos dos meses.

No es la primera vez y espero que no sea la última en la que durante unos meses se realiza un cambio en mi forma de vivir el cada día. La realidad cambia, te sometes a un distanciamiento social, a un cambio en la rutina, una especie de confinamiento que te aleja de nuestra realidad y nos sitúa como parte de un videojuego. Y esto nos permite darnos cuenta de cuánto nos sobra y cuánto echamos de menos, de qué queremos y cómo queremos, de qué y quién nos mantiene vivos.

Durante estos largos viajes en los que dejas de hacer las cosas del día a día… y siempre, al igual que ahora, te das cuenta de todo aquello que me sobraba en mi quehacer diario y de lo que en realidad era importante. Y cada vez en estos últimos días me digo: “cuando vuelva a Pego cambiaré esto, haré esto otro, no diré tal cosa o actuaré diferente…” En estos días te sientes emocionado pensando que viviré de otra manera y siempre, sin faltar una sola vez, a los quince días vuelvo a ser el de siempre.

Vuelvo a las calles, a los paseos, a los bares… vuelvo, si Dios quiere, a ver a los seres queridos, a charlar con los amigos, a poder dar gracias al que atiende… Pero el cómo vuelvo es lo que va a cambiar todo.

No soy el de antes. He vivido algo que te va transformando y ahora tengo dos opciones, volver a la realidad previa al viaje como si nada, pensando solo que “esto nos va a cambiar como sociedad”; o volver a la realidad transformada. Y solo va a depender de mí y de cómo ahora mire mí vida con las nuevas gafas de quien acaba de volver de la óptica, eligiendo y apostando por aquello que quiero que sea diferente. Porque estoy seguro de que la realidad volverá tal vez más dura, y yo volveré. Mi apuesta está en decidir si sigo de viaje, aplicando todo lo aprendido.

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domingo, 22 de junio de 2025

Día 50 del viaje a Roma. Civitavecchia --- Barcelona. Domingo 18 de mayo de 2025.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)



Día 50 del viaje a Roma. Civitavecchia --- Barcelona.

Domingo 18 de mayo de 2025.

24 horas en un barco no parece que sea la mejor manera de que un ciclo-viajero pase un día, pero ese era el plan inicial y lo afronte con paciencia. Todo el trayecto resulto ser favorable para relajarse, al menos como ha sucedido hoy pues el mar estaba en calma. Así que he aprovechado para pasear y pensar en los días que me restan para terminar este viaje.

Hice caso al siguiente consejo de la lista que viene a complementar al anterior y que dice: “no matéis de hambre a vuestra mente”, así que intenté seguirlo.  

Me puse a imaginar y a pensar el futuro. No comprendo muy bien porque se tiene miedo a imaginar, ya sé que la palabra puede llevarnos a recordarnos aspectos sospechosos sobre nuestra madurez y ¿no es verdad que se piensa que es cosa de niños? Y que nos lleva a pensar que vamos a “levantar castillos en el aire”.  ¿No es una creencia más o menos compartida el que la madurez y la sensatez tienen que ver con la atenuación de la fantasía, cosa que, además de ser falsa, resulta ser una pérdida incruenta pero dolorosísima?

Pero olvidarse de la imaginación y de su compañera la fantasía nos lleva a cerrar la puerta a la creatividad y olvidarnos del camino que nos llevará a realizar infinidad de cosas. Porque, en realidad, si lo pensamos un poco nos daremos cuenta de que la imaginación es la auténtica chispa que enciende el fuego que nos lleva a emprender los viajes más inesperados y sorprendentes.

Sólo desde lo que imaginamos podemos descubrir lo que esconde la materialidad de este mundo cuyas intenciones buscan asfixiar el aspecto humano del mundo.

Dice mucha gente que nuestro mundo produce vértigo, que da miedo. Pero no hay que preocuparse, sí miramos al futuro con ganas de mejorarlo no podemos menos que imaginar nuevas maneras de entender y ver el presente, y eso lo haremos dejando volar la imaginación.

Hay días como este en los que todo lo que nos rodea nos lleva a sentarnos mirando el mar y curiosamente a cerrar los ojos y guardar silencio, prestando atención a nuestro interior y así emborracharnos de futuro. Respirando suavemente y tomando consciencia del presente. Y, al mirar cual es el futuro que nos espera nos damos cuenta de que no estamos condenados a repetir los mismos errores que hemos cometido, todo lo contrario, nos recordaran que podemos construir un presente más consciente. Esos errores no nos pesarán hasta tal punto que puedan ahogarnos como si un remolino nos absorbiera de un tirón.  

Cuando dedicamos un tiempo a imaginar estamos abriendo un espacio para crear, nuestros pies empezarán a moverse con una fuerza insospechada. Nuestro caminar se hará liviano y nos atreveremos a nuevos retos, nuestro horizonte se ampliará. Ahora, no queda más remedio que prepararnos pues las novedades surgen y van a crecer, se necesita tiempo para que se desarrollen pues la semilla ya ha sido plantada y ha germinado. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!  

Las personas estamos llamados a hacer de lo imposible un presente posible. Cada atardecer se tiene que ver como un regalo y así gozaremos de la sencillez real de vivir en un mundo donde todo puede ser posible. Estamos hechos para crear, para la novedad y para alcanzar esos sueños nunca antes imaginados. Eso sí, nunca lo hagamos solos. Hospeda en ellos a otros de lo contrario será muy complicado.

En fin, tal vez la mayor cabezonería que nos deberíamos de permitir sea la de no parar jamás de crearnos y volver a crear todo el presente.

sábado, 21 de junio de 2025

Día 49 del viaje a Roma. Lido Tarquinia --- Civitavecchia . Sábado 17 de mayo de 2025.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton) 

Día 49 del viaje a Roma. Lido Tarquinia --- Civitavecchia

Sábado 17 de mayo de 2025. 


Distancia: 22 km.

Desnivel positivo: 85 m.

Velocidad media: 15 km/h.

Pocos kilómetros los que hemos necesitado para llegar a Civitavecchia, donde subiremos a las 01:30 horas al ferry que nos llevará a Barcelona. Un día en el que hemos pasado muchas horas, demasiadas, en el puerto y que se me han hecho, algunas, largas.

Pero como todo en esta vida, pasa, y después de la media noche hemos embarcado dirección a España.

Ese “no alimenteis demasiado el cuerpo” que es el quinto punto de aquel decálogo para realizar un buen viaje, me ha servido hoy para mantenerme entretenido y darme cuenta de que la frase tiene su punto de sabiduría. Solemos prestar mucha atención a nuestro cuerpo y dejamos de lado a nuestra mente.

Las comidas copiosas no son aconsejables cuando vamos a pasar muchas horas pedaleando, algo que resulta complicado de cumplir ya que cuesta resistirnos pues la sensación de hambre suele aumentar cuando nos encontramos cansados y de ahí la importancia de tener un poco de autodisciplina. Es verdad que se tiene que cuidar el cuerpo, pero no idolatrarlo ni buscar solo su satisfacción.

La sala de espera de Grimaldi Lines no parece un buen lugar para seguir el consejo de “no alimentéis demasiado el cuerpo” pues el consejo nos invita a priorizar lo espiritual sobre lo físico y el ambiente, aunque tranquilo durante todo el día al no existir salida ni llegada de ningún ferry hasta ya finalizada la tarde, junto con el bar repleto de toda clase de comida y bebida ha hecho que no pudiera seguir como debiera el consejo.

En fin, nos vamos a Barcelona.

jueves, 5 de junio de 2025

Día 48 del viaje a Roma. Lido Tarquinia. Viernes 16 de mayo de 2025.

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)

Día 48 del viaje a Roma. Lido Tarquinia.

Viernes 16 de mayo de 2025.

Segundo día en el Lido de Tarquinia dedicado a continuar disfrutando de un descanso que ya hacia meses que no tenía. Día para pasear y observar todo lo que Tarquinia me ofrece y de toda la tranquilidad que trasmite el mar cuando se encuentra como en estos días tranquilo y relajado.

El consejo para viajar de hoy es el cuarto del decálogo del otro día, “No caminéis un metro más adelante que vuestro compañero”. Un consejo que no he podido seguir al viajar esta vez en solitario pero que entiendo muy bien.

Esa frase lo que intenta es trasmitir el concepto de acompañamiento, ir al mismo ritmo que nuestro compañero no solo en la velocidad de la marcha sino en no querer imponernos y valorarlo como superior a nosotros. No imponer nuestra forma de ver, de sentir y de entender un viaje más bien acompañar, escuchar y respetar al compañero. No querer ir por delante creyéndonos más sabios, listos o justos.

Cuando viajamos al igual que cuando vivimos de lo que se trata es de ir al mismo paso que el otro, no se trata de llevar al otro hacia donde nosotros queramos, sino de viajar y vivir juntos, escuchar y acompañar pacientemente. No adelantarnos, sino esperar.

Ese acompañar implica unas veces adelantarse un poco para guiar, otras ir hombro con hombro para poder escuchar y a veces ir detrás para no forzar el ritmo de los demás.