“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton)
Día 54 del viaje a Roma. La
Ampolla --- Vinaroz
Miércoles 22 de mayo de 2025.
Distancia: 53,5 km.
Desnivel positivo: 265 m.
Velocidad media: 14,3 km/h.
Uno de los consejos de aquel decálogo que dejé escrito hace unos cuantos días para que nuestro viaje se realice de forma agradable es; “No canséis demasiado vuestras piernas”, no es mal consejo sobre todo si vamos a estar pedaleando muchos días seguidos ya que nuestra edad no aconseja llegar al final de cada día agotados.
No deberíamos de llegar al camping
cansados. Al igual que no queremos llegar enfermos, tristes, desesperados o
cabreados. Lo ideal sería llegar al final del día activos y con ganas de seguir
con lo que estamos haciendo. Para eso es para lo que estamos viajando. Aun
cuando el quehacer de un viaje nos pone delante el cansancio, la enfermedad, la
tristeza… y tantas otras cosas por las que queramos o no, nos toca pasar.
Y, cada vez iremos más cansados
sino programamos bien nuestros recorridos y nuestras actividades. Conforme avanza
el viaje nos vamos acelerando, es cierto. Pero no es sólo una sensación. Y eso
desgasta, mucho.
Si pienso un poco me doy cuenta de
que son muchas las ocasiones en que llego cansado al camping y sin fuerzas para
nada, solo para hacer lo imprescindible y acostarme. No estoy hablando solo de
percepciones, me estoy refiriendo a algo real, que puede tener consecuencias
para mi salud. Soy consciente de ello. Pero frente a lo que no se muy bien qué
hacer. Se que ni es sano, ni quiero viajar cansando, se también que no controlo
el ritmo en demasiadas ocasiones, que las señales de peligro se acumulan y
reclaman mi atención. Y que no depende de mi parar todo esto… O sí.
Porque en realidad sí depende de mí.
Claro que sí. Decir que todo eso es lo que tiene viajar en bicicleta no es
una respuesta válida, el aplazar las soluciones hasta el día siguiente tampoco
sirve. Marcar un ritmo más tranquilo, más pausado no es ser un mal
ciclo-viajero, es pura higiene mental. El descanso es una opción posible. Incluso
deseable y necesaria. Y real, no es sólo una utopía. Como tampoco lo es dejar
de visitar cada uno de los lugares turísticos que nos vamos encontrando, se
trata de priorizar. De saber dónde voy a gastar mi energía y mi tiempo e ir,
poco a poco, colocando cada quehacer en su justo lugar.
Todo eso sin aplazar lo que es
importante ni transformar en urgentes cosas de segunda o tercera fila. La
cuestión es que cuando nos sintamos agotados, pararse y preguntarse: ¿dónde me
desgasto? ¿dónde pienso que tengo que cansarme? ¿dónde quiero desgastarme? Y colocar
nuestras prioridades. Dejando sitio a lo importante y aplazando lo que no debería
ocupar un lugar en primera fila.
Y es que somos limitados, no pasa
nada, todos lo somos y sobre todo con una cierta edad y si no lo aceptamos el
final suele ser un reventón de salud o los cabreos sin saber muy bien por qué. Situaciones
todas con peores consecuencias que tener que afrontar un simple “no, ahora no” “no,
de esto no me puedo ocupar ahora”. Viajar en bicicleta no implica el agotamiento.